domingo, 2 de febrero de 2014

No tenía por todo documento mas que su memoria - J. L. Borges

Groundhog Day

Dos de Febrero de 2014. Ya es la hora.

Hace unos diez años se estrenaba una interesante película titulada Groundhog Day traducida al español como El día de la marmota protagonizada por Bill Murray.

En ella, Phil, el anunciador del clima de una cadena de televisión, es enviado un año más a un pequeño pueblo a cubrir la información del festival del Día de la Marmota que allí se celebra cada año. Por razones que se desconocen Phil y su equipo se ven sorprendidos por una tormenta que les obliga pernoctar en el pueblo. A la mañana siguiente, al despertarse Phil, comprueba atónito que comienza otra vez el mismo "Día de la Marmota" que había terminado la noche anterior. Exactamente el mismo. De esta manera el personaje, ve transcurrir los mismos sucesos diarios cada día siendo él el único que es consciente de ello mientras que los demás inadvertidos de la anomalia observan asombrados las rarezas que este produce al saber anticipadamente lo que va a ocurrir.

El día de la Marmota se festeja realmente cada 2 de Febrero en la localidad de Punxsutawney, en el estado de Pensilvanna - USA.

Este Enero de 2014 anduve recorriendo algunos caminos y localidades de nuestra Patagonia, respirando un aire bastante menos enrarecido que el de estaintoxicada e intoxicante Buenos Aires dicho esto en todo sentido. Aprovechando los interminables y silenciosos atardeceres de nuestra cordillera austral para leer un libro que recomendó Leopoldo Moreau en Facebook. Es "En el ojo de la tormenta" de Mario Rapoport, licenciado en economía politica de la UBA  y doctor en Historia (La Sorbona - París) entre otras pequeñeces.

Muy recomendable lectura ésta para los no especialistas interesados que deseen aprender y comprender la historia de la economía moderna y su impacto en nuestra sociedad en el presente. Algunos párrafos parecen haber sido redactados hace menos de quince minutos.

Me sorprendió desde el mismo inicio con el epígrafe que el autor elige para la introducción de su trabajo: "No tenía por todo documento mas que su memoria" de J. L. Borges.

Es de la memoria de lo que quisiera hablar. Esa memoria que le permite al protagonista del dìa de la marmota darse cuenta de lo que està ocurriendo mientras todos los demàs parecen sufrir de una amnesia inexplicable.

En el Capítulo IV del libro de Rapoport - El estado en la economía nacional - el autor hace un revelador repaso de los diferentes estadíos por los que pasó la economía en nuestro país y a la par describe la relación entre los factores de poder y el estado a lo largo del tiempo. 

Es algo asì como el dia de la marmota. Los hechos històricos y los actores que los porducen son siempre los mismos y se repiten una y otra vez casi sin variaciones.

Descubrimos por allí que las politicas en favor de un estado intervencionista se alternan cíclicamente con las de un estado liberal como en una calesita que maneja siempre el mismo dueño. Liberal cuando las variables macroeconómicas favorecen la recolección de utilidades extraordinarias que van a parar siempre a unos pocos bolsillos privados y luego, cuando los tiempos son desfavorables y las deudas privadas se tornan agobiantes aparece un estado intervencionista y regulador que socializa dichas pérdidas para que las soventen los que menos tienen. 

Para los que creen que esta cuestión fue una novedadde aparecida de un repollo que estalla en 2001 es menester que tomen en cuenta que situaciones similares se han estado produciendo cíclicamente a lo largo de casi toda nuestra historia convirtiéndose en una suerte de columna vertebral de ésta y que termina por explicar hechos como el reciente ataque especulativo de la Shell coincidente con el lock out de los terratenientes agroexportadores.

Con mayor o menor tecnología asociada casi casi que nada nuevo hubo desde antes de 1810 a la fecha.

Desde aquellos tiempos la entonces incipiente burguesía terrateniente criolla de origen español primero y luego, ya transcurrida buena parte del siglo XIX y a hasta principios del XX después, los advenedizos nuevos ricos constructores de la nación liberal capitalista dependiente, las clases dominantes hicieron lo que vienen haciendo hasta hoy. Esto es copar y mantener el control de los mecanismos del estado sin importar los medios y ponerlo a su servicio a costa del esfuerzo de las clases subalternas, verdaderos productores de riqueza. 

Es que la ampulosamente llamada Revoluciòn de Mayo solo fue un golpe de estado polìtico de caracterìsticas burguesas que en nada modificò el modo de producciòn y apropìacion de la riqueza. Mantuvo la exclusiòn colonial de las clases subalternas, pobres, mestizos, indios, iletrados y no propietarios mientras consolidaba el poder politico y la riqueza en manos de unos pocos. Mucho ruido repùblicano pocas nueces democràticas.

En el capítulo dedicado a analizar la forma en como se estructuró el sistema financiero y la creación del Banco Central de nuestro país, Rapoport enumera no menos de cinco crisis financieras ocurridas entre la de 1873 y la globalmente famosa de 1929. En todos los casos los poderes fácticos operaron el sistema político, jurídico y económico en su estricto beneficio sin importar aquella discusiòn teòrica y acadèmica sobre estado intervencionista o estado liberal. Todo sirviò para asegurar el status quo. Los ricos tienen derecho a serlo y los pobres pagan por ello.

Fue y sigue siendo la presencia dominante y bruta de una burguesía terrateniente y comercial aliada a los intereses del capitalismo global dominante que se dedican a la expoliaciòn de riquezas naturales y fuerza de trabajo. Nada mas que eso. Nada de ideas, ni razonamientos, ni argumentos, solo fuerza bruta y no otra cosa. 

Esa es la ùnica ideologìa de las clases dominantes y es por ello que resulta inútil y estéril sostener un dialogo democrático con éllas o sus representantes e interemediarios mientras las clases subalternas deban someterse a sus condiciones de dominación por medio del sistema económico de producción.

El caso es que por estos dìas veo, presencio, escucho y hasta intervengo en larguìsimas discusiones entre enfervorizados contendientes que gastan su tiempo tratando de vencer argumentalmente al otro pretendiendo demostrar ya sea las bondades del estado intervencionista o de las polìtcas del laissez faire liberal. 

La historia se repite sin variaciones como si fuera la primera vez que los hechos ocurren de este modo, tal como en la pelicula y yo me siento un poco como Phil. ¿Que hago repitièndome cada dìa en este circuito estèril?

Falta la memoria. Aùn aquellos que dicen honrarla olvidan ràpidamente el peso de lo ocurrido y las experiencias vividas para terminar proponiendo lo mismo que sus oponentes circunstanciales, es decir unas falacias infundadas basadas solo en resentimientos y ofensas que terminan siendo todas funcionales a que nada cambie.

Hasta la pròxima.

Abuelas de la Plaza