Mientras los países del primer mundo ven gravemente amenazadas sus economías al punto de que el mismo orden económico mundial impuesto en Breton Woods está haciéndose pedazos y sus pueblos ven declinar su bienestar y sus perspectivas futuras se oscurecen, las sociedades de los países "emergentes" se ven relativamente beneficiados y aunque se muestran bastante inconscientes ante el efecto del posible impacto que la crisis sistémica global pueda acarrear sobre éstos.
Nos preguntábamos hace algún tiempo que es los que están haciendo las autoridades del gobierno de nuestro país al respecto en vistas a la segura y continua profundización del proceso de degradación que sufre el sistema económico mundial.
Entre las diversas políticas aplicadas por el ejecutivo nacional en los últimos dos períodos presidenciales en materia económica nos encontramos con el dato no menor de que las reservas de oro de nuestro país han aumentado de manera mas que significativa desde las 10.4 ton en 2000 hasta 54.7 ton en 2010 lo cual por un lado da cuenta de la prosperidad relativa de la época pero se suma a ello la acertada decisión política específica en tal sentido.
Observamos además que esta conducta está alineada con la de dos de las principales economías emergentes mundiales como son China e India que han estado haciendo lo mismo, y en oposición a todo el resto de America Latina incluido Brasil, países éstos que redujeron fuertemente sus reservas en oro en el decenio 2000-2010 a excepción de
México que solamente durante el primer trimestre del año 2011 ha comprado 93 toneladas de oro (casi el doble de las reservas totales de Argentina)
Leemos
aquí
"En resumen, China e India se impusieron como compradores netos de oro a nivel mundial durante el último decenio. La tendencia en latinoamérica y España fue la de vender sus posiciones, disminuyendo casi un 40% de sus reservas de oro, a diferencia de Argentina que decidió aumentar sus posiciones del metal dorado"
Por otra parte
fuentes oficiales indican que en la economía argentina se mueve una suma cercana a los 40.000 millones de dólares convirtiéndose así en el segundo país del mundo después de Rusia con mas cantidad de esa moneda circulando fuera de los EE.UU.
Los interesados analistas opositores deciden leer la actual coyuntura como una consecuencia del "viento de cola", es decir que para ellos son tiempos de "vacas gordas" o mas bien de "soja gorda" que están determinados por la favorable relación de precios internacionales de los "commodities".
Viento de cola o no la administración parece conducir el barco de manera prolija y acertada con una fuerte vocación reparadora y redistributiva, cuando entre otras cosas, esta enorme masa de dolares excedentes es controlada por el estado y utilizada para regular las variables de la economía desde el poder politico y quitarlas del control de "los mercados".
Es decir es pieza fundamental de las políticas neokeynesianas con que la actual administración peronista enfrenta la situación mundial y se opone así al fracasado planteo del "laissez faire" neoliberal que nos llevó al infierno en 2001. La pregunta es que ocurriría con esa "herramienta" en caso del previsible colapso definitivo de la moneda norteamericana.
Lo cierto es que probablemente debiéramos aprovechar y utilizar buena parte de esta "riqueza excedente" para acelerar un fuerte proceso de industrialización racional de nuestra economía, es decir redireccionar importantes flujos de recursos monetarios hacia el desarrollo tecnológico, la inversión productiva y obras de infraestructura.
Eso después de descontar las siempre prioritarias, imperiosas e ineludibles inversiones en seguridad social, salud y educación y previendo las necesarias sumas para mantener vivo y dinámico el mercado interno a través del consumo racional de bienes.
Es fundamental entonces la planificación y ejecución de un plan de desarrollo económico integrado y consistente que nos coloque consistentemente en un escalón productivo diferencial respecto a aquel en que quedamos después del destructivo huracán neoliberal que arrasó nuestra economía durante el último tercio del siglo pasado.
Ahora bien, el punto mas importante es lograr que todo lo enunciado confluya de manera irrenunciable y simultánea en el cumplimiento de un objetivo básico que es el de asegurar una justa distribución de la riqueza generada entre aquellos que aportaron el trabajo imprescindible en el proceso de generación de la misma y no que se acumule en estratos mioritarios parásitos de la sociedad como ha ocurrido a lo largo de buena parte de nuestra historia.
Por primera vez en muchas décadas, nuestra sociedad puede acumular riqueza excedente de manera sostenida dentro de sus fronteras bajo un modelo de distribución con vocación por la soberanía política, la independencia económica y la justicia social pero ya sabemos largamente que la "teoría del derrame" es falaz y definitivamente engañosa de manera que cuando se logra la acumulación, sea cual sea el método, para que el derrame se produzca hay que forzarlo y eso significa conflicto.
¿Será éste el momento histórico en que se pueda disciplinar al capital para ponerlo al servicio del desarrollo humano?
En ese punto estamos. Por consolidar lo que tenemos e ir por más.
Hasta la próxima.