Últimamente se verifica el por lo menos sospechoso recrudecimiento de una campaña anticlerical que cosecha impulsores y adherentes tanto entre viejos militantes del ateísmo vernáculo de diversas vertientes cuanto entre bienpensantes millennials curiosos e inquietos mayormente integrantes de las burguesías desinformadas de las macrópolis de nuestro país. El caso es que circulan mensajes personales y convocatorias públicas en diversos medios alternativos y redes sociales promoviendo militancias en favor de la separación del feudal y nefasto matrimonio constitucional Estado-Iglesia o por la participación en acciones reclamando el justo cese del financiamiento a la Iglesia con dineros públicos o aún el llamado a respetables apostasías colectivas - como si tal actividad pudiera tener algún efecto material o simbólico sobre la mencionada institución y su varias veces milenaria actividad (ver comentarios de Fortunato Malimacci ).
Mi posición al respecto entonces es bien clara, desde pequeño jamás acepté ser bautizado y siempre me negué sistemáticamente a integrar esa institución religiosa llamada Iglesia Católica Apostólica Romana en virtud de la enorme serie de acciones objetivamente repudiables que lideró y a las que dio soporte material, intelectual y espiritual a lo largo de la historia. Vale agregar que mi rechazo es similar tratándose de cualquiera otra secta religiosa similar. Una vez dicho esto me explayo sobre la mencionada campaña anticlerical y otras cuestiones conexas.
En primer lugar debiéramos tomar nota de que desde diciembre de 2015, nuestra sociedad esta siendo sometida de manera violenta y salvaje a un sistema de dominación por parte de la oligarquía vernácula en alianza con la élites imperiales del capitalismo financiero internacional. Esta alianza impone sobre nuestra sociedad las consecuencias de un plan neocolonial en pos de concretar y consolidar de manera definitiva si fuera posible, la total apropiación de nuestros recursos y el sometimiento de nuestras voluntades para beneficio y usufructo de dichas élites. Las políticas aplicadas y las acciones consecuentes se suelen apoyar nominalmente en corrientes de pensamiento liberal.
Otra cuestión a considerar es la original circunstancia de que la Iglesia Católica vive casi en solitario una reactivación de la varias veces centenaria confrontación con su enemigo reformista hoy encubierto bajo el manto de ese liberalismo mal llamado neoliberalismo. La organización vaticana, por decisión sus líderes, está siendo liderada por un argentino/latinoamericano, un detalle no menor éste pero es mas importante aún el hecho de que Bergoglio pertenece a la orden de los jesuitas. Esta orden fundada
por San Ignacio de Loyola en 1540 según un ordenamiento cuasi militar está totalmente consagrada desde su fundación a la defensa de la institución papal, condición que probablemente determinó su elección. Al respecto es interesante recordar pintoresco hecho de que el actual Superior General de la Compañía de Jesús, el venezolano don P. Arturo Sosa, fue quien por pedido de Chávez medió durante la entrega del líder venezolano luego de que su intento de golpe de estado a Carlos A. Perez fracasara. Los mas feroces opositores al chavismo en Venezuela en general también son detractores de Bergoglio y muchos aseguran que detrás del ascenso de Chávez estuvieron los Jesuitas.
Por otra parte es importante recordar que dicha orden se ha manifestado históricamente en el sentido de que el destino de las personas no está escrito y que por lo tanto puede ser moldeado a partir de los hechos que cada uno decide libremente llevar a cabo en la vida. Hechos que luego serán juzgados por Dios. Esta mirada se contrapone de manera virulenta con la de los reformistas Calvinistas y Luteranos (hoy concentrados en la poderosa minoría wasp , la élite dominante en USA y por consiguiente en el mundo) que sostienen que Dios nos creó a todos según sus designios sagrados ya salvos o condenados desde el inicio y que esa condición no es modificable de manera alguna en la vida terrenal. Según ellos solo podemos obedecer mansamente las leyes sagradas y esperar el premio o la condena de Dios al final de los tiempos según lo que Dios decidió. (convengamos que sería un Dios bastante perverso ese que te crea pecador y luego te castiga eternamente por esa razón no?
El protestantismo calvinista nacido durante la Reforma a mediados del siglo XVI se mantuvo anclado principalmente en las comunidades anglosajonas del norte del continente europeo y luego emigró con todo y sus dogmas y principios morales, también al norte de América donde fundaron una sucursal imperial que con el tiempo prosperaría superando el alcance del dominio del imperialismo británico. Finalmente aquellos conceptos morales de origen religioso rescatados por el reformismo calvinista se desvincularon paulatinamente de las ataduras con la religión y se convirtieron en la base argumental de lo que sería la moral del individualismo liberal y el capitalismo racional moderno ( ver Max Weber - La ética protestante y el espíritu del capitalismo) hoy finalmente ya sin banderas nacionales pero dominante en la mayor parte del planeta bajo la forma de capitalismo financiero global.
Es así que aquel enfrentamiento cismático del siglo XVI entre calvinistas protestantes y la entonces dominante iglesia de Roma se mantiene vivo y se recrea hoy entre sus herederos, es decir el actual neoliberalismo ya vacío de contenidos religiosos por un lado y la muy debilitada institución romana ya sin demasiadas bases políticas, con sus recursos materiales muy menguados y con una imagen pública bastante deterioradas. A la luz de los hechos sociales y políticos que nos relata la historia podemos comprender tanto el sentido de las posiciones ideológicas y políticas fundamentalmente defensivas sostenidas por el papado del jesuita Bergoglio cuanto el sistemático plan de virulentas agresiones desatadas sobre el papado sostenido por los intereses financieros globales especialmente desde la muerte del renegado papa anticomunista Juan Pablo II quien fuera hasta su muerte un firme aliado del imperio.
Lejos de mi está la intención de defender a la Iglesia, al papado o a Bergoglio que en el pasado no han representado ni defendido institucionalmente los intereses de los sectores menos favorecidos y sí han colaborado de manera manifiesta con los de las élites y minorías dominantes. Sí creo que hoy día resulta por lo menos necio o directamente malintencionado reclamar masivos esfuerzos militantes en cuestiones posiblemente significativas como el tema de la construcción de un estado laico separado de la iglesia pero objetivamente funcionales a las tácticas del enemigo imperial que nos agrede masivamente y desde muy cerca cuando persigue a un papa que declara su firme oposición al capitalismo usurario que destruye la dignidad del hombre.
Una de las convocatorias para apostasiar que recibí informa que el estado nacional gasta unos 6 millones de dólares al año para sostener el culto católico según lo manda nuestra constitución. Definitivamente creo que debiérase usar esos fondos para comprar vacunas o para trasladar gratuitamente a alumnos de hogares humildes a destinos vacacionales en lugar de servir al sostenimiento de la Iglesia pero de todos modos estimo que antes de apostasiar seria prioritario movilizarse de forma urgente y masiva para poner fin a la actual administración oligárquica que provocó un crecimiento del 35 % en la deuda argentina llevándola hasta los actuales 342.000 millones de dólares desde que la oligarquía vernácula se hizo cargo de la administración del estado nacional. Es sabido que buena parte de esos miles de millones han sido fugados con la total anuencia de la banda de delincuentes que además han cobrado enormes montos en calidad de bonos y comisiones por el gerenciamiento de dichas operaciones.
Además para lograr una efectiva separación de la iglesia del Estado habría que modificar la Constitución Nacional y es entonces que mis pensamientos se orientan no tanto hacia ese tema necesario pero menor y sí hacia la enorme cantidad de modificaciones sustanciales que se requieren para hacer que nuestra constitución deje de sostener el sistema democrático burgués liberal y desmonte definitivamente la forma representativa que la caracteriza y pase a consagrar una forma de democracia social que preserve los derechos de participación popular para la toma de las decisiones políticas en nuestra sociedad.
Pensar en una reforma constitucional tal vez sea una cuestión filosófica trascendental y necesaria para consolidar cambios revolucionarios en nuestra sociedad pero para eso antes tal vez debiera ocurrir en el Pueblo un fenómeno masivo de toma de consciencia acerca del "... concepto que tienen de sí y la situación que ocupan ..." como lo planteara el General Perón ...
Hasta la próxima. MC.
Lejos de mi está la intención de defender a la Iglesia, al papado o a Bergoglio que en el pasado no han representado ni defendido institucionalmente los intereses de los sectores menos favorecidos y sí han colaborado de manera manifiesta con los de las élites y minorías dominantes. Sí creo que hoy día resulta por lo menos necio o directamente malintencionado reclamar masivos esfuerzos militantes en cuestiones posiblemente significativas como el tema de la construcción de un estado laico separado de la iglesia pero objetivamente funcionales a las tácticas del enemigo imperial que nos agrede masivamente y desde muy cerca cuando persigue a un papa que declara su firme oposición al capitalismo usurario que destruye la dignidad del hombre.
Una de las convocatorias para apostasiar que recibí informa que el estado nacional gasta unos 6 millones de dólares al año para sostener el culto católico según lo manda nuestra constitución. Definitivamente creo que debiérase usar esos fondos para comprar vacunas o para trasladar gratuitamente a alumnos de hogares humildes a destinos vacacionales en lugar de servir al sostenimiento de la Iglesia pero de todos modos estimo que antes de apostasiar seria prioritario movilizarse de forma urgente y masiva para poner fin a la actual administración oligárquica que provocó un crecimiento del 35 % en la deuda argentina llevándola hasta los actuales 342.000 millones de dólares desde que la oligarquía vernácula se hizo cargo de la administración del estado nacional. Es sabido que buena parte de esos miles de millones han sido fugados con la total anuencia de la banda de delincuentes que además han cobrado enormes montos en calidad de bonos y comisiones por el gerenciamiento de dichas operaciones.
Además para lograr una efectiva separación de la iglesia del Estado habría que modificar la Constitución Nacional y es entonces que mis pensamientos se orientan no tanto hacia ese tema necesario pero menor y sí hacia la enorme cantidad de modificaciones sustanciales que se requieren para hacer que nuestra constitución deje de sostener el sistema democrático burgués liberal y desmonte definitivamente la forma representativa que la caracteriza y pase a consagrar una forma de democracia social que preserve los derechos de participación popular para la toma de las decisiones políticas en nuestra sociedad.
Pensar en una reforma constitucional tal vez sea una cuestión filosófica trascendental y necesaria para consolidar cambios revolucionarios en nuestra sociedad pero para eso antes tal vez debiera ocurrir en el Pueblo un fenómeno masivo de toma de consciencia acerca del "... concepto que tienen de sí y la situación que ocupan ..." como lo planteara el General Perón ...
“Por medio de la Filosofía piensan las sociedades, ven los Pueblos. Piensan en su situación general, y lo hacen comparando su estado presente con el concepto que tienen de sí mismos. Al comprobar racionalmente la diferencia que hay entre el concepto que tienen de sí y la situación que ocupan, es cuando plantean sus aspiraciones.En ese momento, los líderes de la corriente revolucionaria estructuran dichas aspiraciones en programas orgánicos, convirtiéndolas en banderas, tras las cuales marchan las fuerzas que deciden las situaciones: los Pueblos.
Triunfante la nueva orientación, trastoca las bases mismas de la sociedad, cambia los conceptos de calificación –creando un nuevo criterio de valorización-, cambia el sistema de reparto de los bienes sociales e individuales; cambia las aspiraciones de la época, las perspectivas del desenvolvimiento ulterior de la colectividad.Eso es una revolución social.”
(J D Perón, Filosofía Peronista)
Hasta la próxima. MC.