Hoy tomamos conocimiento de que el gobierno de los Estados Unidos garantizará el reconocimiento del gobierno que surja de las futuras elecciones en Honduras convocadas por el presidente de facto como forma de conclusión del "conflicto interno de ese país" haciendo caso omiso al hecho de que allí se produjo un golpe de estado, en los hechos avalándolo.
Estamos entonces frente a otra acción demostrativa de que la élite dominante en los EEUU es la que gobierna allá independientemente del color político de la persona que ocupe el cargo de presidente de ese país.
Tal como señalaba Max Weber, es ésa una democracia de cargos y no de partidos. Solo es un sistema que sirve para definir el reparto de cargos públicos o sea favores políticos entre los representantes de las élites dominantes.
Este hecho vergonzoso se suma a la anexión virtual del territorio de Colombia por parte de las fuerzas armadas del imperio con el beneplácito de los sectores políticos afines a los intereses norteamericanos en este país vecino.
Esto conectado con la reactivación de la IV Flota del imperio dan cuenta de los amenazantes preparativos por parte del imperio hacia esta parte del continente americano .
"Sudetendeutsche"
Creemos oportuno recordar un hecho infausto ocurrido en Europa entre 1933 y 1938.
El 1 de octubre de 1933 se creaba el Partido Alemán de los Sudetes, que acabó reclamando la adhesión de la región al Tercer Reich, ese partido pactó secretamente con el Partido nazi alemán, que acababa de alcanzar el poder.
Con el apoyo de éste partido, la ocupación alemana finalmente se realizó del 1 al 10 de octubre, sin que las otras potencias europeas reaccionaran. Tras ello, la mayor parte de la población checa fue expulsada de la región. A finales de 1938 desaparece el Partido Alemán de los Sudetes y se fusiona con el Partido Nazi Alemán. En marzo de 1939 Alemania ocupó el resto de Checoslovaquia.
Para finalizar nos hacemos eco del comentario de Atilio Borón del que adjuntamos su conclusión:Conclusión: no es que Estados Unidos no pudo modificar el resultado de la crisis hondureña sino que, más allá de las preferencias de Obama, la clase dominante norteamericana y sus representantes políticos en el aparato estatal no quisieron que fuera otro el desenlace de este conflicto, aún a sabiendas de las funestas implicaciones que esta decisión tendrá para la paz y la estabilidad política ese país centroamericano. En línea con la desorbitada militarización de la política hemisférica promovida desde los años de George W. Bush –y de la cual las siete bases concedidas por Uribe son apenas la punta del iceberg- el “gobierno permanente” de Estados Unidos optó por sostener a los golpistas en vez de apostar a la reconstrucción de la democracia. No se trató de una cuestión de incapacidad, sino de una elección estratégica concebida para reordenar manu militari el tumultuoso patio trasero del imperio en Centroamérica y para lanzar una ominosa señal de advertencia a los gobiernos de izquierda y progresistas de la región.
Hasta la próxima.