Encerrado en el navío de donde no se puede escapar, el loco es entregado al río de mil brazos, al mar de mil caminos, a esa gran incertidumbre exterior a todo. Está prisionero en medio de la más libre y abierta de las rutas: está sólidamente encadenado a la encrucijada infinita.
¿Por qué hacia el siglo XV aparece tan bruscamente en la literatura y la iconografía la formulación del tema?
¿Porqué nace un día, un día preciso, esta barco?
A partir de ese momento, la separación ya está hecha, la visión cósmica y la reflexión moral, la tragedia y la crítica irán separándose cada vez mas.
Por un lado habrá una Nave de los locos, cargada de rostros gesticulantes, que se hunde poco a poco en la noche del mundo y por el otro habrá una Nave de los locos que forme para los sabios la Odisea ejemplar y didáctica de los defectos humanos.
Por un lado la fuerza primitiva de la locura, revelación de que lo onírico es real, por el otro la locura que queda atrapada en el universo del discurso, se refina, se desarma. La que desaparece cuando aparece lo esencial, la justicia y la verdad.
M.Foucault, Fragmentos de “La nave de los locos”, Primera parte, Stultífera Navis
Me pregunto, ¿cuál será mi Nef des fous?
¿Por qué mares estoy navegando sin tener consciencia, qué puertos me están negando la entrada, qué marinos custodian mi locura, quienes son los que me acompañan en mi viaje sin final?
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Hablando de locos, les adjunto para deleite de finas sensibilidades otro poema de Javier Villafañe
EL QUE COMENZÓ POR COMERSE LAS UÑAS
Empezó por comerse las uñas
después se comió las manos
el codo
la espalda
el vientre
las rodillas
los pies
Se quiso ir
y se buscaba en la silla
debajo de la mesa
en el ropero
detrás de la puerta
en la sombra de la pared
en la calle
y no estaba.
de "El gran paraguas, Ed. La Rosa Blindada, Buenos Aires, 1965