No pudo. Roberto no pudo verlo porque unos hijos de milputas lo mataron, con pretextos infames. Lo mataron y a muchos mas, pero estoy seguro que hoy él y los otros estarían bancando al Diego como el que más. Como yo. Como muchos.
El que sigue es un poema me dedicó y me regaló el amigo, el poeta, el periodista, el escritor, el ferviente hincha de Rácing que fué y serguirá siendo Roberto Santoro (el loco) una trade de domingo del '64, después de asistir a una derrota de Rácing en el cilindro de Avellaneda cuando el equipo de José era todavía una esperanza y yo lloraba como lo que era, un chiquilín, por ver a mis colores avasallados. Allí va.
I
Llevar el color
en la camiseta
llevarla en el corazón
y que se meta
marear el aire
dormirlo
llenarlo con tu academia
hacer correr la pelota
por arriba pasarla
por abajo
dibujo un movimiento el la cabeza
un dibujo de baile
deja y deja
con tu rara manera de enredar
el balón loco
alocado
que se mueve así
va aquí
de allá
redonda que viene y va
por el largo arco de la tarde
en el puño está que arde
que juega desde el tablón
desde arriba
toca y saca
desde adentro le hace un gol
y pone un número alegre
que alegra mi corazón
un racinguistaque es tu amigoy se llamaRoberto Santoro
Hasta la próxima.