por Alicia Rajlin
Después del velorio y del entierro del compañero, salió a la calle. Hay sol, viento, llovizna, gente. Le cuesta entender que todo sigue igual.
-A veces ni la muerte es muerte.
-Tanta luz estalla dentro de mis ojos y veo negro.
Caminan y en la parada del colectivo se recuesta contra la columna del alumbrado, la recorre con los hombros y gira alrededor.
-No importa cómo se mueve el cuerpo, sino qué lo mueve.
Viene el colectivo, sube y ofrece su arte a los pasajeros. En la primer frenada tambalea y se enoja. Emboca trompadas al aire. Imita una pelea callejera y salta de costado sin dejar de golpear. Es ambos contendientes a la vez, uno malhumorado y otro sobrador. Brinca de la puerta a la máquina cambiando de personaje, pero en un bache pierde equilibrio y cae.
-Seguí adelante con lo que se presente, rápido.
En el piso se enfurece contra el transporte público, arma berrinche porque no puede trabajar, se sienta en el escalón y patalea. Las patadas le desatan los cordones de las zapatillas, se las saca, las revisa, las huele y se las pone. Las mira con asombro y le parecen divertidas, estira y contrae las piernas, los pies, le gusta el moño grande y colorido que anudó y cambia de humor porque algo le salió bien.
-La intención es lo que cuenta.
Se levanta alegre, se arregla la ropa, el cabello con un peine que encuentra en el bolsillo, suspira como en éxtasis mirando las zapatillas desde arriba, se balancea punta-talón, punta-talón y sonríe al chofer por el espejo. Se corre hacia el fondo mientras acaricia algunas cabezas sin tocarlas y agradece la atención. Se acomoda entre un gordo y un chico meneando la cola para hacerse lugar.
-Soy joven y viejo, mujer y hombre.
-Sos muchos.
Se baja en la Estación del Tren. Lee los titulares en los quioscos, la pizarra, camina entre la gente. Se queda mirando la bóveda de hierro y la señala con la mano. Los pasajeros siguen su gesto con la vista. Cuando atrapó la atención salta del andén, se larga a bailar por las vías y se va.
-Llevo a los muertos conmigo.
-Los muertos soñamos con los vivos y mandamos postales.
Se alejan, acróbatas, sobre los durmientes.
Ecunhi Agosto 2012
Hasta la próxima