"Los límites éticos de construir el sueño de libertad de unos por sobre la de otros"La actualidad del persistente trabajo del Jefe de Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires para encrarar la resolución del
"problema de las villas" en esta ciudad, nos enfrenta con un clásico de las estructuras de dominación o sea la permanente reproducción del modelo de dominación.
Aparentemente, para los habitantes
de esta ciudad, en adelante
"nosotros", existen ciertas definiciones respecto de los pobres, en adelante
"los otros".
Por ejemplo, los
"otros" se dividen en dos clases, la mayoritaria que son los
pobres porque no tienen ganas de trabajar (casi sub-humanos, los mas "otros" de todos) para los cuales sólo caben
soluciones finales cualesquiera ellas sean. Estos
"otros" son siempre seres despreciables, delincuentes, sometidos a sus costumbres atávicas (sic comentario de forista de La Nación), drogadependientes, analfabetos, etc. En particular ésta clase de
"otros" provocan miedo a los ciudadanos decentes que tienen la mala fortuna de ser propietarios de viviendas en las cercanías de tan demoníacos lugares.
Por otra parte tenemos a la fracción minoritaria, que son los
pobres que buscan trabajo decente para tratar de dejar atrás la pobreza. (los mas humanos de los dos)
Para éstos últimos se tendrá la bondad y la grandeza patriótica de
facilitarles la
"deportación forzosa voluntaria" a zonas alejadas del centro y por lo tanto de sus lugares de trabajo, sus escuelas, sus centros de salud, a barrios carentes de servicios públicos adecuados y por lo cual sólo deberán pagar una pequeña cuota que al cabo de los años y con mucha suerte, los haría propietarios de una vivienda indigna en medio de un nuevo asentamiento marginal pero peor; eso si antes no se ven desplazados por otros marginales más marginales aún.
En la construcción del imaginario natural del ciudadano decente o
"como la gente" es interesante obsevar como se encontramos los más bajos pensamientos racistas y discriminatorios para con estas personas que son
"otros" diferentes, que no son como
"nosotros" y que deberán hacer su propio esfuerzo para alcanzar un nivel de vida digno. Podemos escuchar además algunos comentarios referidos al esfuerzo que los
"nosotros" y sus ancestros han realizado para garantizar su actual posicionamiento social que los autoriza a opinar de esa manera.
Es sumamente interesante determinar que ninguno del los habitantes
"como la gente" de esta ciudad que piensa fervientemente que el gobieno (para el caso y solo circunstancialmente Macri) haría bien en lanzar las topadoras contra la Villa 31 arrasando cada pared; ninguno digo, recuerda que la mayoría de ellos desciende indefectiblemente de padres, abuelos, bisabuelos, que llegaron a estas costas expulsados, exilados, desplazados, hambreados, convertidos en extranjeros sospechosos de ser anarquistas o comunistas sólo por ser europeos pobres que hablaban mal el castellano o directamente no lo hablaban.
Otros, en cambio, recuerdan muy bien sus orígenes, pero insolidariamente. Nunca olvidan que llegaron escapando de genocidios y matanzas bestiales, estigmatizados como seres inferiores por congéneres con los que habían estado conviviendo por años o siglos pero al momento de tener que enfrentar
"el problema de las villas" parecen atacados de repentinas amnesias.
Todos se muestran muy afines a aceptar el discurso del ciudadano
"como la gente" y coinciden en monocorde coro racista en que
"el problema de las villas" debiera ser resuelto de una u otra forma. Reinserción social, topadoras, deportación forzosa, urbanización, etc....
Ninguno de ellos rememora en su discurso los tiempos en que sus ancestros vivieron hacinados en sucios y miserables conventillos, plagados de enfermedades y rodeados de miseria.
Aquella sociedad decimonónica alargada al buenos aires de los los primeros años del siglo XX, plena de anémicos analfabetos, cocoliche, mugre y promiscuidad es el lugar de donde vienen los habitantes de Buenos Aires en su gran mayoría.
Con todo respeto debemos señalar que los ciudadanos de bien, hoy sus honorables descendientes, pretenden defecar mas alto que lo que sus anos les permite como si allí residiera toda la diferencia.
Estamos en problemas.
Ninguno de ellos reflexiona respecto de la responsabilidad social de clase que les cabe, hoy y aquí.
Ninguno razona sobre la responsabilidad perversa del moderno sistema neoliberal dominante en la generación, mantenimiento y profundización de este fenómeno.
Ninguno reconoce que su magra o fastuosa fortuna individual, material, cultural o social, está irremediablemente construída sobre las miserias de caracterizan la presencia de las personas que viven en las villas. Nos guste o no.
Es sumamente interesante recorrer la nota de La Nación del viernes 3 de Octubre de 2008,
"Crece la pelea entre Macri y el Gobierno por la villa de Retiro"y los comentarios de lectores adjuntos a la misma para reflexionar luego de superar las arcadas de asco que muchos de estos producen.
Como complemento les dejo un fragmento del trabajo
"Usinas del Miedo" de María Carman publicado en
la:
AIBR. REVISTA DE ANTROPOLOGÍA IBEROAMERICANA
AIBR. VOLUMEN 3, NÚMERO 3. SEPTIEMBRE-DICIEMBRE, 2008Carman, María (2008). "Usinas de miedo" y esquizopolíticas en Buenos Aires. AIBR, Revista de Antropología Iberoamericana, 3(3):pp. 398-418.
"Una empleada doméstica de un barrio cerrado me relató cómo estaba obligada a declarar, en la entrada del barrio, los objetos personales con los que acudía a trabajar a las casas: sus libros, discos compactos, etc. En caso de que olvidara declararlos, ya había tenido repetidos problemas por la suposición automática por parte del personal privado de seguridad de que los había sustraído de la casa en cuestión, con lo que solo lograba salir de la fortaleza privada cuando su “patrona” intercedía12. Un colega antropólogo también me comentó cómo, viajando en la camioneta de una empresa privada que realiza el trayecto de los barrios cerrados de Pilar a Buenos Aires, la camioneta se detuvo en la puerta de entrada del barrio desde donde inicia el recorrido, y en el cual habían subido numerosas empleadas domésticas. El guardia de seguridad entonces, de mal modo, vociferó: – “¡¡Que bajen dos domésticas!!” Pero nadie se movió de su asiento. El chofer miraba para atrás en silencio. El grito se repitió y entonces, como la camioneta iba a permanecer detenida hasta no completar la requisa al azar, la extorsión operó y dos mujeres, de mala gana, descendieron y dejaron que los guardias revisen sus pertenencias, tras lo cual volvieron a subir y la camioneta continuó su recorrido.
Cabría preguntarse frente a estas prácticas de sesgo carcelario si, como diría Hobbes (1994 [1651]:174), el miedo y la libertad son compatibles, o bien sobre los límites éticos de construir el sueño de libertad de unos por sobre la de otros."
Hasta la próxima