NOS SIGUE FALTANDO LÓPEZ
El 19 de septiembre de 2006, el ex director de Investigaciones de la Policía Bonaerense, Miguel Etchecolatz, fue condenado en La Plata a prisión perpetua por los asesinatos, secuestros y torturas cometidos en el marco del genocidio implementado por la última dictadura en la Argentina.
Jorge Julio López no asistió a la sentencia.
Estaba desaparecido desde la madrugada del día anterior.
Su testimonio ante la Justicia, el 28 de junio de 2006, había sido de vital importancia para la condena a Etchecolatz.
Trabajaba como albañil y en los años setenta militó en una agrupación peronista del barrio de Los Hornos, en La Plata. El 27 de octubre de 1976 fue secuestrado por primera vez de su casa. Estuvo en Cuatrerismo, en el Pozo de Arana, en la Comisaria Quinta y en la Octava de La Plata. Eran centros clandestinos del “circuito Camps”.
A diez años de su segunda desaparición, desde el Espacio Memoria seguimos reclamando la aparición con vida de Jorge Julio López.
Fotografía: Gentileza de Helen Zout #10AñossinLópez #NossiguefaltandoLópez
domingo, 18 de septiembre de 2016
Lopez - 10 años
sábado, 17 de septiembre de 2016
Inmisericordes
Hace poco el papa Bergoglio anunció que:“la misericordia no es una palabra abstracta sino un estilo de vida” de la misma forma se puede decir que también es un estilo de vida lo opuesto a la misericordia.
Hoy en P12, Sandra Russo nos recuerda que los inmisericordes existieron en todas las épocas y en su militancia perversa han desparramando acciones fundadas en el odio hacia los mas perjudicados por el sistema explotador conducido por las elites oligárquicas.
Un lugar seguro
Por Sandra Russo - en P12 - 17/09/2016
Pero aquella fue una saga extensa y salvaje. Por debajo de Rottger, desde septiembre de l955 la Dirección de Asistencia Integral sostuvo el objetivo: intervenir, desmantelar y disolver toda la obra de la Fundación Eva Perón. La Asistente Social Marta Ezcurra, que había sido fundadora de la juventud de la Acción Católica en 1931, ordenó el 23 de ese mes de ese mismo año la ocupación militar de cada una de las Escuelas Hogar. Se retiraron o se destruyeron todos los símbolos peronistas. Los niños alojados en ellos fueron testigos, en cada uno de los patios, del fuego en el que ardieron frazadas, sábanas, colchones, pelotas y juguetes con el logo de la FEP. Cada Hogar fue intervenido por Comandos Civiles que, en el caso de la Clínica de Recuperación Infantil Termas de Reyes, de Jujuy, llegaron al extremo de expulsar a los niños para dejar inaugurado allí, muy poco después, un casino de lujo.
Según relevaron Viviana Demaría y José Figueroa, en una extensa investigación histórica publicada en la Revista El Abasto, en Mendoza los golpistas tiraron al río toda la vajilla y cristalería, que había sido importada de Finlandia y Checoslovaquia, con la que habían comido los niños internados. En todo el país, además de la destrucción de los pulmotores en cuyas placas estaban grabadas las iniciales de la FEP, se ordenó romper todos los frascos de sangre de los hospitales de la Fundación. Finalmente, el clímax de revancha fue coronado con el asalto militar sobre la Escuela de Enfermeras fundada por Carrillo, y con su cierre definitivo.
Fueron confiscados todos los muebles de los hospitales, hogares para niños y hogares de tránsito, en medio de una campaña de propaganda que condenaba “el lujo” encontrado en ellos (Marta Ezcurra informó: “La atención a los menores era suntuosa, incluso excesiva, y nada ajustada a los normas de sobriedad republicana que convenía para la formación austera de los niños. Aves y pescados se incluían en los variados menúes diarios. Y en cuanto al vestuario, era renovado cada seis meses”). Al mismo tiempo, se desactivaron todos los programas de turismo social “del régimen”, de las proveedurías de alimentos de primera necesidad, del Plan Agrario, del Plan de Trabajo Rural. Fue también desalojada la Ciudad Estudiantil Presidente Juan Perón: fue convertida en un centro de detención adonde fueron encerrando a algunos miembros del gobierno constitucional derrocado, junto a cientos de militantes detenidos, acusados sencillamente de “peronistas”.
Ya cumplido ese desmantelamiento feroz, en l956, se dictó finalmente el decreto 4161 que proscribió al peronismo durante dieciocho años: “Queda prohibida en todo el territorio de la Nación: las imágenes, símbolos, signos, expresiones significativas, doctrinas artículos y obras artísticas, la utilización de la fotografía retrato o escultura, el escudo y la bandera peronista, el nombre propio del presidente depuesto, el de sus parientes, dichos objetos ofenden el sentimiento democrático del pueblo Argentino y constituyen para éste una afrenta que es imprescindible borrar”.
Desde l983 y hasta hace poco, sesenta años después de ocurrida esa saga siniestra de destrucción, odio y totalitarismo, esta enumeración anterior formaba parte del bagaje vital de un pueblo que pasó décadas intentando recuperar el sentido de la convivencia en paz. Ha cambiado la estructura de donde se agarra la revancha: no cuelga de los tanques y las botas sino de un uno y medio por ciento de ventaja en elecciones libres, y de la ceguera que proporcionan medios y jueces adictos, más una pizca incluso de un peronismo que se pretende desintoxicado de kirchnerismo. A la democracia le van dejando el chasis. Por dentro, la carcomen con el mismo pensamiento mágico: creen que porque eliminan los símbolos y los hitos, o porque persiguen a sus dirigentes, contribuyen a eliminar el recuerdo de una época pródiga para los de más abajo.
En esta saga oscura se inscribe la orden del juez Bonadio de incinerar decenas de miles de Qunitas en el curso de una causa en la que nada está probado, menos que menos que las Qunitas fueran peligrosas para los bebés. Lo peligroso era que los bebés siguieran viniendo al mundo en un país en el que nos esperaba una cuna de madera con sistema de encastre, un colchón de cama, dos juegos de sábanas, un acolchado, una frazada polar, un par de escarpines, dos sacos de dormir, un portabebé, un bolso materno, un bolso cambiador, artículos de higiene para la madre y el recién nacido, un termómetro digital, algodón, crema de caléndula, crema hidratante, protectores mamarios, preservativos, una bata, un camisón y pantuflas, un chupete, un babero, un mordillo, un sonajero, una guía de cuidados para la madre y un libro de cuentos.
No hay militares, no hay vajilla finlandesa, no hay pulmotores, pero vibra en el aire el mismo afán decapitador de sueños encarnados. El sueño que cumplía el Qunita era básico, módico, nítidamente popular: estaba dirigido a que cada embarazo en los sectores más desprotegidos viniera acompañado por la certeza de que esa mujer embarazada, estuviera o no en pareja, no estaría a solas con su bebé cuando naciera. Habría un ajuar esperando el nacimiento. Un ajuar simple, provisorio e inaugural, casi un gesto agradable del mundo, a través del Estado, al nuevo ser que llegara. Estamos viendo muchos gestos y acciones que van en el sentido opuesto a ése. Este Estado de derecha, maltratador e impudoroso con sus propios bajos instintos, a través de una decisión judicial caprichosa, da malvenidas, no bienvenidas. En una nueva y nuclear contradicción, los purgadores de la república conciben el fuego en el que arderán miles de cunas mientras miles de niños carecen de alguna y ruedan en el hacinamiento que muchas veces pone en peligro sus vidas, encimadas a otros cuerpos familiares. Esas Qunitas fueron concebidas como el primer “lugar seguro” del bebé, como suaves burbujas de amor para que allí duerman en paz. Leyendo mal informes del INTI y de la Sociedad Argentina de Pediatría, un juez propone nuevamente el fuego que cada tanto enciende nuestra historia. Hablemos ahora de inseguridad, si quieren. O del amor por los niños, si se animan.
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miércoles, 31 de agosto de 2016
Las elites, el imperio y la consciencia de clase.
Los verdaderos dueños de La Democracia perdieron la paciencia y reclamaron lo que les pertenece. Lo que siempre les perteneció desde que la crearon allá en la Europa imperial, racista y colonizadora. Ocurrió hoy en Brasil, fueron muchos años de negociaciones de todo tipo que inició el PT conducido por Lula y que hoy, con la destitución de Dilma, su sucesora democrática, llegaron a su fin. Años donde por dentro del llamado sistema democrático y por medio del voto mas o menos universal los representantes de los sectores populares y marginados alcanzaron una importante cuota del poder público. Por medio de arduas negociaciones y luchas políticas lograron establecer un equilbrio político con sus enemigos de clase y así implementar programas de gobierno que permitieron sacar de la pobreza a 80 millones de brasileros que estaban fuera de los mercados así como engordar una clase media que ahora responde cambiando de bando y aliándose a sus patronos y amos. Una vez logrado ese objetivo tanto del PT como de las oligarquías socias del imperio, éstas reclamaron la devolución de la suma del poder politico cedido. En el interregno había 80 millones mas de trabajadores ingresados al mercado de consumo pero principalmente al laboral y que así ampliarían la oferta de fuerza laboral productiva a la par de abaratar consecuentemente su precio claro que pra ello había que desregular el mercado. No serían India o China pero hacia allá tienen penado ir quienes diseñan el futuro de Brasil allá en el DoS del Imerio. Brasil y México serían la China y la India pero sumisas y sin bombas atómicas.
No importa como pero debía hacerse ahora luego de que fracsaran las manipulaciones n contra de la andidatura de Dilma y ésta finalmente derrotara a Aecio Neves - el Macri brasilero - en las elecciones pasadas. Los tiempos corren, la crisis sistémica global entra en fase crónica y el diseño geopolítico imperial requería un regreso mas rápido que ordenado de los principales países de América Latina a sus roles tradicionales impuestos desde el centro imperial. Simples administraciones territoriales funcionales a las políticas del DoS imperial.
El fenómeno del retroeso del los progresismos en America Latina y está asociado a la utilización de nuevas armas en esta lucha por la apropicón de los recursos como son las empresas dueñas de los medios masivos de comunicación y las mafias insertas en el cuerpo judicial de nuestros estados.
De todas la iniciativas antimperialistas desplegadas para la toma del poder por medio de alzamientos armados solo dos resultaron invictas. La de Fidel Castro que termina institucionalizndo un gobierno Revolucionario en Cuba que perdura hoy día y la de las FARC en Colombia, la mas antugia del continente que acaba de firmar la paz con el gobierno democrático de derecha de Santos. Todo otro intento armado fracasó y fue derrotado en su momento por la superioridad militar, económica y política del enemigo imperial y sus asociados las elites locales.
Hoy somos testigos de que la "vía democrática" elegida en reemplazo de la "via armada" infructuosa está siendo derrotada también nuevamente por la superioridad en poder de fuego y en fuerza económica del enemigo imperial y sus asociados las elites locales.
Jaqueado Correa en Ecuador y asediado Maduro en Venezuela, subsiste Evo en Bolivia en medio de problemas creados por las agencias de inteligencia imperiales.
Esta resultando bastante visible que solo con la toma del poder por la "vía democrática" no alcanza ya que las reacciones conservadoras tienen una capacidad y un volúmen muy superior al de las fuerzas progresistas pero además tienen muy claros sus intereses de clase a diferencia de la confusión que reina al respecto en el otro bando.
viernes, 19 de agosto de 2016
Insensibilidades
Difundir la violación - por Eva Giberti
Es posible celebrar la veloz y eficaz reacción que la comunidad, en especial los medios de comunicación, produjo con motivo de las declaraciones de un cantante rockero que “bajó línea” en relación con la violación de mujeres. De su inmundicia –el texto fue nutrido con condimentos psicopatológicos– cabe mencionar como detalle el haber utilizado la cátedra de una Escuela de Periodismo para expresarse. Pero en este oportunidad el texto aberrante –que sin duda comparten innumerables varones– tuvo su correlato fecundo: la comunidad se mostró sensible y encendió la alarma. Lo cual conduce a reflexionar acerca de la dimensión antagónica de lo que habitualmente sucede: la insensibilidad y acostumbramiento de las poblaciones ante los horrores que los medios fotografían, exponen y describen cada día, así como ante las expresiones de autoridades que vulneran los derechos de las mujeres utilizando su lugar de poder. La brutalidad de las expresiones que utilizó este cantante coloca en superficie el horror que se siente ante las historias de violación, a pesar de su cotidiana aparición.
Es posible celebrar la veloz y eficaz reacción que la comunidad, en especial los medios de comunicación, produjo con motivo de las declaraciones de un cantante rockero que “bajó línea” en relación con la violación de mujeres. De su inmundicia –el texto fue nutrido con condimentos psicopatológicos– cabe mencionar como detalle el haber utilizado la cátedra de una Escuela de Periodismo para expresarse. Pero en este oportunidad el texto aberrante –que sin duda comparten innumerables varones– tuvo su correlato fecundo: la comunidad se mostró sensible y encendió la alarma. Lo cual conduce a reflexionar acerca de la dimensión antagónica de lo que habitualmente sucede: la insensibilidad y acostumbramiento de las poblaciones ante los horrores que los medios fotografían, exponen y describen cada día, así como ante las expresiones de autoridades que vulneran los derechos de las mujeres utilizando su lugar de poder. La brutalidad de las expresiones que utilizó este cantante coloca en superficie el horror que se siente ante las historias de violación, a pesar de su cotidiana aparición.
El acostumbramiento a lo que constituye el horror puede tambalear sin
embargo cuando se fotografía el cadáver de un niño sirio, Aylan Kurdi,
recogido en una playa turca; entonces la sensibilidad doméstica se
altera; pero hizo falta esa escena que mostró cómo las olas depositaban
el cuerpito en la arena. Mientras tanto miles de refugiados son
perseguidos y otros tantos mueren ahogados a veces despertando lejana
indignación y también rechazos porque: “no corresponde que inunden los
países de otra gente”.
Inútil enunciar escenas horrorosas que denuncian el hambre en el mundo, porque resultaría interminable. Aquello que es preciso poner en evidencia es el acostumbramiento al espanto de aquellos desastres que convocan a millares de víctimas, entre ellas las catástrofes por doquier y las víctimas de episodios sangrientos. Todo mostrado cotidianamente de forma tal que la sensibilidad queda atorada; entonces empezamos a descubrir que la insensibilidad, precisa recurrir al mecanismo de la negación para no reconocer el horror que impide asumir lo que se está viendo o escuchando. De este modo, gracias a la insensibilidad se pierde la posibilidad de reflexión mental y el significado simbólico de aquello que se presencia o se conoce. Insensibilidad que no es ajena al consumo de sustancias “tranquilizantes”, “equilibrantes” y estimulantes que se ha disparado en el mundo occidental, una de cuyas funciones reside en impedir que determinadas emociones rocen la sensibilidad personal, asociada fuertemente con los pensamientos, conclusiones y reacciones de índole moral que podemos poner en juego.
Stanley Kohen habla de la fatiga de la compasión y se pregunta si “¿estamos hablando de una reacción frente a una crisis particular o de una disminución más general de la sensibilidad moral?” Introduce la idea de compasión como una vivencia que debe ser aprendida y enseñada y que al mismo tiempo podría ser una reacción “natural” ante determinadas situaciones desencadenada por el sufrimiento de los otros.
Los sufrimientos que ordenan los paisajes cotidianos mediatizados y que se repiten de manera intrascendente coadyuvan en la insensibilidad y el vacío de compasión pero en realidad no alcanzarían para la respuesta visceral de cada quien; precisan la convivencia con situaciones dolorosas que se resuelven pensando “siempre ha sido así”. El imaginario social está poblado de estas frases que justifican la negación del sufrimiento de otros, y, en oportunidades, como lo protagonizó ese cantante de rock, apelando a la posible histeria de alguna mujer que “precisaría” la violación. Cualquier argumento histórico o pretendidamente psicológico para recurrir al mecanismo de negación que nos conduce al embrutecimiento de los sentidos y a la pérdida de la capacidad simbólica que ayuda a pensar: ¿qué les sucede a esas personas que son victimizadas y su historia nos sirve como espectáculo?
Cuando celebro la reacción comunitaria en este caso de atropello divista (en boca de un cantante considerado divo) lo hago como contraejemplo de la insensibilidad mental que se patentiza cada día ante los cuadros dolorosos que podrían comprometernos y no obstante son recibidos mediante el mecanismo de la negación. Más aún celebro que no se haya formado –todavía– un club de varones dedicado a localizar mujeres histéricas para violarlas. Porque podrían ser innumerables aquellos que se mantuviesen ajenos a esta celebración y mantuviesen la insensibilidad cotidianamente adquirida y el embrutecimiento que los desplantes morales inducen.
publicado en P12 - Viernes, 19 de agosto de 2016
Inútil enunciar escenas horrorosas que denuncian el hambre en el mundo, porque resultaría interminable. Aquello que es preciso poner en evidencia es el acostumbramiento al espanto de aquellos desastres que convocan a millares de víctimas, entre ellas las catástrofes por doquier y las víctimas de episodios sangrientos. Todo mostrado cotidianamente de forma tal que la sensibilidad queda atorada; entonces empezamos a descubrir que la insensibilidad, precisa recurrir al mecanismo de la negación para no reconocer el horror que impide asumir lo que se está viendo o escuchando. De este modo, gracias a la insensibilidad se pierde la posibilidad de reflexión mental y el significado simbólico de aquello que se presencia o se conoce. Insensibilidad que no es ajena al consumo de sustancias “tranquilizantes”, “equilibrantes” y estimulantes que se ha disparado en el mundo occidental, una de cuyas funciones reside en impedir que determinadas emociones rocen la sensibilidad personal, asociada fuertemente con los pensamientos, conclusiones y reacciones de índole moral que podemos poner en juego.
Stanley Kohen habla de la fatiga de la compasión y se pregunta si “¿estamos hablando de una reacción frente a una crisis particular o de una disminución más general de la sensibilidad moral?” Introduce la idea de compasión como una vivencia que debe ser aprendida y enseñada y que al mismo tiempo podría ser una reacción “natural” ante determinadas situaciones desencadenada por el sufrimiento de los otros.
Los sufrimientos que ordenan los paisajes cotidianos mediatizados y que se repiten de manera intrascendente coadyuvan en la insensibilidad y el vacío de compasión pero en realidad no alcanzarían para la respuesta visceral de cada quien; precisan la convivencia con situaciones dolorosas que se resuelven pensando “siempre ha sido así”. El imaginario social está poblado de estas frases que justifican la negación del sufrimiento de otros, y, en oportunidades, como lo protagonizó ese cantante de rock, apelando a la posible histeria de alguna mujer que “precisaría” la violación. Cualquier argumento histórico o pretendidamente psicológico para recurrir al mecanismo de negación que nos conduce al embrutecimiento de los sentidos y a la pérdida de la capacidad simbólica que ayuda a pensar: ¿qué les sucede a esas personas que son victimizadas y su historia nos sirve como espectáculo?
Cuando celebro la reacción comunitaria en este caso de atropello divista (en boca de un cantante considerado divo) lo hago como contraejemplo de la insensibilidad mental que se patentiza cada día ante los cuadros dolorosos que podrían comprometernos y no obstante son recibidos mediante el mecanismo de la negación. Más aún celebro que no se haya formado –todavía– un club de varones dedicado a localizar mujeres histéricas para violarlas. Porque podrían ser innumerables aquellos que se mantuviesen ajenos a esta celebración y mantuviesen la insensibilidad cotidianamente adquirida y el embrutecimiento que los desplantes morales inducen.
publicado en P12 - Viernes, 19 de agosto de 2016
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