miércoles, 3 de octubre de 2018

EL PROBLEMA DE LA POBREZA

(Thomas Robert Malthus 1766 1834)
Por estos días en que recrudecen tanto en las redes como en la vida real múltiples expresiones y hechos agresivos y estigmatizantes cuando no directamente delictivos con claras connotaciones fascistas, xenófobas, racistas, misóginas y otras ternuras por el estilo es bueno reflexionar acerca de ello.

Un aspecto bastante común en el imaginario de éstos fascistas ignorantes y odiadores resentidos es que están creídos de que sus pensamientos y discursos son producto de sus novedosas ideas que acaban de forjarse hace apenas unos segundos en sus muy creativos cerebros producto del sentido común pero ... no ... en verdad no es así, esas ideas llevan siglos de añejamiento en beneficio de los poderosos. 


Por ejemplo hace mas de 200 años (en 1798) un clérigo anglicano, el señor Thomas Robert Malthus, ya elaboraba metódicamente ciertos razonamientos y lógicas similares que aunque falaces y manipuladoras han perdurado casi sin cambios a los largo de los siglos por virtud de la expansión de las "ideas" producida por el imperialismo planetario eurocéntrico bajo el pomposo nombre de Libealismo.

A continuacion podemos leer el artículo 
MALTHUS Y EL PROBLEMA DE LA POBREZA de Eduardo Schele Stoller publicado en el blog Estudios Cavernarios que nos aclara aquello de lo que hablamos.

Analizando los factores que afectan el progreso o mayor desarrollo de la humanidad, Thomas Malthus llegaba a la conclusión que ésta se ve necesariamente limitada por los medios de subsistencia. Si la población aumenta, estos tenderán a escasear, de allí que uno de los mayores peligros para la humanidad sea el exceso de población, causa de guerras y tiranías en el mundo (1945: 37, 58). El pueblo debe considerarse a sí mismo, señala Malthus, como la principal causa de sus sufrimientos, los cuales tienden a despertar en la multitud ideas revolucionarias que, llevadas por ignorancia, terminan en convertirse a la larga en enemigas de la libertad (1945: 70).
Es necesario, afirma Malthus, disminuir el socorro hasta su total desaparición, desautorizándose públicamente el supuesto derecho de los pobres a ser mantenidos por la sociedad. La práctica de la caridad, a su juicio, promueve la imprevisión y la holgazanería. Debe terminarse, pues, tanto con las instituciones como con las ideas que llevan a este fin. Mientras, se debe educar al hombre para inculcarle que no tiene la obligación de trabajar para propagar la especie, sino para contribuir en la medida de sus posibilidades al bienestar, por ejemplo, no constituyendo familia si no puede mantenerla (1945: 84-86).
Según Malthus, el movimiento que nos impulsa a socorrer a nuestros semejantes es, como todas las pasiones, ciego e irreflexivo, pues usualmente nos lleva a proteger al mendigo profesional, fomentando con ello la holgazanería, dejando al hombre decente entregado a la miseria y contraviniendo la naturaleza (1945: 91-92).
Malthus considera que su ensayo solo persigue la finalidad de mejorar la condición de los pobres, aunque la responsabilidad de su condición la asigne a ellos mismos y no a los gobiernos que los rigen. (1945: 78, 134) ¿Qué ignorancia se le puede imputar a los pobres? ¿La de no autorregularse? En el fondo, el problema real para Malthus no sería la acumulación de riquezas y, por ende, la escasez de las mismas para una clase social. El problema sería la existencia misma de esta clase. No se es pobre porque no haya recursos, sino que no hay recursos porque abundan los pobres. Este es un argumento peligroso, pero que ha sido defendido y aplicado socialmente. De hecho,
Malthus reconoce que los principales medios para lograr estos cometidos han sido la contención moral, el vicio y la desgracia (1945: 38). La moral siempre ha funcionado como un regulador de la conducta, pero al decaer sus máximas, en la actualidad parece que la alternativa de quienes gozan de mejores condiciones de vida y, en consecuencia, de dominación, ha sido promover el vicio, para que, convertido en desgracia, lleve a los más desposeídos a autoconsumirse, en lo que sería una especie de genocidio gradual.
Eduardo Schele Stoller.

Hasta la próxima MC

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