Además es mi intención manifiesta difundir las ideas y enfoques de este escritor argentino olvidado, denostado y consecuentemente poco difundido por "la intelligentia" vernácula en cuyo perfil de ensayista polémico y disconforme me parece, encontraremos sustancia fértil para la construcción ideológica necesaria a los tiempos que corren.
Spiritus durísima coquit
Son mas de las diez de la noche ahora. En una ciudad latinoamericana un hombre de letras, después de su jornada de trabajo, sale para comer. Todos esos interrogantes han redoblado en su interior el día entero. La callejuela por la que marcha está muy oscura, pues el consumo de electricidad se ve restringido por la escasez. Levanta la mirada hacia el cielo y toda la soledad del universo cae sobre sus hombros: siente una vez más que se halla en el fin del mundo, que es un habitante de la Última Tule. Piensa que a lo largo de la jornada se fatigó sobre páginas que acaso nadie leerá, que probablemente no hallarán eco, que tal vez mañana sean quemadas por manos hostiles. Se pregunta si tiene algún sentido continuar con esta tarea de apariencia inútil. Se pregunta por qué no cede a un plácido vegetar. Pero sabe que son preguntas vanas. Sabe que lleva en sí algo más obstinado y resistente que cualquier catástrofe, que toda edad oscura. Sabe que lo que lleva es esa sustancia –indiferente al triunfo o al fracaso– que ha hecho que homo pictor resucite siempre a través de los milenios pese a los más terribles enemigos. Sabe que es esa sustancia lo que mañana –quiéralo él o no– lo hará inclinarse de nuevo sobre esas páginas de destino cada vez más incierto.
Psicosis
Un viejo editor monologaba no hace mucho ante mí respecto a las causas por las cuales puede un libro llegar a venderse en abundancia. Descartaba la calidad de la obra, la ponía de lado con gesto terminante. ¡La calidad! A lo sumo la calidad se aparecería como un disuasivo, pues ¿quién quiere hoy un libro serio o profundo o difícil? Para dificultades basta la vida, se dice. En cuanto a la presentación. El editor vacilaba: hay casos en que el atractivo físico es fundamental, otros en que la gente se arrebata de las manos verdaderos ejemplos de inmundicia gráfica.
Lo mismo en lo que concierne al precio. Etc. ¿Conclusión? mi interlocutor la expresó meneando la cabeza en señal casi de desesperanza: “Hay que crear una psicosis. Todo lo demás no importa. Un libro se vende cuando se ha provocado una psicosis en torno a él. ¿Me entiende? Una psicosis”.
Una psicosis, esto es una infección psíquica, una invasión de nuestro albedrío por una fuerza ajena a él, una conducta que no practicaríamos espontáneamente, en suma, el brazo que nos temblequea sin que se lo ordenemos, aferra el aire en lugar de la copa que buscábamos, un comportamiento de enfermos . . .
¿Entendía yo al editor?
H. A. Murena - Ensayos sobre subversión.
Editorial SUR, Buenos Aires – 1962
-----------------------------------------------------------------------------------------
H.A.Murena(1923/1975)nació en Buenos Aires en 1923. Agobiado por el alcohol murió de un paro cardíaco en 1975.(ver "En nuestro barrio no hay suicidios")
-----------------------------------------------------------------------------------------
A los efectos de iniciar una polémica agrego además la siguente cita del mismo libro que me llevó a pensar sobre la identidad del ser "americano" que preocupa a intensamente a Murena. (y a mí)
Dice Murena:
- … las guerras de independencia (de América Latina) fueron ganadas por un puñado de hombres carentes de armas, de dinero, de pertrechos, de todo, en contra de una potencia que contaba con una brillante tradición militar in partibus barbarorum, …-
Es por lo menos sospechoso que haya sido así.
España por aquellos tiempos (1800-1820) ya había dejado de ser el esplendoroso y floreciente imperio que había sido, pero de todas formas era todavía una de las potencias globales mas importantes de su época, capaz de sostener simultáneamente varios frentes de guerra sin que por ello se viera menguado su potencial.
¿Que raro no?
Suena por lo menos raro que unos cuántos (algunas decenas) próceres (patriotas) más o menos capaces, seguidos por unos pocos (algunos miles), harapientos, descalzos e incultos pobremente armados, pudieran vencer política y militarmente al ejército de una potencia mundial, disciplinado, victorioso, tecnológicamente superior y sostenido por un fuerte flujo de recursos materiales y humanos.
