lunes, 7 de abril de 2008
Banalización del debate
Ellos, los consabidos teros sin plumas de nuestra pampa, son los que sostienen que debemos encontrar la quintaesencia del mal, la inquisición nuevamente desencadenada, la persecución mortal del opositor y que la señora presidenta viene a ser un nuevo demonio con cola y todo enseñoreado por Avenida de Mayo, son los generales mediáticos golpistas y sus obedientes subalternos y acólitos en general, en definitiva los neo-gorilas, si es que un gorila puede llamarse neo.
A su servicio, conscientemente o no, están todos aquellos disciplinados y sumisos consumidores de basura mediática, ellos son en definitiva el hato de ingenuos que rápidamente pasarán de hecho a formar parte de las víctimas civiles e inocentes que los generales mediáticos mandan al frente de batalla y que valientemente hoy salen a poner el cuerpo en la heroica lucha por la defensa del nuevo y fugaz icono de la libertad, el "Pícaro Sábat" cuya cotización se verá sustancialmente incrementada gracias a la nada despreciable publicidad del producto que fabrica (él mismo).
Personalidades esbozan defensas, desagravios, expresiones solidarias, etc. muy interesante fenómeno por el cual disimulado detrás de una "muy plausible obra de bien" se construye un discurso de crítica hacia la presidenta en ejercicio a quién está tan de moda golpear por banalidades de menor importancia como por ejemplo la marca de su cartera.
Adelante Argentinos, dibujitos y carteras de moda esa es la discusión.
Seamos claros, si discutimos banalidades terminamos siendo banales y por lo tanto estaremos construyendo una sociedad banal. (miremos un minuto a nuestro alrededor por favor).
Una verdadera y necesaria discusión, por ejemplo la de la justa distribución de la riqueza que se produce en suelo argentino en todas sus formas, esa discusión no se da, se soslaya, se evita, en definitiva se prohíbe.
Y de esa censura no se habla. No seriamente en los medios por lo menos.
De la imposibilidad de miles y miles de argentinos de acceder a los mas elementales bienes y servicios como alimento, vivienda, educación, salud, de eso no se habla realmente. De cómo en los últimos 20 o 30 años nuestra sociedad empeoró todos sus índices de bienestar humano de la mano de los modelos que nos fueron impuestro y/o aceptamos mas o menos sumisos.
De la responsabilidad que todos tenemos, SÍ dije "TODOS", respecto de la violencia social desatada que significa la sola perdurabilidad e incremento cuali y cuantitativo de esas carencias sociales, de eso no se habla.
Nadie, a nivel mediático postula abierta y seriamente una discusión pública inmediata con desagravios, acciones solidarias y propuestas concretas respecto por ejemplo de la existencia de "las pirañas" esos niños armados que en gran número aparecen y desaparecen fugazmente arrebatando lo que encuentren a su paso y que asolan ya no solo barrios marginales del primero y segundo cordón del Gran Buenos Aires sino que llegan a algunos barrios de la Ciudad de Buenos Aires .
No veo marchas multitudinarias con cacerolas y banderas, ni escucho voces públicas y mediáticas como no sea las de unos argentinos para pedir la aplicación de más violencia institucional asesina sobre esos otros argentinos.
No escucho a sectores con verdadero poder político, económico, militar, espiritual, sectores de la producción agrícola o industrial, de las empresas extranjeras como alguna telefónica o un pool agroexportador, no escucho de parte de los verdaderos dueños de la riqueza algo mas que el silencio en el mejor de los casos y sí mayormente un cerrado discurso único en respaldo de todo aquello que hace a garantizar y favorecer el modelo de acumulación irrestricta de la riqueza en pocas manos.
Ninguno de ellos sale al ruedo a decir que ese modelo es la causa y "las pirañas" son el efecto.
Ninguno de ellos lo hará. Habrá que hacer fuerza mucha fuerza para cambiar eso.
Pienso que ese es un verdadero debate que nuestra sociedad podría proponer hoy.
No perdamos mas tiempo con banalidades.
Al fin y al cabo él es como declaró ". . . .un periodista que dibuja, nada más" en definitiva al que le guste Sábat que vaya y lo mire y al que no no.
jueves, 3 de abril de 2008
Sobre la política de la provocación
Galería El Peronismo / Canal Encuentro
He leído, no sin asombro, la nota publicada por Beatriz Sarlo en el diario La Nación, el jueves 27 de marzo de 2008[2]. Debo decir que aún hoy, casi siete días después, me resulta difícil compatibilizar el discurso que emana de la nota con la firma y, aún más, la historia personal de su autora. Estudiante de la Facultad de Filosofía y Letras en los años sesenta, militante de larga trayectoria en el peronismo revolucionario y el maoísmo, Sarlo se identificó, desde los años ochenta, con la persistencia arquetípica de una figura intelectual -en el sentido fuerte, francés, del término- de neto tinte progresista. Punto de Vista, la revista de la cual fue referente principal, perduró, durante muchos años, como un ámbito de debate insoslayable, de crítica, de reflexión polémica. Varios años después, ya alejada de los claustros, Sarlo ha cambiado el “Mao y Perón, un solo corazón” de su juventud por el “Videla, volvé” de las clases medias, exasperadas por el triunfo electoral del peronismo. Sin lugar para la razón, su nota cierra toda una travesía intelectual, que va desde el socialismo revolucionario hasta la derecha golpista, pasando, eso sí, por el alfonsinismo.
Vale la pena hacer un repaso de los acontecimientos que Sarlo, más que relatar, maltrata y amaña. Tras una jornada cargada de tensión, y con pocos minutos de antelación al inminente discurso presidencial, el martes 25 de marzo se conoció, por todos los medios de comunicación, la decisión de las corporaciones que agrupan al grueso de los productores agropecuarios de ratificar, tanto la continuidad del lock out, como –más grave aún- los piquetes que cerraban el camino a los transportes de alimentos para el abastecimiento de las ciudades, eso sí, por tiempo indeterminado. Pese a ello, Cristina Fernández de Kirchner, sin lugar a dudas en su hora más difícil, había elegido salir a la palestra.
En un discurso fuerte, que marcaba a las claras el carácter político de la conducta patronal, así como la complicidad de buena parte de la oposición derrotada en octubre, la jefa de Estado había ratificado su política de ingresos, y en especial, el sistema de retenciones móviles, que garantiza que la estabilidad de precios relativos en el país no se vea afectada por las rápidas fluctuaciones en el mercado mundial de granos. La frase más fuerte fue, desde luego, para el doble discurso de las entidades agropecuarias, en teoría embarcadas en una negativa conjunta a comercializar su producción exportable. Al respecto, señaló la presidente: “Entre el 13 y el 23 de marzo han salido exportaciones por 402 millones de dólares […] La huelga me parece que se la están haciendo a los argentinos, porque las exportaciones siguen viento en popa”. Mientras se exporta maíz, denunció la presidenta, “se mueren los pollos argentinos y veremos también crecer el precio de los mismos […] A algunos, tal vez, les gustaría que lo que comen los argentinos, a precios argentinos, poder exportarlo y tener mayor rentabilidad.”[3]
Apenas culminado el discurso, en muchos barrios pudientes de la Capital comenzaron a sonar cacerolas. En un patético revival de las trágicas jornadas de diciembre de 2001, parte de la clase media alta movilizaba, detrás de las banderas del campo, sus odios de clase y, en especial, su visceral antiperonismo. De modo nada serio, se escuchaba el “Que se vayan todos”, y tanto los más como los menos exaltados pedían la renuncia de la presidente asumida el diez de diciembre. En ese escenario caldeado, aparecieron columnas de militantes peronistas, con el dirigente piquetero Luis D´Elía a la cabeza, para manifestarse a favor del gobierno. Después de algunos forcejeos, y una o dos trompadas, a mi entender muy bien puestas, la plaza quedó en manos de los grupos oficialistas, quienes tuvieron el buen gusto de quitar las banderas con leyendas del tipo “Videla, volvé”, colocadas allí por sus ilustrados predecesores.
En su nota, Sarlo se las arregla para ver el mundo al revés, cosa que no es de extrañar si atendemos a su nada consecuente derrotero intelectual, de casi trescientos sesenta grados. El relato que enhebra no deja lugar para la actitud de las corporaciones, analiza el discurso presidencial como parte de “un dispositivo político” centrado en la provocación, y elige tachar de violentos, no a quienes buscaron y buscan, por cualquier medio, desestabilizar al gobierno constitucional, sino a quienes se manifiestan por la vigencia irrestricta de la democracia. Llamativamente para alguien de su talla, que ha dedicado su vida al análisis del discurso, Sarlo cae, una y otra vez, en todos los lugares comunes del antiperonismo clásico: el elogio del espontaneísmo como valor propio de “la gente” -en rigor, de las clases medias ilustradas- frente a la “organización” de los piqueteros “kirchneristas” -quienes, en rigor, hace rato que no cortan rutas, y que nunca pusieron en peligro, por otra parte, la circulación de la economía o la estabilidad de las instituciones-, la atribución de la “provocación e impunidad” a quienes, en todo caso, responden con su conducta “patotera” a los enemigos jurados de la democracia, etc. Para Sarlo, al parecer, desabastecer a las principales aglomeraciones urbanas, como expediente de un litigio iniciado –eso nos dicen- por la distribución de la renta agraria, no sólo no merece comentario, sino que es digno de apoyo.
No obstante, lo que más me llamó la atención de la operación lingüística operada por Sarlo fue el párrafo que le dedicó a Cristina, quien resultó imputada como autora intelectual del desalojo de los caceroleros golpistas de Barrio Norte. La madre de todas las perlas fue este sencillo comentario: “Se dice que Cristina Fernández habla bien. Su discurso no lo prueba, si hablar bien significa algo más que hablar de corrido, no vacilar ni confundirse con los tiempos de los verbos.”[4] Más arriba, en un casi seguro recurso literario, Sarlo le hace decir a una de las manifestantes con las que tuvo tiempo de dialogar: “No creo que esta mujer haya sido una dirigente política en su juventud, porque yo estaba en la política y discutir con los JP era difícil. Había que ganarles, mientras que esta mujer me parece que nunca le ganó a nadie una mujer mano a mano”[5].
Cualquiera que tenga unos años sabrá reconocer, casi con una sonrisa, el arsenal discursivo que desempolva Sarlo: es el tono de rencor que las mujeres de alta sociedad reservaban para Eva Perón, “la Eva”, la primera de todas que se animó a ser “Esa mujer”. Es, también, como lo ha señalado recientemente Marta Dillon, el rencor ante la potencia femenina de otra mujer peronista, que tal vez, lo haya merecido menos –vaya uno a saber-, pero que hoy decide, con inteligencia, pasión y energía, sobre el destino de todos los argentinos. Gran revolución cultural, la de Sarlo: Mao estaría orgulloso.
Hoy, el pueblo argentino ha manifestado, en millares de voces, en decenas de plazas y ciudades de todas las provincias, su apoyo al gobierno nacional. La manifestación principal, en Plaza de Mayo, retoma la tradición peronista de la movilización masiva como herramienta de participación. Mañana, seguramente, aparecerán los denostadores: que la gente estaba paga –porque los que pelean por la redistribución de la renta lo hacen por amor al arte-, que movilizaron con camiones –en vez de ir caminando, como en 1945-, que los que fueron no laburan, que no son los verdaderos “representantes del pueblo”, etc. Ya lo conocemos. Ya lo hemos escuchado anteriormente. Llevamos cincuenta años escuchando la misma tozudez, recibiendo la misma violencia, verbal y física. Bien lo sabe Cristina, que hoy recibió el pañuelo de Hebe de Bonafini, tal vez, en recuerdo de todos aquellos compañeros a los que nadie les podía ganar la discusión, y que acabaron muertos. Bien lo sabe Sarlo, con toda su crispación, relegada a las columnas del diario de la oligarquía por excelencia. La fantasía de una “República” sin las “masas ignorantes”, sin los “esclavos del clientelismo”, se termina cada vez que vamos a las urnas. Antes, después, y en el medio, es más de lo mismo. Da pena que el país no pueda avanzar en medio de una coyuntura internacional tan favorable. Pero mientras algunos pocos sigan sin entender que, con todos los derechos del caso, se tienen que bancar ser la minoría, no vamos a cambiar. Seguiremos sumidos en la violencia, fruto de la intolerancia de los supuestos dueños del país, que creen ser también los dueños del logos.
[1] Beatriz Sarlo, entrevista citada de Hora, Roy; Trímboli, Javier: Pensar la Argentina. Los historiadores hablan de historia y de política, Buenos Aires, El Cielo Por Asalto, 1994, p. 194.
[2] Sarlo: “Fue una provocación”, en La Nación, 27/03/08.
[3] Véase Pagina 12, 26/03/08, p. 3.
[4] Sarlo: “Fue una provocación”, ibídem.
[5] Ibídem.
lunes, 31 de marzo de 2008
El desafío Argentino.
Arriesgar en público una opinión política en la argentina de hoy en este momento es arriesgado por muchos motivos.
De todos modos aquí va lo mío :
Nunca antes en nuestros casi doscientos años de existencia como estado independiente las posibilidades de la coyuntura fueron más promisorias.
El terrible proceso de concentración de la riqueza en manos de pocos y en detrimento de muchos que casi siempre funcionó aceitadamente estaba frenando e invirtiéndose tímidamente, muy tímidamente, pero como muy pocas veces en la historia de nuestra joven nación.
Los actores económicos y políticos que tradicionalmente detentan el poder se habían visto obligados a llamarse a un provisorio silencio y adoptar actitudes menos violentas que en otros períodos de nuestra historia nacional. Es decir, sin gobiernos de facto, sin terrorismo de estado, sin autoritarismos de clase apoyados en las armas del ejército. Sin represión indiscriminada, sin torturas sistemáticas, sin persecuciones políticas masivas, sin desapariciones masivas de personas, sin fraude patriótico, etc.
De ningún modo estamos en el paraíso, no, sólo que era uno de aquellos momentos en que si había vocación y decisión social podía iniciarse la reversión.
Se podía pensar en el comienzo de la construcción de un estado nacional argentino moderno, un poco mas justo, solo un poco mas libre. Se podía pensar que el terrible enfrentamiento social imperante podría lentamente ir siendo modificado a partir de la política, hacia una tregua que permitiera la reconstrucción en paz y con un cierto progreso material de nuestra sociedad de por sí terriblemente dañada particularmente desde 1976 hasta hoy.
Se podía pensar también en el cominezo de un lento pero no menos profundo trabajo espiritual que llevara a sanar a las personas tan dañadas que conformamos esta sociedad.
Se podía pensar que con el sistema democrático mas consolidado, que si bien “malo es el menos peor” nos permitiría a los ciudadanos tener la esperanza de que la miríada de intereses sectoriales siempre contrapuestos y en conflicto por naturaleza, podrían ser medianamente elaborados permitiendo la evolución de las relaciones sociales hacia un estado de menos injusticia, de menor grado de violencia, y una tendencia hacia reducción de las desigualdades sociales estructurales.
Podíamos imaginar que tal vez habiendo llegado al fondo ya se podía pensar en el camino del ascenso.
Una visión realista y no utópica de que era posible evitar por un momento las polarizaciones sociales y sortear las dificultades de no discriminar entre adversario y enemigo.
En fin, el “reformismo progresista moderno”.
Como buenos descendientes de
Ah!
Pues no señores, la cuestión es que no estamos en Europa, estas tierras no son Europa ni lo serán.
Y lo que es mas triste aún, para la Europa de nuestros suspiros nunca lo seremos.
Argentinos, aceptémoslo, estamos solos.
Con el Virrey Menem que se terpa al trono por izquierda para, después de castigar el estertóreo intento pequeño burgués de las clases medias representadas por el gobierno democrático de Alfonsín, dedicarse a profundizar la aplicación del modelo de la nueva derecha internacional indicado por sus amos.
Luego de la derrota de
El neo-liberalismo capitalista, que nada tiene que ver con “lo nuevo” ni con “la libertad” como arquetipos, mas sí con la ilimitada y cotidiana acumulación bienes y poder, como ideología dominante instalado a sangre y fuego por las dictaduras militares en representación de sus patrones económicos se encargaron de matar a todos los que pensaran diferente en aquellos años de plomo.
Tuvieron también la profesionalidad de eliminar también a la mayor parte de sus hijos, parientes en general, amigos, simpatizantes y vecinos, tal como las hordas bárbaras siempre lo hicieron en la historia humana, asegurándose un improbable renacimiento de la mala costumbre de “pensar mal” o simplemente “pensar” garantizando la instalación de lo “nuevo” por la “razón o por la fuerza” .
En ese contexto histórico, estamos hoy los argentinos atravesando la coyuntura de un posible nuevo enfrentamiento, como siempre distinto pero eternamente igual.
Una vez siendo muy joven e ignorante aún, ante las noticias cotidianas de alguno de los eternos conflictos en medio oriente cometí la tontería de preguntarle a un amigo porteño argentino de Villa Crespo de origen judío si se sentía mas judío o mas argentino.
Sabia y porteñamente me contestó : - me siento profundamente argentino mientras que algún boludo no me recuerde que soy judío, en ese momento me siento profundamente judío -.
Deseo profundamente que el gobierno de mi país y los dirigentes ruralistas tengan la suficiente cordura como para no colocarnos a todos frente a la necesidad de tener que optar por una u otra parte.
Por favor no nos obliguen a elegir por uno u otro.
Sé que hay mas, muchas mas “partes” en el juego no solo dos, muchos matices, varias opciones reales que deben estar en la discusión, nada en una sociedad es tan lineal y tengo mis propias opiniones al respecto.
De todas formas, llegado el caso en que si algún boludo, me hacen elegir entre las ganancias de los productores agrarios (pequeños, medianos y grandes) y la estabilidad del sistema democrático de mi país yo no tendré dudas sobre de que lado voy a estar.
MC
01/03/2008
jueves, 27 de marzo de 2008
"En defensa del Campo" ..... popular
Amigos, conocidos, lectores fieles, curiosos circunstanciales:
Hoy deseo compartir con ustedes mi respuesta personal y hasta este momento privada, al correo de una querida amiga que decidió sumarse a la campaña mediática a favor y en apoyo a la movilización del 25 de marzo pasado y días subsiguientes de los sectores del "campo argentino" contra el gobierno nacional elegido democráticamente hace apenas unos meses.
Para eso ella me agregó en su lista de distribución de una cadena de mail muy difundida por estos días y que es una arenga escrita sobre la bandera argentina.
Como siento que esa cadena afectó mi sensibilidad personal, mis creencias y mis ideas sobre la realidad que me toca vivir, quise en esta respuesta, dejar claramente sentada mi opinión no solo ante esa amiga mía a quién conozco, respeto y quiero, sino ante todo un grupo de personas a las que en este momento les participo
Con todo respeto.
27 de Marzo de 2008
Queridísima Patricia,
con todo el cariño que sabés que te tengo quiero decirte que mi posición sobre este tema del “campo vs el gobierno democrático” es total, completa y definitivamente opuesta a la movilización de los intereses oligárquicos que montados sobre algunas reivindicaciones tal vez válidas de algunos sectores del campo, se mueven en “pro” del deterioro y la caída de este gobierno popular que quiere decir “elegido por el pueblo” empujados por esta especie de “coalición cívica”, opositora, y auspiciados por algunos oscuros sectores defensores de miembros de las "Fuerzas Armadas" represores y torturadores y de sus familiares y amigos todos ellos firmes y actuales apologistas de los crímenes de lesa humanidad cometidos en nuestro país y aún impunes.
Tal vez a tus ojos eso no resulta demasiado claro y tu correo haciendo campaña por ellos podría ser un ingenuo apoyo a lo que crees una causa justa.
En fin, siendo así o no, de cualquier forma es mi obligación moral dejar claramente establecido que estoy en un todo de acuerdo con la posición del Gobierno de la Nación al que apoyo y defiendo firmemente, ya que mal podría ponerme del lado de los que históricamente ayudaron a destruir todo intento democrático y popular de instalar un estado de cosas justo en nuestra sociedad en los últimos 50 años, se llamen ellos Perón, Frondizi, Illia, Alfonsín, Néstor Kirtchner y ahora Cristina Kirtchner.
Mal podría, decía, acordar con aquellos que utilizaron los más diversos mecanismos antidemocráticos y violentos en beneficio de imponer las políticas del neoliberalismo en nuestro país desde hace mas de 50 años.
“Aquellos” a los que me refiero son los abogados, contadores, ingenieros, etc, representantes de los intereses de las empresas multinacionales que, por ejemplo, en la soja exportada, se "roban" nuestros suelos fértiles y nuestra agua potable a modo de “bonus track”; de los menos de 6.000 terratenientes oligárquicos representados por la SRA (Sociedad Rural Argentina), cuyos encumbrados líderes he visto siempre sentados a la derecha del dictador de turno.
Esas 6000 familias que son los tradicionales descendientes de asesinos y ladrones de los pueblos originarios e inmigrantes desde hace 200 años, aquellos que aprovecharon siempre las crisis económicas para agrandar sus riquezas en detrimento de los más débiles; tampoco deseo compartir el espacio de esa plaza de Mayo con los militares fascistas y sus socios civiles y religiosos que desde antes de la creación del Ejército Argentino Moderno allá por principios del siglo XX estuvieron (salvando muy honrosas excepciones) al servicio del imperio británico primero y norteamericano después y de la oligarquía agroganadera que los alimentó siempre, militares que usaron las armas entregadas por el pueblo para robar, torturar y matar al propio pueblo, armas que la sociedad les había entregado para la defensa común; tampoco me sentiría cómodo junto al Episcopado y el clero católico ultramontano que bendice y avala indefectiblemente todos los intentos de provocar el sufrimiento, la miseria, la expoliación, la explotación, la obscena acumulación de riquezas producida gracias a la aberrante y aceleradísima transferencia de las mismas desde los sectores pobres a los ricos acorde con las ideologías y teorías económicas vigentes; de modo alguno me resulta factible tampoco compartir esa convocatoria con los nuevos ricos de amplia fortuna y escaso intelecto, aquellos sostenedores de la amplia ideología de las 4x4; ni con los del “voto cuota” que en los ´90 sostuvieron y mantuvieron el proyecto “Menem te estafa, te roba y te hambrea”; menos aún junto con los monopolios de los multimedios que pretenden con un estridente “Clarin” dar forma a la opinión de “La Nación” dedicándose a mal-formar la opinión pública y a des-informar a la población en general haciendo uso de las herramientas mas viles de la propaganda subliminal; y por fin no deseo estar al lado de aquellos intelectuales que escriben y reescriben la historia a conveniencia del poder imperial para que los pequeños argentinos de hoy y de mañana no sepan como pasaron verdaderamente las cosas en el suelo donde nacieron y así poder elegir libremente.
En este caso del campo el análisis es lineal y las cuentas son sencillas, cuando los intereses que detentan el poder económico tienen pérdidas por las sagradas razones del mercado, entonces éstas son socializadas indefectiblemente y las deudas son pagadas por todos, (desde Rivadavia a Cavallo) los trabajadores, los abogados, los panaderos, los maestros, los campesinos, los poetas, los taxistas, los cartoneros, sean éstos buenas o malas personas, ejemplos de ética o perfectos inmorales, salvajes ladrones drogadictos o esforzados y virtuosos trabajadores cotidianos, en cambio cuando la coyuntura los favorece y los márgenes se agrandan exageradamente por las mismas “veleidades del mercado”, entonces todo el “socialismo” se termina y prevalece el principio de la inviolable “Santa Propiedad Privada” de modo que las ganancias son sólo del propietario y de nadie más, dios me salve y me libre de todo mal, amén. Sobre todo esto último.
Definitivamente no puedo concordar con lo que el correo que me enviaste en cadena me propone, por mas que me lo pidas desde el bajo golpe de una melodramática carta escrita sobre mi hermosa bandera argentina.
Te comento amiga mía, mi única bandera sí es la celeste y blanca pero la que está sucia con la sangre de mis ancestros, dentro de mi pecho, junto con mis valores, mis muertos, mis amores y sobre todo mis propias miserias de las que cada día me hago cargo.
Patricia, si alguna vez pasó o pasa en el futuro que yo te incluya en una cadena de mails que te molesten o con contenidos con los que vos definitivamente no acordás, te pido que me lo hagas saber de inmediato, como yo ahora.
Esto lo pido bajo el principio universal de respeto por la opinión ajena que puede no ser la igual para todos.
Finalizo respondiendo que ante el pedido final de esa carta de “no te borrés”; siento que este campo no es el mío, de esta plaza de la discordia y el golpe institucional que se prepara desde hace meses, yo me borro.
Te mando un gran abrazo.
Martín
http://elbaldio2007.blogspot.com/
Nota:
Si crees que esta carta es interesante te autorizo desde ya a que la circules entre tus allegados y conocidos a modo de cadena de mails.
Martín