martes, 30 de enero de 2018

Sí, y el Papa no es católico

Nutritivo y contundente texto sobre la vejez de la recientemente fallecida Ursula K Le Guin, publicado en el suplemento RADAR de P12 que fue tomado de su libro "No hay tiempo para ahorrar: pensar en lo que importa"

En 2014 recibió la Medalla de la Fundación Nacional del Libro por Contribución Distinguida a las Cartas Americanas. En su discurso, ella denunció el mercantilismo en la publicación.

"Vivimos en el capitalismo. Su poder parece ineludible", "También lo hizo el derecho divino de los reyes. Cualquier ser humano puede ser resistido y cambiado por los seres humanos. La resistencia y el cambio a menudo comienzan en el arte y muy a menudo en nuestro arte, el arte de las palabras".

Animales de otra especie

Por Ursula K. Le Guin
No querer saber demasiado sobre volverse viejo (no quiero decir más viejo, sino viejo: 80 años y más) es probablemente una estrategia de supervivencia humana. ¿Para qué sirve saber algo antes de tiempo? Ya lo vas a averiguar cuando llegues ahí. Una de las cosas que la gente encuentra con frecuencia cuando llega ahí es que los más jóvenes no quieren escuchar sobre el tema. Así que la conversación sobre ser viejo tiene lugar sobre todo entre viejos. Y cuando la gente más joven le dice a los viejos lo que es la vejez, los viejos pueden no estar de acuerdo pero rara vez discuten. Yo quiero discutir, un poco. En el poema “Oven Bird” Robert Frost hacía una pregunta operativa: “¿Qué hacer con una cosa disminuida?”. Los norteamericanos creen firmemente en el pensamiento positivo. El pensamiento positivo es bárbaro. Funciona mejor cuando está basado en una evaluación realista y una aceptación de la situación real. El pensamiento positivo basado en la negación no está tan bien. Cada persona que se hace vieja tiene que evaluar su situación, que puede cambiar pero rara vez mejorar y hacer lo mejor que pueda con el resultado. Creo que la mayoría de los viejos aceptan el hecho de que lo son –nunca escuché a nadie de más de 80 decir “no soy viejo”–. Y hacen lo mejor que pueden con el tema. Además, ¡consideren la alternativa! Mucha gente joven, que ve la realidad de ser viejo como enteramente negativa, considera negativo aceptar la edad. Quieren lidiar con los viejos con espíritu positivo y les niegan su realidad. Con buenas intenciones, la gente me dice: “¡Oh, pero no sos vieja!” Sí, y el Papa no es católico. “Sos todo lo vieja que te sientas” Ahora, no me van a decir que haber vivido 83 años es una cuestión de opinión. “Mi abuelo tiene 90 y camina doce kilómetros diarios”. Qué suerte tiene el abuelo. Espero que nunca se encuentre con la vieja molesta Artritis y su maligna compañera Ciática. “¡Mi abuela vive sola y sigue manejando su auto a los 99!” Bien por la abuela, tiene buenos genes. Es un buen ejemplo, pero no uno que la mayoría de la gente pueda imitar. La vejez no es un estado mental. Es una situación existencial. ¿Le dirían a una persona paralizada de la cintura para abajo “¡No tenés una discapacidad! ¡Estás tan paralizado como quieras estarlo! ¡Mi primo se rompió la espalda una vez pero se sobrepuso y ahora se está entrenando para un maratón!”. Dar ánimo a través de la negación, aunque sea con buenas intenciones, resulta contraproducente. El miedo casi nunca es sabio y nunca es amable. ¿A quién estás tratando de alegrar, además? ¿Al viejo? ¿De verdad? Decirme que mi vejez no existe es decirme que no existo. Si se borra mi edad se borra mi vida.
Por supuesto, eso es lo que muchos realmente jóvenes hacen inevitablemente. Los chicos que no han vivido con viejos no saben ni lo que son. Así los hombres viejos aprenden la invisibilidad que las mujeres aprendieron veinte o treinta años antes. Los chicos en la calle no te ven. Y si te ven, con frecuencia es con indiferencia, desconfianza, o la animosidad que se siente frente a animales de otra especie.
Los animales tienen códigos de etiqueta distintivos para evitar o desactivar su irracional miedo u hostilidad. Los perros se huelen ceremoniosamente los culos, los gatos ceremoniosamente mean en los bordes territoriales. Las sociedades humanas nos proveen de artefactos más elaborados. Uno de los más efectivos es el respeto. No nos gusta el extraño, pero el compartamiento cuidadosamente respetuoso para con él evita su disgusto, y así se elude el estéril gasto de tiempo y sangre que implica la agresión y la defensa. En sociedades menos orientadas al cambio que la nuestra, una gran parte de la información cultural útil, incluidas las normas de comportamiento, es enseñada por los viejos a los jóvenes. Una de esas reglas, y no es sorprendente, es la tradición del respeto a la vejez. En nuestra crecientemente inestable sociedad, orientada al futuro y conducida por la tecnología, con frecuencia los jóvenes son los que marcan el camino, quienes les enseñan a los viejos qué hacer. ¿Así que quien respeta a quién y por qué? Cuando no hay presión social detrás, el comportamiento respetuoso se vuelve una decisión, una elección individual. Esto es moralmente problemático cuando la decisión personal se confunde con la opinión personal. Una decisión que merezca ese nombre está basada en la información, en la observación, en el juicio intelectual y ético. La opinión puede estar basada en ninguna información. En el peor de los casos, sin chequeos de juicio o tradición moral, la opinión personal refleja sólo ignorancia, celos y miedo. Así que si decido –si mi opinión es– que vivir un tiempo largo sólo significa volverse feo, débil, inútil y molesto, no gasto respeto en la gente vieja, así como si mi opinión es que los jóvenes son escalofriantes, insolentes, poco confiables e imposibles de enseñar, no voy a gastar respeto en ellos. El respeto con frecuencia ha sido forzado abusivamente y casi siempre estuvo mal asignado (los pobres deben respetar a los ricos, todas las mujeres deben respetar a todos los hombres etc). Pero cuando se aplica con moderación y juicio, el requerimiento social del comportamiento respetuoso hacia a los otros, que reprime la agresión y requiere de autocontrol, da lugar al entendimiento. Crea un espacio donde pueden crecer el aprecio y el afecto. Creo que la tradición de respetar la edad en sí misma tiene alguna justificación. Solamente seguir adelante con la vida diaria, hacer cosas que siempre fueron tan fáciles que ni siquiera las notabas, todo eso se vuelve más difícil con la vejez hasta que se puede necesitar coraje real para seguir. La vejez generalmente implica dolor y peligro e inevitablemente termina en la muerte. Aceptar este hecho requiere coraje. Y el coraje merece respeto.

Este texto pertenece al último libro de Ursula K. Le Guin, No Time To Spare: Thinking About What Matters, publicado en diciembre de 2017. Se trata de una recopilación de entradas del blog donde la escritora no escribía ficción sino que trataba temas cotidianos como la vejez, las creencias, el mundo literario y la política. Ursula K. Le Guin murió el 22 de enero, a los 88 años, en su casa.

viernes, 12 de enero de 2018

El cucú del infierno

 ... somos lo que fingimos ser, 
así que debemos tener cuidado con lo que fingimos ser.
 - KURT VONNEGUT

La ficción producida por un autor creativo y habilidoso muchas veces da mejor cuenta de los fenómeno sociales que muchos cientistas. A continuación transcribo unos fragmentos de Madre Noche de Kurt Vonnegut que refieren a un fantástico ".. cucú del infierno ..." para describir las características de una mente totalitaria ...
"Nunca he visto un demostración mas sublime de la mente totalitaria, una mente que se podría comparar con un sistema de engranajes cuyos dientes se han limado al azar. Esta máquina de pensar de dientes desparejos, impulsada por una ibido común o inferior a la medi a, funciona con la inanidad convulsiva, ruidosa y chillona de un reloj cucú en el infierno."
[...] "Lo mas apabullante de la mente totalitaria es que los engranajes mutilados están rodeados por hileras de dientes en estado de impecable mantenimiento, que funcionan a la perfección.De ahí el reloj cucú del infierno: da la hora exacta por ocho minutos y treinta y tres segundo, se adelanta catorce minutos, da la hora exacta por seis segundos, se adelanta dos segundos, da la hora exacta por do horas y un segundo, se adelanta un año.Los dientes faltantes son verdades sencillas y evidentes, verdades accesibles y comprensibles aun para los niños, en la mayoría de los casos.Se trata de la eliminación intencional de algunos dientes del engranaje, la omisión intencional de ciertos datos obvios."
[...] "Por eso Rudolf Hess, el comandante de Auschwitz, podía usar los altavoces para alternar una música excelsa con llamadas para los transportadores de cadáveres ..."
Fragmentos del Capítulo 38. Oh, dulce misterio de la vida de la novela Madre Noche de Kurt Vonnegut - La bestia Equilátera 2016.

El mal pornográficamente exhibido y el bien supuestamente subrepticio y clandestino aparecen unidos en un personaje polémico que finalmente resuelve su conflicto de una manera ejemplar aunque nada de lo que ocurrió pueda ser cambiado. Si bien la obra fue escrita y publicada en 1961 y refiere a la vida de un espía estadounidense a la vez que presunto nazi residente en Alemania durante la segunda guerra tiene ciertos pasajes que podrían se usados para describir situaciones y modos comunes en nuestra sociedad actual bajo el régimen fascista que hoy padecemos.
Probablemente ello ocurra debido a que el pensamiento totalitario siempre es igual y se comporta como el cucú del infierno. 

Hasta la próxima.


lunes, 18 de diciembre de 2017

"Los monstruos existen ..." somos nosotros ...

Reproducimos la nota de Federico Pavlovsky en la contratapa de P12 de hoy ...

Rostros familiares

Por Federico Pavlovsky

El 10 de julio de 1941, en un impronunciable pueblo de la Polonia ocupada, Jedwabne, a 190 km de Varsovia, se produjo uno de los hechos más crueles e increíbles que registra la Segunda Guerra Mundial. Durante algunas horas de ese día de verano, un pueblo de 3000 habitantes fue el escenario en donde se desarrolló un asesinato colectivo. Ese día, mil quinientas personas mataron o vieron matar a otras mil seiscientas, éstas últimas de origen judío, y en el exterminio no hubo ninguna distinción entre hombres, mujeres, niños y ancianos. Solo siete personas sobrevivieron al ser salvadas por una familia polaca (el matrimonio Wyrzykowski) que, justamente, por ese acto de solidaridad fue perseguida por años. La historia, tan escalofriante como atroz, fue negada por décadas hasta que el historiador polaco judío Jan T. Gross publicó en el año 2001 el libro, Vecinos: El exterminio de la comunidad judía de Jedwabne, una publicación que se convirtió en bestseller en Estados Unidos y Polonia, donde desató un debate nacional sin precedentes. El libro se construyó recogiendo el testimonio de las únicas siete personas que sobrevivieron a la masacre, y en los archivos de dos juicios celebrados por las autoridades comunistas en 1949 y 1953. Una de las particularidades de esta masacre es que en la Polonia ocupada por los nazis, los alemanes no ordenaron la matanza ni participaron de ella, tan solo se limitaron a autorizar el devenir de los acontecimientos y sacar fotografías. Un crimen colectivo realizado por una comunidad de vecinos, de individuos “comunes”, en donde la mayoría de los hombres participaron activamente, y el resto observó de forma pasiva pero cómplice. La secuencia fue desvastadora. Con golpes y diversas torturas, todos los judíos fueron arrastrados dentro de un granero, encerrados ahí, para luego prenderles fuego. Sometidos a toda clase de humillaciones, los judíos fueron obligados a realizar actos de feria, ejercicios gimnásticos ridículos, y toda una serie de vejámenes antes de ser ultimados por sus vecinos. A esto le siguió la confiscación de los bienes “abandonados”, el silencio generalizado, y un olvido sistemático y colectivo de lo acontecido. Las personas fueron aniquiladas, pero sus propiedades intactas fueron apropiadas por sus ejecutores. Gross señala que se trató de un asesinato en masa en un doble sentido, por el número de las víctimas y por el número de los verdugos. Los mataron de modo frenético, barbárico, y de múltiples maneras, a unos con herramientas de metal, a otros a cuchilladas, a otros a estacazos.


Uno de los elementos más perturbadores de esta historia es que rompe el arquetipo de monstruo que comete actos inhumanos. Como señala el texto de Gross, en Jedwabne los verdugos fueron unos polacos normales y corrientes. Eran hombres y mujeres de todas las edades, y de las profesiones más diversas. Buenos ciudadanos. Y lo que vieron los judíos, para mayor espanto y desconcierto, lo último que alcanzaron a ver, fueron solo rostros familiares. Vieron a sus propios vecinos devenidos en asesinos voluntarios. Un ejemplo en donde la horda, la furia de una masa resentida que por distintos motivos se contamina con las ideas de diferencia y superioridad, elimina los límites y las responsabilidades individuales. Distintos informes detallan que los habitantes de Jedwabne de la posguerra sabían perfectamente que los judíos del pueblo habían sido asesinados por sus vecinos durante la guerra, y no por los nazis.

La historia permaneció prácticamente oculta hasta la publicación de Gross (2001) y cobró una mayor difusión gracias al estreno de la extraordinaria película polaca, “Poklosie”, (o “Secuelas” 2012). Escrita y dirigida por Wladyslaw Pasiloski, narra la historia de la matanza y recibió en Polonia severas críticas, amenazas, y un verdadero boicot por parte de sectores nacionalistas polacos que niegan lo ocurrido ahí, y en otros pueblos similares, ya que éste no fue el único caso. Recomiendo leer el reportaje publicado en Páginai12, realizado por Luis Bruschtein, a la filósofa y poeta Laura Klein, “Jedwabne, la vergüenza de los polacos”, ya que ella tuvo familiares asesinados en ese pueblo. Así, también, el artículo de Ana Wajszczuk en el diario La Nación, “La vecindad del mal”.

La historia de Jedwabne representa un acontecimiento testigo de hasta dónde puede llegar un grupo de personas comunes, de rostros amigables y familiares, ante ciertas circunstancias de contagio del odio más visceral, y donde no hay ninguna cabida para la reflexión y la empatía. 

En la obra teatral Potestad, de Eduardo Pavlovsky, un médico conquista al público a través de un relato dramático donde detalla cómo ha sido despojado de su hija. Esta emoción se revierte sorpresivamente en los minutos finales del monólogo, cuando revela su condición de médico apropiador de la dictadura. Por aquel entonces, muchas personas le recriminaron al autor-actor haberle otorgado rasgos tiernos y cálidos al personaje del genocida.

El escritor y maestro del terror Alberto Laiseca decía que los monstruos existen. No se refería, por supuesto, a seres con colmillos, Quasimodos, u hombres-mosca, sino que hablaba más bien del comportamiento de los seres ordinarios, de aquellos que habitan en tantos pueblos lejanos y ciudades cercanas de este mundo, y que pareciera que solo están esperando a que alguien se anime a dar la orden de ataque.

jueves, 14 de diciembre de 2017

Unidad del Peronismo

Al final el tipo tenía razón. Sé que muchos me van insultar en idiomas extraños y con diversas metáforas por este reconocimiento pero el tipo tenía razón.

La práctica política terminó por convalidar de hecho lo que solo aparecía como una especulación teórica de la política argentina y que muchos de buena o mala leche tildaron de "pelotudez".

No hubieron pomposas y publicitadas reuniones para "armar" este día de hoy. Como todo proceso social significativo es/fue la consecuencia de una multiplicidad de hechos mas o menos conscientes y/o mas o menos espontáneos, mas o menos caóticos o coordinados.

La cosa arranca hace tiempo con los reiterados y sugestivos mensajes vaticanos críticos del capitalismo y de las sociedades que no cuidan el trabajo y a los viejos y llega hasta al otro extremo del arco político aterrizando en los explosivos discursos consignistas de la izquierda vernácula antiK que por fin parece reconocer que había algunas diferencias entre Cristina y Macri.


La realidad emergida hoy como hecho duro de la política argentina es que toda esa masa informe y metamórfica autodefinida como Movimiento Peronista que incluye a los Renovadores, los Federales, los Ks de la Unidad Ciudadana, el Movimiento Evita y otras expresiones menores aliadas como los Radicales K, Nuevo Encuentro, Comunistas K, las CTA s, la CTEP, el neomoyanismo mas o menos disidente, los gordos triunviros del "ni si, ni no, sino todo lo contrario", las organizaciones de DDHHs Ks y las no Ks, el defensor del pueblo Amor, el episcopado, la iglesia de Córdoba, los curas villeros, los progres sueltos, las agrupaciones de jubilados, etc, etc, etc, todos, todos los adscriptos al llamado campo popular y también algunos que no tanto, actuaron al unísono en defensa de la sociedad para desarticular la maniobra del gobierno de MM destinada a institucionalizar las reformas impuestas por sus socios imperiales y los organismos internacionales rectores del capitalismo salvaje. 

Este proyecto del régimen oligárquico y las maniobras llevadas a cabo para lograr su aprobación que incluyeron el burdo intento de convalidar el quórum en diputados con dos diputruchos, fracasó estrepitosamente. Fracasó y de inmediato provocó las infantiles quejas, pataleos y berrinches de sus acólitos y amanuenses.

Al final el tipo tenía razón. Guillermo Moreno tenía razón.


El tren va a chocar, decía y hoy lo dicen todos, propios y ajenos, hasta el mismo presidente lo reconoció públicamente sin reparos. Todo dependía según el presidente, de que estos proyecto se aprueben ... y hoy no se aprobaron. 
Lo que ocurra mañana es incierto ahora se esta hablando de que intentarán otras vías para lograr lo que hoy no pudieron pero lo cierto es que hoy el proyecto no pasó y es la primera gran derrota política del régimen. Y es una derrota provocada objetivamente por  una acción unificada del Movimiento Peronista y sus aliados en el campo popular.

Escuche por allí decirle al tipo que hablaba de la unidad que atrasaba 50 años. Mirá como atrasaba ... la tenía reclara el tipo y los hechos lo demostraron. Sin magia ni complicadas elucubraciones teóricas. Unidad para la toma del poder. Después poroteamos si queres pero sentados en la Rosada con los resortes en la mano.

A la hora de infringir cierto daño al enemigo no importaron ni Pichettos, ni Cristinas, ni Bossios, ni Randazzos, ni si sos trosko o progre de izquierda o un poco mas reformista o peronista de la primera hora, importó el pueblo movilizado y la unidad del peronismo y de éste con sus aliados de siempre en el campo popular. 


Por supuesto que sin el pueblo movilizado en las calles no hubiera habido hecho significativo. Ese es el gran actor protagónico sin el cual nada es posible, como en el 45 cuando los que se refrescaron las patas en la fuente todavía no sabían que se convertirían en peronistas.

Hasta la próxima.




Abuelas de la Plaza