La agresión imperialista del gobierno norteamericano era una más de las muchas que dicho estado realizó contra estados soberanos en el continente.
Esta vez fue la primera de todas en las que las fuerzas imperiales fueron derrotadas ampliamente por la firme determinación en la defensa de la soberanía y la revolución que mostraron las fuerzas armadas revolucionarias de Cuba.
Por estos días cuarenta y ocho años después, el gobierno del país que agredió sistemáticamente a su vecino, pretende, desde su nueva caracterización seudo progresista, iniciar negociaciones con el Gobierno Revolucionario de Cuba, aún cuando pretende poner condiciones.
Sean bienvenidos al diálogo tantas veces reclamado durante este medio siglo y tantas veces prepotentemente rechazado por el orgullo imperial.
Es indudable que la Cuba agredida requiere indefectiblemente de una relación con poderoso vecino para salir de un estancamiento económico en el que esta sumida como consecuencia principal del agresivo bloqueo que ha sufrido.
Lo que no debe aceptar Cuba (ni América Latina en su conjunto) es la más mínima pretensión del gigante imperialista en avanzar sobre su soberanía y su independencia.
Todos los países de América Latina deberían estar unidos en defensa de sus propios intereses frente a la casi segura posibilidad de que el lobo hoy algo maltrecho y disfrazado con piel de cordero intente sacar ventaja de la sustancial desigualdad de poder económico y militar que subsiste en esa, por ahora hipotética, mesa de diálogo.
No olvidemos la larga historia de múltiples agresiones sufridas por la humanidad toda, no solo en nuestro continente, que provinieron de esa nación incapaz de mantener minimamente una realción pacífica y cordial con sus vecinos.
Esa sociedad, con vocación imperialista y heredera de lo peor surgido de las corrientes del pensamiento filosófico y religioso de la vieja civilización europea hoy representada por el ideario del "american way of life".
Los que admiren aquello pues que se lancen con sus bagajes hacia las fronteras del imperio y soliciten su ingreso, los demás, los que preferimos quedarnos, pues recordemos la historia y seamos prudentes y desconfiados.
No debemos olvidarnos de Haití, Guatemala, México, Grenada, Chile, Panamá, Cuba, Nicaragua, y todos los países americanos que frieron la agresión armada de las fuerzas militares enviada por aquella sociedad enferma de poder y ambición.
No debemos olvidarnos de Argentina, Brasil, Venezuela, Colombia, El Salvador, Honduras, Uruguay y todos los países agredidos de manera artera por el poderío económico norteamericano, sus representantes, sus representados y el de sus servicios de inteligencia inmiscuídos en nuestros asuntos internos infiltrando nuestras instituciones.
En resumen, a lo largo de los últimos doscientos años, ese país del norte, su sociedad toda con su pueblo necesariamente cómplice, se dedicó a imponer por la fuerza sus condiciones sin distinción a todos los que vivimos al sur de su frontera en este continente.
No confundirse con los aparentes cambios que se producen.
La crisis de sistema finaciero internacional como síntoma emergente de la más profunda crisis del capitalismo no es la muerte inmediata del imperio y el cese de sus pretensiones.
La seudo progresista elección de un impensado presidente negro no es señal de otra cosa que de la capacidad del imperio de metamorfosearse el imperio y de las mil caras que está dispuesto a presentar para mantener incólumes sus prerrogativas y precvalencia.
Obama y Hilary no están allí para rendir el núcleo duro que confroman los factores de poder de cuño capitalista, liberal y puritanismo retrógrado de aquella sociedad i a punta de pistola y masacrando a cuantos se interpusieran en su camino.
Todo lo contrario, Obama y Hilary tienen la misión de garantizar la supervivencia y la continuidad expansiva del caracter imperial de esa nación y de seguro que podrán lo mejor de sí para lograrlo.
Hasta la próxima.
Ver Enlace con La Polilla Cubana (http://lapolillacubana.wordpress.com/2009/04/18/alba-apuesta-a-inclusion-de-cuba-o-nada/)