miércoles, 22 de noviembre de 2017

Deuda eterna

Reproducimos la interesante entrevista que realizó Guillermo Caviasca a Alejandro Olmo y publicada en Zoom el 21/nov/2017 donde se reflexiona sobre la viabilidad del modelo económico implementado por el gobierno de los CEOs
"Para mí emitir deuda a cien años, además de ser un acto absolutamente irresponsable, es una muestra de la connivencia que hay entre el gobierno y el sector financiero..."

“El endeudamiento va a durar mientras el sistema financiero obtenga beneficios”

Alejandro Olmos, uno de los mayores especialistas en deuda externa en el país, habla del endeudamiento actual, las Lebacs como nueva "tablita" y la pesada herencia de los buitres.

El apellido Olmos está íntimamente ligado al siempre laberíntico engranaje de la deuda externa en Argentina. Alejandro (padre) fue querellante en 1982 contra José Alfredo Martínez de Hoz, cerebro del programa económico de los militares, y padre de una deuda que en el año 2000, a instancias del trabajo de Olmos, fue declarada “ilegal, inmoral, ilegítima y fraudulenta” por el juez Jorge Ballestero. Su hijo, Alejandro Olmos Gaona, continuó su legado y trabajó para investigar, durante el kirchnerismo, desde el canje de deuda en 2005 hasta el pago al Club de Paris en 2014. Hoy, en medio de la fiesta de la deuda y los bonos celebrada por Cambiemos, Olmos Gaona lleva adelante una monumental investigación que abarca desde el negocio detrás de las cuentas offshores que salpica al propio presidente, hasta el endeudamiento externo voraz y el negocio de las Lebacs. En diálogo con Zoom, explica cómo funciona el sistema de deuda tanto externa como interna actual, opina sobre su viabilidad a mediano plazo, dice que el negocio detrás de las Lebacs se parece al de la “tablita” de Martínez de Hoz, apunta contra el sector empresario al que, asegura, ningún político enfrentó jamás en relación con la deuda pública, y analiza la larga novela de los fondos buitre, desde los errores y omisiones del kirchnerismo, hasta el pago sin restricciones del macrismo.

Ha habido cambios importantes en el tema deuda entre la política de la gestión kirchnerista y la actual. ¿Se puede llamar “política de endeudamiento” a la que implementa Cambiemos?

Yo he sido muy crítico del canje de deuda de 2005 y de 2010 hecho durante el periodo de los Kirchner, porque pagaron a los acreedores extranjeros endeudándose con organismos del Estado, pero de todas formas el endeudamiento externo bajó y fue sustituido por endeudamiento interno. Por supuesto es mucho más fácil negociar con el ANSES o con el Banco Nación que con la banca extranjera. Esta política económica le vino de maravillas a Macri para volver a endeudarnos en el exterior, ya que partió de un piso relativamente bajo en lo que hace a deuda externa. El año pasado hubo una enorme emisión de deuda, este año iba a haber 38.500 millones más, y de acuerdo a la ley de presupuesto, el año que viene vamos a tener una emisión de U$S 46.500 millones. Esto significa que entre 2016 y 2018 la deuda externa argentina va a crecer U$S 119.000 millones.

El crecimiento de la deuda externa es exponencial. ¿Qué viabilidad tiene?

El presidente Macri explicó que no hay otra opción: o nos endeudamos o emitimos, y si emitimos eso genera inflación y la gente pobre se ve más perjudicada. Esto es una ficción. Porque el déficit aumenta por el pago de los intereses de la deuda. El año que viene hay que pagar 21.200 millones de intereses. Esto me hace acordar a lo que pasaba durante la gestión de [Carlos] Menem, donde el Estado tenía superávit primario que se convertía en déficit inmediatamente si se le sumaba el pago de los intereses de la deuda. Es una especie de encerrona donde no hay forma de salir y el gobierno sigue aumentando las obligaciones externas porque cree que de esa manera va a salir. Esto no solo lo critico yo, también personas que son afines ideológicamente al gobierno. Carlos Melconian, por ejemplo, dijo que este proceso de endeudamiento nos va a llevar inexorablemente a una crisis.

¿Cómo funciona el sistema de la deuda?

El último presupuesto determina que hay una serie de obligaciones por un monto determinado y el gobierno emite deuda para cubrir esas obligaciones. Entonces si tenemos que pagar 200.000 millones, el gobierno emite para cubrir las obligaciones. Pero lo que pasa es que en este momento entre lo que hay que cubrir y lo que se va a emitir hay más de 46.500 millones que son para cubrir más gastos corrientes y para tratar que el déficit fiscal no sea tan grande. Para este año se había calculado 38.500 millones y de acuerdo a las últimas cifras la emisión ha sido casi de U$S 44.000 millones. Además, de que hay una deuda de la que generalmente se habla muy poco que es la deuda del Banco Central y que significa la emisión en este momento de Lebacs, cuya tasa de interés acaba de ser reajustada al 28,75%.

La deuda pública se compone de la deuda externa y de la deuda interna. Y la deuda interna son estas Lebacs. ¿Cómo funciona la parte de la deuda que está construyendo el Banco Central?

El Central para absorber los pesos de la emisión monetaria emite Lebacs, que son letras en pesos con una tasa de interés [que es superior al aumento del dólar]. Este año, con esta tasa de interés, va a haber que pagar intereses por $ 250.000 millones. ¿A quién? A los que compran las Lebacs, que son bancos nacionales y extranjeros. Esto significa un endeudamiento cuasi fiscal del Banco que en este momento es superior a las reservas que tiene. De reservas hay alrededor de U$S 53.000 millones y la emisión de Lebacs ya está por arriba de los U$S 60.000 millones. Es una política muy difícil de sostener, pero, bueno, el Fondo Monetario, según acaba de declarar un funcionario, dice que es la política correcta. Si leés el informe de Michel Camdessus del año 1998, como director gerente del Fondo Monetario, ahí decía que “el mundo tiene que seguir el ejemplo de la política de Carlos Menem y de la Argentina”. Y sabemos lo que pasó en 2001.

¿Los vencimientos de deuda externa se refinancian casi completamente? ¿Cómo es que se produce el incremento del monto total?

No, no. Eso se paga. Lo que pasa es que a veces se puede pagar todo y a veces no. Entonces cuando no se puede pagar se agrega al capital y se refinancia, o sea a través del mecanismo del anatocismo, que es el tema de la usura permanente.

Y si nos trasladamos al tema de las Lebacs, estos vencimientos el Estado no los paga. ¿Cómo funciona este sistema?

Los refinancia. Si hay vencimiento de Lebacs por $ 300.000 millones, el Banco Central emite Lebacs para cubrir esa suma. Ahora, a veces la puede cubrir y a veces no. Entonces cuando no la puede cubrir tiene que pagar. El problema sería que de golpe nadie renovara las Lebacs y el Banco no podría pagarlas.

O sea que el Estado quebraría si sus acreedores reclamaran el pago. ¿Eso implicaría una soga al cuello del gobierno de parte de los tenedores de las Lebacs?


Por supuesto.

Porque están en todo su derecho legal de pedir cobrar en cada vencimiento, que además son de corto plazo.

Exactamente. Pero yo creo que hoy el mecanismo funciona aceitadamente porque el sistema financiero, que en este momento tiene ganancias enormes, está apoyando al gobierno. ¿Y por qué lo apoya? Porque si yo tengo dólares, los traigo acá a la Argentina, los vendo, compro Lebacs, tengo una tasa de interés promedio del 26, 27%, dentro de tres meses las vendo, vuelvo a comprar dólares, y la tasa de ganancia es enorme. Y no te digo si la tengo un año, porque el crecimiento del dólar, a pesar de que ha habido momentos en que ha crecido más, está pautado. Con algunas diferencias, es como la famosa tablita de la época de Martínez de Hoz.

¿Cree que esta política de endeudamiento externo es parte de un convencimiento militante, de una certeza política, o es simplemente una medida pensada por grupos de empresarios que buscan grandes negocios?

¿Sabés lo que pasa? Los empresarios tienen como único objetivo el lucro, no les interesa las realidades sociales. Estoy leyendo un libro excelente de Zygmunt Bauman, Daños colaterales, donde habla de cómo se comportan los mercados. Y a los mercados lo único que les interesa es la maximización de la ganancia, si en ese camino queda gente fuera es un problema de la gente. Por otro lado, como en los últimos 30 años la concentración de la riqueza ha crecido exponencialmente, esto determina que las empresas sigan con esta política porque eso determina que ellos cada vez tienen más dinero y en consecuencia más poder. Cuando vos analizás este gobierno ves que está integrado mayoritariamente por empresarios. ¿Podés creer que un gobierno de empresarios, que siempre han privilegiado el interés privado, tiene debida conciencia de lo que es la cosa pública? Evidentemente, no. De todas formas, creo que esto no es de ahora. Cuando se habla de los bienes del Estado siempre me llamó la atención que, en medio del discurseo, no se tenga conciencia de que el Estado no es el dueño de los bienes. Los bienes son del pueblo, de la gente, el Estado es simplemente el administrador. Al no tener conciencia de que los bienes son de la gente, los vendemos, como está haciendo Macri con la Isla Demarchi y con los terrenos aledaños y con todo lo que se está vendiendo últimamente. ¿Y por qué se está vendiendo? Porque hay una ley de la dictadura, ratificada por el Congreso Nacional en 2014, que autoriza al Poder Ejecutivo a vender los bienes del Estado. Y a ningún diputado de ninguna fracción política se le ha ocurrido, excepto al legislador [Marcelo] Ramal y al diputado [Juan Carlos] Giordano de la izquierda, y al senador [Fernando “Pino”] Solanas, presentar proyectos para derogar esa ley.

¿Qué impacto tiene el hecho de haber emitido deuda a cien años?

Para mí emitir deuda a cien años, además de ser un acto absolutamente irresponsable, es una muestra de la connivencia que hay entre el gobierno y el sector financiero, porque fue un bono que se colocó inmediatamente. Y si bien la magnitud del bono, respecto a los 119 mil que acabo de mencionar, es mínima, porque son 2.750 millones, esos 2.750 millones significa que la Argentina va a pagar 20.000 millones de intereses. Y además, cuando hablo de irresponsabilidad, ¿cómo sabemos lo que puede pasar en la Argentina en los próximos diez años? Mucho menos lo que va a pasar en los próximos cien. Nunca se emitió un bono de esas características, y hay dos o tres países que lo han hecho, pero también de manera irresponsable. El gobierno ha dicho que esto significa confianza. Confianza en algo que algunos discuten, pero que es una realidad: la Argentina siempre paga. Podrá dejar de pagar un tiempo, podrá entrar en default, pero invariablemente termina pagando. Cristina Kirchner lo dijo: “Somos pagadores seriales”. Siempre hemos pagado.

“Argentina siempre paga. Podrá dejar de pagar un tiempo, podrá entrar en default, pero invariablemente termina pagando. Cristina Kirchner lo dijo: “Somos pagadores seriales”. Siempre hemos pagado”

Frente a esta política de endeudamiento, ¿qué ideas o propuestas se pueden llevar a cabo como alternativa, más allá de las consignas?


Mirá, en este momento en la Fiscalía Federal nº 6, cuyo titular es Federico Delgado, se está trabajando intensamente con peritos del Banco Central para establecer acciones de responsabilidad contra todos los que intervinieron en los procesos de endeudamiento. No sé si lo podrá hacer Delgado o no, pero si no lo hace lo voy a hacer yo, porque me he presentado en la causa y he presentado montones de documentos. Uno de los elementos fundamentales de por qué el tema de la deuda sigue invisibilizado y no se quiere auditar es porque la mitad de todo ese proceso que comenzó en los 70 es deuda de las empresas privadas. En el año 1985 el Banco Central le informó al Juzgado Federal nº 2 que el volumen de endeudamiento privado estatizado, y del cual era responsable el gobierno nacional, era nada menos que de U$S 23.000 millones, que equivalen casi al doble de esa cifra hoy. Esa deuda, que se empezó a investigar durante la gestión del ministro [Bernardo] Grinspun, en el gobierno de Alfonsín, determinó que fuera mostrando todos los fraudes cometidos por las empresas para enriquecerse ilícitamente. Autopréstamos, importaciones no declaradas, en fin, toda una operatoria que determinó que todo el pueblo argentino se hiciera cargo de las especulaciones económicas de las grandes empresas nacionales y extranjeras. Por supuesto, entre ellas, las empresas de la familia del presidente, de las cuales el presidente era director. Algunos dicen, bueno, pero era muy joven en ese momento. Claro, era muy joven, pero sabía lo que firmaba porque sino no iba a entrar en una sociedad. Por otro lado era muy joven cuando también se contrabandearon autos, era muy joven cuando se constituyó una offshore. Es un argumento insostenible.

¿En qué consistía esa operatoria con que se generó gran parte de la deuda ilegal?

Es muy simple. Hacés una operación ficticia con un banco extranjero y el banco extranjero dice “la empresa tal me debe U$S 10 millones”. Como esa empresa había tomado seguro de cambio y el peso se había depreciado, la diferencia entre el supuesto préstamo y el valor real del dólar que había que pagar lo tomaba el Estado. Ahora, ¿ese préstamo era real? No, era ficticio. Y te voy a dar un ejemplo, cuando se hizo la auditoría, entre las empresas que se auditaron, hubo una offshore del grupo Macri que se llamaba Omexil S.A. Esta empresa realizó una serie de operaciones con otra empresa, que presidía en ese momento Cristiano Rattazzi, actual presidente de Fiat Chrysler. Rattazzi constituyó una sociedad anónima con el mínimo de capital social y al poco tiempo Franco Macri le prestó plata a esa empresa con capital mínimo para que comprara acciones de Sideco Americana. Al mes y pico, esa empresa con un capital mínimo recibió un préstamo del Banco del Gotardo, con sede en Lugano, Suiza, por U$S 15 millones para comprar más acciones de Sideco. Yo te pregunto, ¿creés que un banco suizo le presta a una empresa creada recientemente, con el mínimo de capital, U$S 15 millones? La auditoría determinó el fraude en la operación. Pero esa investigación fue abortada por el gobierno de Alfonsín.

¿Y ahora qué podríamos hacer para frenar, dificultar o generar condiciones para repudiar el endeudamiento en el futuro?

En este momento hay auditores del Banco Central que están haciendo un relevamiento de esas empresas. Y la idea que yo tengo personalmente, más allá de lo que pueda hacer el fiscal Delgado, es hacer una presentación a la justicia para que ese dinero sea devuelto al Estado Nacional. Esto yo se lo planteé a la señora de Kirchner durante mucho tiempo, le mandé una carta y me contestó diciendo que no se podía hacer nada. Y yo le preguntaba por qué no se podía, porque, si bien la parte penal prescribió, no prescribió la acción civil. Pero aquí no hubo nunca intención de enfrentar a las empresas, jamás. El sector empresario, más allá de que se quejan todo el tiempo de que no hay seguridad jurídica y todo lo demás, nunca fue enfrentado respecto de la deuda privada. Estamos hablando de Industrias Metalúrgicas Pescarmona, de Loma Negra, de Papelera Río Paraná, de Papelera Puerto Piray, de Ford Motors, de Chase Manhattan Bank, de Techint, de Renault Argentina, de Ford. No es que son empresas pymes o de gente pobre. Son empresas que están relacionadas con el poder y al poder nadie quiere enfrentarlo.

¿Cuánto tiempo puede durar esta política en funcionamiento? Más allá de que haya crédito internacional y que esté relacionado con una decisión de sostener la política actual, ¿cuál es el límite?

Yo no te puedo decir el límite, lo único que sé es que esto puede durar mientras el sistema financiero obtenga beneficios. Hay que ver hasta cuánto aguanta esto, hasta cuándo la Argentina puede pagar y seguir endeudándose. El gobierno militar estuvo siete años en el poder, claro, a través de una feroz represión, que este gobierno no podría hacer. Pero como el Poder Ejecutivo es el que maneja la coparticipación federal sabe cómo apretar. Y por eso disciplinan a los gobernadores, a los senadores y, en este momento, en un hecho de extrema gravedad, también a los jueces federales, para que únicamente se dediquen a investigar hechos de corrupción del anterior gobierno y los de este queden absolutamente silenciados. Yo creo que si el sistema financiero sigue ganando plata, si siguen invirtiendo en Lebacs, esto va a tener un costo para la Argentina, y hay que ver hasta cuánto se llega, hasta cuándo la gente resiste. A mí lo que me llama la atención es cómo se convence al pueblo argentino tan fácilmente. Los Kirchner lo convencieron de que nos habíamos desendeudado, y hablar de que no nos desendeudamos parece una herejía. Macri a través de Durán Barba y todo ese grupo de gente lo convence de que vamos a cambiar, que vamos a ir a pobreza cero, y las realidades estadísticas demuestran que no es así. Pero la prueba de que a la gente la están convenciendo es la última elección, donde en Capital Federal Cambiemos ganó hasta en las villas de emergencia.

Respecto del conflicto con los fondos buitre. ¿Qué se debió haber hecho, no para que no haya conflicto, sino para resolverlo positivamente para el país? El hecho de que este gobierno haya pagado tan rápido y desprendidamente, ¿qué significado tuvo?

A mí lo de los buitres siempre me llamó la atención respecto a cómo se ejerce una mala política. Primero porque el juicio se inició apenas asumió Kirchner en el 2003. No es un juicio que estalló en 2012 con la sentencia de Griesa. El gobierno, a partir de 2003, tendría que haberse preocupado por ver qué solución le daba a eso. Pero, primer punto, los abogados que eligió el presidente Kirchner fueron los mismos que contrató Carlos Menem en 1989 y que participaron en el proceso fraudulento del Plan Brady y en todos los procesos de endeudamiento de la Argentina en la década del 90. Segundo, esos abogados han representado históricamente a una gran parte de los acreedores históricos de la Argentina, son abogados del City Bank, del Chase Manhattan Bank, de Morgan. Yo creo que no nos defendieron bien, son abogados especialistas en fraude, en defender a las personas acusadas de fraude y creo que no defendieron bien porque a partir de 2003 hubo una serie de instancias, hubo embargos que el juez Griesa rechazó, pero la Argentina nunca se preocupó por esa causa.

¿Cuándo empezó a preocupar la cuestión de “los buitres”?

En 2011, cuando vino el primer llamado de alerta con las decisiones de Griesa. Después apelamos, nos salió mal, volvimos a apelar, nos volvió a salir mal y finalmente fuimos a la Corte Suprema de los Estados Unidos pensando que íbamos a ganar tiempo, porque era muy difícil que la Corte fallara en contra de lo que había fallado la Corte de Nueva York. Y la Corte directamente en tres líneas de texto ni siquiera se ocupó del caso. Los abogados que nos defendían sabían perfectamente que la Corte no lo iba a considerar. Entonces yo no entiendo cómo el gobierno se confió en eso. Por otro lado hay algo que a la gente del gobierno anterior le pareció fantástico, pero a mí no, porque si vas a litigar al tribunal y te defendés, no podés decir “si me fallan en contra no voy a cumplir la sentencia”. Directamente no te presentes. ¿Dónde se vio algo semejante? Eso lo declaró la presidenta de la Nación, lo declaró el ministro de Economía, “no vamos a pagarle a los buitres”. Pero cuando se terminó toda la instancia no hubo otra alternativa que cumplir. Y ahí fuimos al cambio de gobierno.

Ahí asume Macri con promesas de “arreglar” la cuestión.

Y ahí es cuando se produce un cambio. Primero porque Macri dijo que a los buitres había que pagarle siempre. Entonces el gobierno no solo pagó, porque una cosa era lo litigado en ese juicio, que era un poco más de U$S. 2.000 millones y otra cosa es arreglar con todos, con los que no habían hecho juicio, con los que estaban litigando en el Ciadi. Dijeron, bueno, le pagamos a todos, si tienen derecho o no, igual tenemos que arreglar porque así nos endeudamos. Entonces ahí fue la ley de pago a los buitres, por la cual se emitieron U$S 16.000 millones para pagarles a todos. Yo expuse en el Senado, cuestioné esto y dije que estamos pagando un delito. Pero es como que a los economistas, a los políticos pareciera que el orden jurídico no les interesa. Y si los bonos son ilegales, si pueden cuestionarse tampoco les interesa. Entonces arreglaron. Yo en estos momentos acabo de ver el listado completo de todas las empresas y personas a las que se les pagó, recién pude acceder a eso, y voy a hacer un relevamiento para chequear caso por caso. Un ejemplo alarmante de lo que se hizo es que el ministro actual de Finanzas, Luis Caputo siendo secretario de Finanzas, era ministro de Economía Alfonso Prat-Gay, reconoció una deuda de U$S 842 millones en una hoja de agenda en forma manuscrita. Si vos sabés que para cualquier hipoteca, para un alquiler de un departamento de dos ambientes hay que hacer un contrato formalmente, ¿es posible aceptar que se reconozcan U$S 842 millones en una hoja de una agenda que la arrancaron el ministro? Ese no es un papel que yo descubrí, es un papel que vino acá al Congreso Nacional y que a nadie le pareció raro.




lunes, 6 de noviembre de 2017

El fuego que se viene


Este posteo está copiado del muro de FB del Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

UN INCENDIO A LAS PUERTAS
por Eduardo de la Serna

El fuego, para el mundo antiguo es una interesante imagen polisémica que remite a luz, calor, alimentación, purificación, oración o hasta sanción (“el fuego que no se apaga”).

En nuestra cultura se han perdido algunas de estas imágenes, pero se han añadido otras como al decir que se “ponen (o no) las manos en el fuego” por algo o alguien, o que en determinada acción se está “jugando con fuego”. En estos últimos casos, se alude a quemar(se) o arriesgar(se) a hacerlo.

Poner las manos en el fuego por alguien es ciertamente insensato en todos los sentidos, pero la imagen alude a una confianza casi ciega en algo o alguien. “No te vas a quemar” sería la conclusión, o crees que no ocurrirá. Confiar plenamente en alguien de que no sucederá lo casi seguro remite, obviamente, a una confianza absoluta. Es bastante insensato confiar hasta tal extremo en alguien: “el fuego quema” podríamos decir sin dudarlo. No hay fuegos que no lo hagan. La imagen no es demasiado razonable, aunque, sin duda, remite a una confianza total. Pocos -y especialmente muy pocos en el ambiente público- se harían o merecen hacerse acreedores de semejante insensatez.

“Jugar con fuego” es un poco menos insensato, pero no carece que ilógica. Se puede jugar con fuego si alguien sabe manejarlo bien, con prudencia, riesgos medidos y sabiduría como es el caso de los buenos “fuegos artificiales”, aunque se cuentan por miles los incendios ante esta insensatez. Jugar con fuego es arriesgarse a una quemadura (un poco menos que meter las manos en el fuego, reconozcámoslo). Por ejemplo, cuando un niño “juega con fuego” o lo hace un inexperto el riesgo es inminente. El niño del caso es inimputable, es decir, no conoce la gravedad de sus actos ni la criminalidad de sus acciones, pero el incendio está a las puertas.

En lo personal, creo que el gobierno está jugando con fuego. Un abuso impune de un poder judicial mediocre y adicto, presiones sobre gobernadores y legisladores, abuso del sentido de los votos conseguidos perjudicando a los sectores más débiles: jubilados, trabajadores, indígenas, desocupados, cooptación de jueces, medios de comunicación, sindicalistas, obispos, beneficios a los amigos y sectores poderosos… Dejando la metáfora del fuego, la del cántaro a la fuente, del eslabón más frágil de una cadena o la soga tensa no parecen distintos en cuanto a lo previsible. Y este fuego / cántaro / cadena / soga frágil son los pobres, las víctimas de este modelo de impunidad y violencia. El gobierno es violento y ejerce violencia, ¡mucha! Y así planteadas las cosas, todo indica que dolorosamente todo va a terminar mal, ¡muy mal! Y eso indica descontrol, represión indiscriminada, y muertes. Muertes que no saldrán en los diarios mientras puedan silenciarlo (como nada se dijo de la marcha por Santiago Maldonado del miércoles pasado), pero que seguirán “preparando el terreno” para un incendio que se vislumbra.

Se intuye porque impunes e inimputables juegan con fuego, juegan con la vida de los pobres. Y el pueblo es manso y pacífico, pero es digno y es capaz de reclamar lo que le pertenece. Si el gobierno escuchara le pediría que pare ¡ya! todo lo que está haciendo, pero lo creo sordo; le mostraría el dolor y la muerte en cuotas que se vive y muere en los barrios, pero lo creo ciego, le haría tocar la carne con las heridas abiertas del hambre y las lágrimas, pero lo creo insensible.

No veo un futuro de paz y de alegría para nuestro país. Ojalá sepamos sembrar paz y justicia, pero -¡eso sí!- la siembra quiero hacerla desde el lado de los pobres y las víctimas, la siembra del odio y la indiferencia se la dejo al gobierno, ¡y vaya que lo está haciendo!

Nota: es una experiencia sumamente repugnante y asquerosa la de hacer una lectura de los comentarios reaccionarios y fascistas posteados al pie de esta publicación en el muro del  Grupo de Curas en la Opción por los Pobres

Hasta la próxima


Comentarios

viernes, 3 de noviembre de 2017

Depresión y resistencia

Desde los Comuneros colombianos, Túpac Amaru y los quilombos brasileños, nuestra historia es la de una lucha entre liberación y colonia, como brecha histórica. 
Tuvimos momentos de avance: los movimientos populares de diferentes épocas y países, que abrieron y ampliaron el espacio a la ciudadanía real. También hubo retrocesos, porque es historia de lucha y no relato de marcha triunfal, que es como relatan sus historias las sociedades decadentes.     
Nuestra lucha como historia está repleta de retrocesos durísimos: el genocidio de nuestros originarios, la guerra al Paraguay, el asesinato de Dorrego y de nuestros caudillos, la rebelión de 1880, la Revolución de 1890, la masacre de Falcón, los asesinatos de la Patagonia, la Semana Trágica, las represiones de 1930 y 1955, el bombardeo a la Plaza de Mayo, los fusilamientos de 1956, los crímenes atroces de la dictadura de 1976-1983, y quedan más en el tintero. Pasar revista a la región sería agotador. Pero nada de eso impidió el avance de nuestra ciudadanía real.  
Ahora sufrimos otro momento de retroceso. El Estado de Derecho se derrumba: hay presos políticos (Milagro Sala y sus compañeros); se encubren homicidios (Maldonado); se quieren revisar condenas por crímenes de lesa humanidad; se desconocen decisiones de justicia internacional; se persigue a jueces díscolos; casi se secuestró a un senador para demorar su incorporación al Consejo; se reclaman jueces propios; se acusa de mafiosos a los laboralistas; se estigmatiza al sindicalismo; se propone derogar el derecho laboral; se intentó nombrar ministros de la Corte Suprema por decreto; un sector de jueces se presta a un revanchismo análogo al de 1955; se inventan y clonan procesos; se imponen prisiones preventivas infundadas; se montan shows judiciales; desapareció la imparcialidad en amplios sectores judiciales; se quiso computar doble la prisión preventiva de genocidas que no la habían cumplido nunca; se extorsiona a los gobernadores para manipular al Congreso; se amenaza el sistema previsional; se desfinancian el desarrollo científico y tecnológico y las universidades; se persigue judicialmente a sus rectores; crece la deuda externa a velocidad nunca vista; se vuelve al colonialismo del FMI y, como frutilla del postre se forzó la renuncia de la Procuradora General de la Nación y se amenaza la autonomía del Ministerio Público, con lo que se manipulará selectivamente el ejercicio (y no ejercicio) de las acciones penales. 
Es obvio que nos alejamos velozmente del modelo ideal del Estado de Derecho (todos iguales ante la ley) y nos acercamos al del Estado de policía (todos sometidos al que manda).  
Esta regresión responde al marco mundial de pulsiones del totalitarismo corporativo, dominante en los Estados-sede, en que el lugar de los políticos lo ocupan los autócratas de las transnacionales. En los periféricos debilita la soberanía y fortalece la represión, porque la soberanía es de los pueblos y la represión es contra los pueblos, lo que empalma con su proyecto de 30% de inclusión y 70% de exclusión, racionalizado con la ideología única de idolatría del mercado, que exige libertad para personas jurídicas y represión para las humanas, usurpando el nombre de liberalismo (nunca mejor acompañado por el neo), con el que domina las academias y se vulgariza a través de los monopolios mediáticos. Todo esto, sin contar con las noticias falsas, los mensajes emocionales, la manipulación digital de conducta y los big data, con sus millones de dobles del consumidor, del peligroso y también del votante. 
La pulsión totalitaria corporativa mundial trata de generar sensación de impotencia, mostrándose eterna y omnipotente. Se trata de otra fake new (así se llaman las mentiras del Tea Party), porque no hay poder que no pase y que no tenga fisuras ni contradicciones. La impotencia genera depresión y, como es obvio, el deprimido no puede oponer resistencia (aunque puede volverse loco, matar y suicidarse).
Para provocar depresión es necesario ocultar la historia, otrora con el relato mitrista, ahora menos intelectualmente (acorde a la decadencia de nuestras minorías), tapándola con globos amarillos y shows televisivos.   
Desde la aporía agustiniana el tiempo es un problema, dado que el presente es una línea móvil entre dos cosas que no son: el pasado porque ya fue y el futuro porque aún no es. Pero lo cierto es que sin conocer lo que ya no es, tampoco podemos proyectar lo que aún no es. La fijación en la línea del presente sin percibir su movilidad es lo que causa la sensación de impotencia y la consiguiente depresión, porque al ignorar las otras dimensiones se obtiene una falsa visión estática de un mal momento histórico.   
Todo poder autoritario o totalitario acude a la táctica de incapacitar para la resistencia ocultando la historia para provocar depresión, porque fuera del contexto de lucha no se comprende que ese también es nuestro futuro, dado que el colonialismo continuará –aunque cambie de careta– y no parece cercano el momento en que no haya hegemonías mundiales que nos quieran colonizar.  
Además, sin ese contexto, tampoco es posible ponderar el balance positivo de la lucha de nuestra historia periférica, que es nada menos que nuestro ser, que aquí estamos, argentinos y latinoamericanos, y no sólo estamos, sino que también llegamos a ser y somos, que es lo más importante: avanzamos, resistimos y no han podido impedir que seamos y sigamos siendo.
Nuestros próceres no estaban angustiados –como se ha pretendido–, al menos no por separarse de un absolutismo monárquico. Tampoco San Martín se deprimió por Cancha Rayada ni Bolívar aflojó pese a sus reiterados fracasos. No debemos estarlo nosotros, aunque hoy la lucha contra la colonia no consista en cruzar los Andes a caballo.         
Nuestra historia continúa conforme a su esencia de historia de lucha anticolonialista y desde el pasado nuestros próceres nos exigen seguir sus ideales liberadores, reafirmando hoy que, argentinos y latinoamericanos, aquí estamos y aquí somos, nunca nos fuimos, no nos iremos ni dejaremos de ser: estamos, somos y seguiremos estando y siendo y, por supuesto, en la buena empujando y en la mala resistiendo, sin deprimirnos.   
    
* Profesor Emérito de la Universidad de Buenos Aires.

Abuelas de la Plaza