Estamos bastante desorientados.
Digo, parece ser que los argentinos en general estamos bastante desorientados respecto al momento histórico que estamos atravesando nosotros y todos los seres humanos ya bien iniciado el siglo XXI.
Habiendo sorteado como sociedad desafíos bastante complejos tal fueron el derrocamiento de Parón, la Resitencia, los fusilamientos, las proscripciones, los gobiernos militares y sus alcahuetes, la dictadura genocida, la guerra de entrega de las Malvinas, el menemato neoliberal, su inevitable conclusión, la crisis del 2001 y el reciente y terriblemente destructivo período de administración neoliberal macrista , la sociedad argentina no parece haber aprovechado las experiencias.
Leo y escucho cotidianamente a muchos de mis conciudadanos, tanto anónimos vecinos de a pié cuanto célebres y prominentes pensadores, o periodistas de fuste o bien charlistas televisivos con rating aspiracional, o políticos de diversas orientaciones, exponiendo y conceptualizando con grandilocuencia. Muy pocos de ellos merecen ser seriamente tenidos en cuenta. No es el caso aquí de exponer nombres que están a la vista de todos sino más bien señalar ejemplos de tales muestras de ignorancia, poca inteligencia, desatino y malintencionado desviacionismo ideológico y manipulación mediática.
Un tema interesante que ha surgido por estos días es el de la cuestión Malvinas y su tratamiento después de casi 40 años de ocurrida aquella guerra. Por ejemplo se insiste en conmemorar cada 3 de enero un nuevo aniversario del inicio de la ocupación británica de esa parte del territorio nacional mencionando a los muertos argentinos asesinados durante la guerra de 1982 como “Héroes Gloriosos caídos en defensa de La Patria”.
La cuestión no es demasiado compleja. Los hechos históricos son indiscutibles ya que están amplia y fuertemente documentados. Lo ocurrido en 1982 fue una acción suicida y desesperada de la decadente recua genocida uniformada gobernante. A sabiendas de la terrible desigualdad en la correlación de fuerzas militares y geopolíticas en juego iniciaron una invasión armada sobre las islas especulando estúpidamente con la muy lejana posibilidad de una intermediación norteamericana en el litigio que favoreciera a los delincuentes que gobernaban dictatorialmente nuestra sociedad según la cual los EEUUU arbitrarían a favor de la Argentina y en contra de los intereses propios y de Gran Bretaña su principal socio y aliado militar. Solo los imbéciles viciosos y trasnochados usurpadores del uniforme del ejército de la patria podrían creer que tal especulación podría prosperar. De hecho la gran mayoría de ellos no creían en eso pero callaban y se escondían tras aquello de “obediencia debida”.
No contentos con la idiotez cometida y ante el claro desarrollo de los acontecimientos en el sentido de que aquel acto había sido un terrible error y que solo tendría como consecuencia una desastrosa derrota con una larga lista de vidas perdidas y un terrible retroceso político y diplomático en el intento de recuperación del territorio usurpado, decidieron resistir militarmente la reacción británica enviando para ello un centenar de oficiales ineficientes y miles de tropas inexpertas, mal entrenadas, peor pertrechadas y constituidas por cuasi adolescentes inmaduros y aterrorizados. Luego de los 74 días que duró la guerra se contabilizaron 1731 bajas, 629 fallecidos y 1082 heridos sin contar las secuelas postraumáticas en casi todos los que participaron en el conflicto. Es posible que a nivel individual se puedan identificar algunos que produjeron actos que pudieran ser llamados heroicos, pero lo concreto es que esas 1731 bajas fueron verdaderas víctimas de un oprobioso régimen dictatorial y genocida al que las vidas de sus semejantes les importaban menos que el vaso donde bebían sus alcoholes. Víctimas, tan víctimas como los 30.000 desaparecidos, tan víctimas como los secuestrados, los torturados, los asesinados por las brutales fuerzas de tareas durante los oscuros años de plomo.
Llamarlos héroes es faltarles el respeto a esos asesinados por el régimen, es confundir a la sociedad y a la vez invisibilizar el verdadero hecho, la continuación del genocidio, la tortura, el desprecio por el ser humano, la inmoralidad de aquella camarilla de perversos ambiciosos que se resistían a abandonar el poder usurpado.
No se trata de olvidar la guerra ni a los caídos ni a los que regresaron, tampoco se trata de resignar el reclamo territorial histórico, se trata de ser consciente de la realidad histórica. Se trata de reconocer que aquello nunca fue defensa de la patria sino mas bien todo lo contrario ya que el enemigo invasor pudo gracias a esa guerra consolidar y fortalecer sus posiciones militares, políticas y diplomáticas a costa de sangres argentina entregada por militares genocidas.
Se trata entonces de dejar de negar nuestras zonas oscuras, nuestras miserias, nuestras partes pútridas. Se trata de reconocer el fascismo que nos infecta en ese nacionalismo excluyente que hoy tiene cara de neoliberalismo y se trata de que como sociedad comencemos a mirar a nuestras miserias a los ojos y usar la memoria y la experiencia para poner bajo control y finalmente desterrar esos aspectos oscuros y amenazantes y comenzar a construirnos como una sociedad justa, libre y verdaderamente soberana. Hasta la próxima. MC
Digo, parece ser que los argentinos en general estamos bastante desorientados respecto al momento histórico que estamos atravesando nosotros y todos los seres humanos ya bien iniciado el siglo XXI.
Habiendo sorteado como sociedad desafíos bastante complejos tal fueron el derrocamiento de Parón, la Resitencia, los fusilamientos, las proscripciones, los gobiernos militares y sus alcahuetes, la dictadura genocida, la guerra de entrega de las Malvinas, el menemato neoliberal, su inevitable conclusión, la crisis del 2001 y el reciente y terriblemente destructivo período de administración neoliberal macrista , la sociedad argentina no parece haber aprovechado las experiencias.
Leo y escucho cotidianamente a muchos de mis conciudadanos, tanto anónimos vecinos de a pié cuanto célebres y prominentes pensadores, o periodistas de fuste o bien charlistas televisivos con rating aspiracional, o políticos de diversas orientaciones, exponiendo y conceptualizando con grandilocuencia. Muy pocos de ellos merecen ser seriamente tenidos en cuenta. No es el caso aquí de exponer nombres que están a la vista de todos sino más bien señalar ejemplos de tales muestras de ignorancia, poca inteligencia, desatino y malintencionado desviacionismo ideológico y manipulación mediática.
Un tema interesante que ha surgido por estos días es el de la cuestión Malvinas y su tratamiento después de casi 40 años de ocurrida aquella guerra. Por ejemplo se insiste en conmemorar cada 3 de enero un nuevo aniversario del inicio de la ocupación británica de esa parte del territorio nacional mencionando a los muertos argentinos asesinados durante la guerra de 1982 como “Héroes Gloriosos caídos en defensa de La Patria”.
La cuestión no es demasiado compleja. Los hechos históricos son indiscutibles ya que están amplia y fuertemente documentados. Lo ocurrido en 1982 fue una acción suicida y desesperada de la decadente recua genocida uniformada gobernante. A sabiendas de la terrible desigualdad en la correlación de fuerzas militares y geopolíticas en juego iniciaron una invasión armada sobre las islas especulando estúpidamente con la muy lejana posibilidad de una intermediación norteamericana en el litigio que favoreciera a los delincuentes que gobernaban dictatorialmente nuestra sociedad según la cual los EEUUU arbitrarían a favor de la Argentina y en contra de los intereses propios y de Gran Bretaña su principal socio y aliado militar. Solo los imbéciles viciosos y trasnochados usurpadores del uniforme del ejército de la patria podrían creer que tal especulación podría prosperar. De hecho la gran mayoría de ellos no creían en eso pero callaban y se escondían tras aquello de “obediencia debida”.
No contentos con la idiotez cometida y ante el claro desarrollo de los acontecimientos en el sentido de que aquel acto había sido un terrible error y que solo tendría como consecuencia una desastrosa derrota con una larga lista de vidas perdidas y un terrible retroceso político y diplomático en el intento de recuperación del territorio usurpado, decidieron resistir militarmente la reacción británica enviando para ello un centenar de oficiales ineficientes y miles de tropas inexpertas, mal entrenadas, peor pertrechadas y constituidas por cuasi adolescentes inmaduros y aterrorizados. Luego de los 74 días que duró la guerra se contabilizaron 1731 bajas, 629 fallecidos y 1082 heridos sin contar las secuelas postraumáticas en casi todos los que participaron en el conflicto. Es posible que a nivel individual se puedan identificar algunos que produjeron actos que pudieran ser llamados heroicos, pero lo concreto es que esas 1731 bajas fueron verdaderas víctimas de un oprobioso régimen dictatorial y genocida al que las vidas de sus semejantes les importaban menos que el vaso donde bebían sus alcoholes. Víctimas, tan víctimas como los 30.000 desaparecidos, tan víctimas como los secuestrados, los torturados, los asesinados por las brutales fuerzas de tareas durante los oscuros años de plomo.
Llamarlos héroes es faltarles el respeto a esos asesinados por el régimen, es confundir a la sociedad y a la vez invisibilizar el verdadero hecho, la continuación del genocidio, la tortura, el desprecio por el ser humano, la inmoralidad de aquella camarilla de perversos ambiciosos que se resistían a abandonar el poder usurpado.
No se trata de olvidar la guerra ni a los caídos ni a los que regresaron, tampoco se trata de resignar el reclamo territorial histórico, se trata de ser consciente de la realidad histórica. Se trata de reconocer que aquello nunca fue defensa de la patria sino mas bien todo lo contrario ya que el enemigo invasor pudo gracias a esa guerra consolidar y fortalecer sus posiciones militares, políticas y diplomáticas a costa de sangres argentina entregada por militares genocidas.
Se trata entonces de dejar de negar nuestras zonas oscuras, nuestras miserias, nuestras partes pútridas. Se trata de reconocer el fascismo que nos infecta en ese nacionalismo excluyente que hoy tiene cara de neoliberalismo y se trata de que como sociedad comencemos a mirar a nuestras miserias a los ojos y usar la memoria y la experiencia para poner bajo control y finalmente desterrar esos aspectos oscuros y amenazantes y comenzar a construirnos como una sociedad justa, libre y verdaderamente soberana. Hasta la próxima. MC