No sé si todos recuerdan bien quién fue Mohandas Karamchand Gandhī (02/10/1869 – 30/01/1948) también conocido como “el Mahatma” nombre que proviene de las formas del sánscrito y quiere decir “el de alma grande”.
Fue un abogado, nacido en la India y que trabajó en Sudáfrica donde comenzó a hacerse conocer como militante y activista entre la comunidad india inmigrante en aquella fuertemente racista colonia británica.
Se sabe que el incidente que serviría como un catalizador de su activismo político ocurrió mientras viajaba en tren a Pretoria desde Natal donde vivía, cuando se negó a cambiarse del vagón de primera clase al de tercera el cual se destinaba a la gente de color. Además, en ese viaje sufrió otras humillaciones al negársele alojamiento en varios hoteles debido al color de su piel.
En ese país, después de haber sufrido el racismo, prejuicio e injusticia fue donde comenzó a cuestionar la situación social de sus coterráneos y el suyo mismo en la sociedad.
Preconizaba la total fidelidad a los dictados de la conciencia, llegando incluso a la desobediencia civil si fuese necesario.
Inspirado en Thoreau se convirtió en un referente del anarquismo pacifista y precursor de lo que se dio en llamar “la desobediencia civil” enfrentando al colonialismo autoritario y racista del imperio británico en África y la India.Gandhi llegó a detener la vida social y política de un subcontinente entero en su enfrentamiento con la corona Británica en su lucha por la independencia de la India.
No creo que el Mahatma se considerara a sí mismo “ruralista” pero seguro que cortó algunas rutas el hombre.
Eso era un piquete y eso era un motivo.
El comentario viene a cuento de historias mas recientes sobre ciertos aspirantes a mártires de cartón pintado. Hoy podemos ver cómo titula Perfil en su edición virtual del día de hoy domingo 15 de Junio de 2008:
Alfredo de Angelis (sic, con “s” final), el primer ruralista en decretar un corte.
Tanto Alfredo de Angeli como su mellizo, Atilio, nacieron en María Grande, en el departamento de Paraná, muy lejos del subcontinente Indio, hace unos 51 años, o sea que Gandhi ya había muerto para ese entonces y se vincularon desde temprano con la actividad agropecuaria de la ciudad de Gualeguaychú. Nada que ver con la abogacía que a duras penas ejercía Gandhi en Sudáfrica antes de transformarse en un asceta y líder de masas.
“Mi viejo nos mandaba a trabajar en 1972 en el tractor de un vecino”, recuerda Atilio.
Del Mahatma no se sabe si alguna vez se dedicó a los quehaceres del campo como los “melli” pero seguramente ninguno ellos hubieran sido de su agrado ya que aquel promovía conductas alimentarias vegetarianas y nunca probaba carne, mucho menos de vaca, animal sagrado en la India cosa que descarto sí hacen ambos mellizos junto con la mayoría de la población de nuestro país.
Es claro que los motivos que llevan a algunos dirigentes del agro y sus acólitos a manifestar contra el gobierno nacional y conculcar masivamente los derechos de sus conciudadanos como el derecho de libre tránsito, el derecho al trabajo, a la alimentación, y otros están muy pero muy lejos de la gravedad de aquellas injusticias y opresiones que debió soportar Gandhi y el pueblo indio tanto en el exilio sudafricano cuanto en su propio territorio.
Muy lejos de aquellos atropellos con que los británicos atentaban contra los derechos humanos del pueblo indio y que así daban entonces entidad moral a la resistencia pacífica de expresaban las masas oprimidas que lideraba Gandhi.
Definitivamente, el Alfredo de Angeli (sin “s” final) y todos sus camaradas oportunistas que a lo largo de la rica pampa húmeda se organizan para chantajear a un gobierno tomando de rehenes a cierta parte de la población de este nuestro país y manteniendo en vilo a una sociedad que trata de mantener y desarrollar un estilo de vida democrático, los Melli o el Alfredo no tienen, decía, la altura moral necesaria para erigirse en fiscales acusadores y supuestos defensores de los derechos a la propiedad privada en general.
No se crean que son Gandhi. No se crean que son mártires. No se crean que están defendiendo mis derechos ante nada. Yo y muchos como yo miramos aterrorizados como una minoritaria banda de capitalistas terratenientes seguidos por algunos incautos impulsados por oscuros intereses del “mercado”, pretende pulsear, poner en jaque y finalmente destituir a un gobierno democrático legalmente elegido por voto popular libre y limpio.
Eso es sedición. Aquí y en la India de Gandhi
No es que yo esté contra la sedición, no, no ni mucho menos.
Allí esta el ejemplo del Mahatma Gandhi que es admirable aún en sus errores y que debe ser tomado como faro de lo que un pueblo puede y debe hacer frente a la opresión, el racismo, la tortura, la dominación, o sea rebelarse.
La sedición contra el poder ilegal, absoluto, dictatorial, que atenta contra los mas elementales derechos humanos no solo es válida sino definitivamente una obligación moral de los pueblos que pretenden ser libres.
La sedición, aún armada, en defensa del gobierno democrático debe ser exaltada.
La sedición en contra de gobiernos militares dictatoriales surgidos en los vaivenes trasnochados entre cuarteles y comités es un deber moral.
Aquella ejercida en contra de aquellos gobiernos que surgieron como obediente respuesta de las clases dirigentes corruptas aliadas a las oscuras demandas de potencias extranjeras como los del ´55, del ´66 y del ´76 la sedición era una obligación.
¿Cual dictadura?
Algunos tenemos memoria.
Como tituló El País de Madrid:
Ni las FAA, ni la SRA (¡válgame dios!) , ni la Coninosequé, y la Carbanosecuanto ni sus antiguos, ni sus actuales dirigentes estaban aquel 24 de marzo de 1976 ni en los años posteriores, cortando calles y rutas defendiendo los derechos de las personas contra las brutales aberraciones de la dictadura militar genocida.
Tampoco recuerdo haberlos visto firme y unánimemente atravesados sobre las rutas contra la desvastadora corrupción y venta del patrimonio de los argentinos perpetuado como modelo político que instaló el neoliberalismo de Menem en los ´90.
Más bien todo lo contrario. Muchos de ellos se aprovecharon sobradamente de las ventajas relativas que les proporcionaba la coyuntura política.
No es entonces este el caso, ni esos señores del “Campo” son Gandhi ni el gobierno es el virrey de la corona británica ni estamos en la India con las vacas sagradas, así que dejemos el pretendido martirologio a un costado y analicemos la realidad tal como es.
Si un señor gordito (a vos no te va tan mal che) junto con algunos incautos cortó la ruta que se corran porque por allí pasamos los argentinos.
Si el gordito quiere un protagonismo político que se postule a algo y se presente a elecciones cuando llegue el momento o charle con Tinelli que si la Tota Santillán baila, bien puede hacerlo mejor el Alfredo de Angeli.
Pero tampoco es este el caso. No les interesa la democracia.
Para ellos es simplemente votar cuando toca, nunca fue ni será seguir un proceso democrático como el menos peor de los modos de organización social y política que hemos encontrado.
Este gobierno o someterse a una dictadura militar es para ellos un avatar más, algo que no se controla tal como el clima.
Este es el caso en que los beneficiados por un modelo de privilegio que se instaló en nuestro país gracias a la última dictadura y se consolidó durante el menemato pretenden impedir lo que por ahora es nada más que la aspiración verbalizada pero ni siquiera iniciada aún de un cambio estructural en las relaciones del poder y de la distribución de la renta en nuestra sociedad.
Este escaso 20% de la población que bajo el pretexto del santo “derecho a la propiedad privada” acumula mas del 40 % de la riqueza que produce nuestra sociedad NO desea resignar no ya sus actuales y de por sí muy discutibles pertenencias sino tan luego las futuras mayores y extraordinarias ganancias producto no de su mayor trabajo y esfuerzo sino de la riqueza inherente del suelo argentino sumada a una particular coyuntura económica mundial.
La gran mayoría de los proletarios argentinos, nunca heredaron fortunas, ni grandes ni pequeñas, ni son propietario de bienes, de medios de producción que me permitieran vivir de rentas mientras miran pasar las nubes.
A lo sumo y con suerte alguno de ese 80% restante pudo llegar a ser dueño del techo donde vive, la gran mayoría casi no tiene para comer.
Es decir como la mayoría de los argentinos, esos del 80% nunca fueron ni serán capitalistas.
Entiéndase bien, no estoy hablando de capitalismo como ideología política contrapuesta a otras como socialismo o nacionalismo o algún otro ismo; no, hablo de una simple definición económica.
La mayoría de los argentinos nunca fue capitalista porque nunca tuvieron un capital propio al que sacarle provecho especulando dentro del sistema con el esfuerzo ajeno mientras se mira pasar las nubes.
El proletario desde siempre hubo de vender su fuerza de trabajo en el mercado al mejor postor quedando siempre a merced de los avatares del clima económico que los grandes intereses decidían para el vulgo.
A los señores pomposamente autodenominados “dirigentes del campo” les pido por favor que en todo caso se guarden sus títulos para el ámbito privado, continúen con sus negocios mientras puedan y no molesten más.
A la gran mayoría de “pequeños productores y propietarios” que creen firme pero ingenuamente estar luchando por sus derechos, les pido que reflexionen.
No es válido llevar adelante medidas extremas en todo caso aceptables solo ante la insensibilidad de los gobiernos para aquellos que sufren hambrunas masivas, o genocidios que conllevan la muerte de seres queridos, o la pérdida masiva de sus trabajos o de sus viviendas por desastres naturales o persecuciones por causa de raza, religión o nacionalidad pero no por causas menores.
Analicen a fondo sus posiciones y sus necesidades y luego siéntense frente a los funcionarios del gobierno a negociar defendiendo sus verdaderos intereses con la misma firmeza con que hoy se plantan en las rutas pero buscando soluciones de verdad si que ello implique tomar como rehenes a la sociedad entera. Sólo así serán verdaderos defensores de lo propio y tendrán un genuino apoyo del resto de la sociedad.
Al mediático y pintoresco Alfredo de Angeli, nada le digo, él ya sabe de que se trata esto, tal como se ve en la foto, la prefectura ya aplicó algunos correctivos contra su humanidad cuando practicaba sus metodologías de piquetero duro frente a Buquebus por el tema Botnia.
Esta vez se libró de los correctivos gracias al más delicado y gentil trato de los gendarmes.
A él sólo le deseo un exitoso debut en "Bailando por un sueño" que será su seguro destino próximo como toda vedette de turno.
Eso sí a los señores golpistas, a los gorilas por vocación y herencia, a los opositores "porque eso mide en la encuesta", a los especuladores, a los subversivos, a la señora de la cruz, a la señora de la UCR a su siniestra, a la "piba" multipluripartidaria, a los demás agitadores profesionales, al PCR y sus insólitas CCC, a todo el conchetaje cholulo que patéticamente aporrea cacerolas frente a la Quinta de Olivos y sobretodo que medra entre la paisanada bonachona e ingenua de la pampa húmeda soliviantándola, a ellos les digo que se cuiden de seguir avanzando en ese sentido.
Eso es volver al pasado, al enfrentamiento, a las antinomias estériles, a la lucha intestina. Eso es golpismo. Ni se les ocurra.
Es repetir lo que como sociedad hemos hecho desde antes de ser un estado independiente, o sea un grupo de privilegiados peleándose entre sí por la renta de la aduana de buenos aires a costa de los ideales de democracia, solidaridad, inclusión social, pero sobre todo a costa y sobre las espaldas del resto, de la enorme mayoría de argentinos y extranjeros que transita laboriosa y sufriente nuestro país cotidiano.
Hoy tenemos la oportunidad de cambiar la historia o seguir siendo una sociedad de oportunistas y sometidos.
Hasta la próxima.