A
principios del siglo XIX, las informaciones acerca del primer grito libertario
de América del Sur ocurrido en 1809 en Chuquisaca y La Paz sangrientamente
reprimido por el poder colonial del imperio español tardaban tres semanas en
ser conocidas en Buenos Aires. Viceversa, los sucesos de la semana que culminó con
la destitución de Cisneros en Buenos Aires, el 25 de mayo de 1810, se
conocieron en el altiplano más de un mes después de ocurridos.
En
aquella época la información viajaba a la velocidad de los chasquis, montados
en los caballos traídos en los barcos, desde Europa, por el invasor y con el
mismo viejo sistema de postas preincaico.
Dos
siglos después ni chasquis ni caballos son necesarios. Los imperios han trocado
desde aquel español que se degradaba en el siglo de las revoluciones burguesas
en América Latina hasta el norteamericano con su actualidad de clímax de
inestabilidad en este convulsionado siglo XXI pasando por la expansión
planetaria del intermedio británico desde fines del siglo XVIII a mediados del
XX.
Montada
en la dictadura del monopolio tecnológico y administrada por el capitalismo
colonizador global, ahora la información llega antes a los centros de inteligencia
de los poderes centrales desde donde es circulada y distribuida selectivamente a
las capitales de la periferia previo proceso de lavado, decoloración y vaciamiento
de contenido estratégico.
Tal
es así que la semana pasada las agencias las agencias AP, AFP y EFE distribuyeron
una información fechada en La Paz y reproducida por las cadenas de medios
concentrados de Buenos Aires. Militares de bajo rango de las FAB, (Fuerzas
Armadas de Bolivia) se habían manifestado marchando por las calles reclamando
por reformas institucionales, en particular exigiendo la descolonización de las Fuerzas Armadas, la supresión del racismo
interno, el acceso a estudios superiores a la par de los oficiales de alta
graduación, ascensos de rango de suboficiales a oficiales, mejoras salariales, atención
en hospitales militares en similares condiciones a los uniformados de alta
graduación además de la ampliación del derecho al uso de sanitarios en los
cuarteles donde existen sanitarios diferenciados de uso exclusivo para oficiales
de alto rango y otros para sargentos y suboficiales. Finalmente el episodio concluyó
con en la destitución y separación de las fuerzas de 702 militares de bajo
rango (de un total aproximado de 8.000) bajo el cargo de motín y sedición.
Al
respecto, los cables de las agencias imperiales señalaban que “... el inesperado desenlace que podría agravar una de las mayores crisis
castrenses de la era del presidente Evo Morales.”
En
este marco resulta sumamente significativo e interesante leer que mientras el comandante
en Jefe de las Fuerzas Armadas Bolivianas, declaraba públicamente que "... la discriminación no es pretexto
para la sedición y promover un intento de golpe de Estado" y el Vicepresidente
de la Nación, Lic. García Linera afirmaba “(El
que) quiere deliberar, tiene derecho fuera de las FFAA, fuera de la Policía.
Delibere, sea ciudadano, marche. (El que) quiere tener el monopolio de las
armas legal, muy bien, venga a las FFAA, pero no delibere”, para la cadena BBC
Mundo fue pertinente recoger la opinión de un experto en seguridad y fuerzas
armadas de la Oficina en Washington para Asuntos Latinoamericanos (WOLA), el
señor Adam Isacson, para quien no habría elementos como para calificar estas
protestas como actos de sedición. "No
es un acto de traición ni una acción que busca debilitar al Estado o
derrocarlo" y que el principal reclamo de quienes protestan es que se "descolonice"
la institución castrense, ya que "La mayoría de los oficiales son
mestizos o de descendencia europea, mientras que los militares de bajo rango
son casi en su mayoría quechuas o aymaras.”
Por otro lado las
organizaciones sociales cercanas al gobierno del presidente Evo Morales como la
Confederación Sindical Única de Trabajadores Campesinos de Bolivia, la Central
Obrera Boliviana (COB) y la Coordinadora Nacional por el Cambio (Conalcam), no
dudaron en considerar las protestas como un "intento
de golpe de Estado" y aseguraron a través de un documento que las
protestas tienen objetivos y fines "contrarrevolucionarios".
Pero...
¿se trata de un alzamiento desestabilizante, como afirman las autoridades
castrenses, o es un simple reclamo por ampliaciòn de derechos de parte de unas minorías
subalternas? Probablemente ni lo uno ni
lo otro sino ambas cosas simultáneamente y otras más. Es que la realidad nunca
es simple y lineal.
Los
cables de la semana pasada mencionan que “ ...en 1952 fuera desarticulado el
Colegio Militar, (...), por una revolución
nacionalista que identificó a la institución como enemiga de los
movimientos populares.” y agrega “El instituto fue repuesto años después con
nuevas reglas, aunque nunca dejó de ser
elitista y propició decenas de golpes de Estado.”
De
lo que no hacen mención, esos cables es que aquella revolución nacionalista de abril de 1952 se produjo en una Bolivia atravesada
por un sistema social y político elitista, racista y decadente que se
desintegraba y con una economía pauperizada y dependiente de las exportaciones
de Estaño estancadas por la caída de los precios internacionales al fin de la guerra.
Tampoco comenta que fue un alzamiento popular masivo encabezado por los dirigentes
medios y las bases del MNR (Movimiento Nacionalista Revolucionario) que con la activa
participación de los obreros mineros organizados por sus sindicatos, lanzados al
asalto del poder contra el ejército regular y la policía y luego de tres días
la lucha en las calles, logran una victoria militar total para la revolución. La
derrota de las Fuerzas Armadas y de Seguridad Bolivianas es histórica y
contundente. Los alzados desarticulan no ya el Colegio Militar como reza el
cable sino a las Fuerzas Armadas en su conjunto mientras las milicias populares
revolucionarias se mantienen en custodia de los territorios, objetivos y posiciones
ganados. Ese período de la historia de
Bolivia se extiende con innumerables vaivenes hasta 1964 cuando, atrapada en
sus propias contradicciones y ahogada por falta de recursos financieros termina
por ceder ante el DoS de EEUU y las condiciones del FMI una de las cuales es la
desarticulación de las milicias populares, la salida de los sindicatos de la gestión
de las empresas públicas y la reorganización de un Ejército Nacional regular
funcional a las políticas hegemónicas imperialistas. Recomienza entonces un
triste recorrido hacia gobiernos de derecha que apoyados nuevamente en las
fuerzas armadas ocupantes retornan a la sociedad boliviana a su oscuro destino
de pobreza y sufrimiento por lo menos hasta el advenimiento de las reformas del
gobierno del presidente Evo Morales, el primer indio en alcanzar ese cargo en
nuestra América.
Tampoco
reza en los cables mención alguna acerca del abyecto racismo separatista de
aquella sociedad que la atraviesa desde sus mismos orígenes pre-coloniales inclusive
hasta hoy. Como dice Herbert S. Klein en “La Revolución Nacional, 1932-1964”, (Data
Revista del Instituto de Estudios Andinos y Amazónicos, Nº 3, La Paz, 1992.) Bolivia
era un “... típico estado racista en el
cual el campesinado indio de habla no castellana estaba controlado por una
pequeña élite blanca de habla castellana, [que] se basaba en último término en
la violencia más que en el consenso.”
En
toda la historia moderna de Bolivia incluidas las revoluciones sociales de
tinte popular, las minorías indígenas, que eran mayoría, fueron siempre subalternizadas
y dejadas de lado al momento de la toma de decisiones y la ampliaciòn de
derechos. El pensamiento hegemònico iluminista y eurocéntrico, incluidos el
socialismo y el marxismo, permeó siempre desde las élites oligárquicas blancas y
esclarecidas hasta las capas medias letradas, mayoritariamente mestizas, que fungían
de operadores administrativos de aquellas. Mientras tanto, los indios que
representaban al 80 % de la población quedaban sistemáticamente por fuera de
todo. Más de 500 años fuera de todo.
Es
por eso que cuando los militares movilizados impulsados por los agentes de la
USAID, la CIA, o el Dos norteamericano salen a reclamar por la descolonización
y contra la discriminación en las Fuerzas Armadas probablemente estén al mismo
tiempo, luchando por la ampliación de unos derechos que les corresponde y simultáneamente
efectuando una acción subversiva y golpista.
El pasado
sábado 26 de abril, el Presidente Evo Morales Morales recogió las demandas de
los pueblos indígenas del Beni para cristianizarlos en proyectos que ayuden a
erradicar la extrema pobreza en el Territorio Indígena Parque Nacional
Isidoro-Sécure (TIPNIS). Tal vez ahora la historia sea diferente.
(*) Nota publicada en Página Popular - Noticias de la Patria Grande
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