Fragmento de "Ciclos" publicado Por Horacio Verbitsky en el El Cohete a la Luna.
25 febrero, 2018.
Una perfecta tranquilidad social
En apenas seis meses de Perón al frente del Departamento y luego Secretaría de Trabajo se firmaron los primeros convenios colectivos con una docena y media de sindicatos. Aunque hoy cueste creerlo, entonces se implantó por primera vez el descanso dominical y las vacaciones pagas, y las indemnizaciones por despido y accidentes de trabajo. En diciembre de 1945 se estableció el aguinaldo obligatorio para todos los trabajadores y trabajadoras, aún del servicio doméstico. El Estatuto del Peón Rural extendió esas conquistas a las actividades agropecuarias y forestales en las que introdujo la jornada de ocho horas. La investigación de la que participó Cullen recuerda que la Unión Industrial denunció “la indisciplina que necesariamente se engendra en los establecimientos” por el demagógico aguinaldo, y Confederaciones Rurales protestó porque el Estatuto del Peón “elimina la jerarquía del patrón para dejarlo a merced de los peones o de cualquier agitador profesional”. Junto con la Cámara de Comercio fustigaron el otorgamiento de un salario mínimo, vital y móvil, de nuevos aumentos generales de salarios y la aprobación en “forma inconsulta” del sistema general de jubilaciones. Perón los calificó como “la eterna oligarquía económica que ha manejado a la oligarquía política”. El 24 de junio de 1945 un documento empresario pretendió que desde la Semana Trágica de enero de 1919, “el país ha vivido dentro de una perfecta tranquilidad social. Y no es reavivando diferencias entre patronos y obreros, sembrando odios y azuzando pasiones que culminaron y terminaron hace 25 años, que habrá de propenderse con sinceridad al propósito de trabajar por la unión de todos los argentinos” (el combate al narcotráfico y la pobreza cero son modernizaciones posteriores del discurso). Perón les contestó que esto “hace suponer que quisieran otra Semana Trágica. Entendida así la tranquilidad social, no hay nada que conversar. Si se trata de matar cinco o seis mil obreros para luego obligar a trabajar como se quiera, con el objeto de asegurar así 25 años de tranquilidad social, yo no me voy a prestar a eso”, contestó. Recién la movilización obrera y popular del 17 de octubre de 1945 modificó la relación de fuerzas, que hasta ese momento favorecía al proyecto del gran capital, arraigado en la sociedad civil y también hegemónico en los cuarteles. Ese cataclismo político y social es el prolegómeno a las elecciones nacionales del 24 de febrero de 1946, en las que Perón llegó a la presidencia, de la que sería derrocado en 1955 por un golpe eclesiástico-patronal, con participación de algunos grupos de militares retirados. En diálogo con un grupo de sindicalistas, el contraalmirante Arturo Rial confesó el objetivo de aquel golpe: “La Revolución Libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero muera barrendero”. Los propósitos no han variado, pero esta sinceridad hoy no se consigue.
Hasta la próxima
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