viernes, 2 de marzo de 2018

La inflación según el Dr Mengelen y otras arbitrariedades.

Dejemos por un momento de lado la pegadiza melodía del hit del verano mmlpqtp. Hagamos la vista gorda respecto de la poco caballerosa actitud del bufón del rey que no ayudaba a la vice rodado 26 cuando nadie le daba bola (fea la actitud). Suspendamos también los jocosos comentarios en las redes acerca del perverso, vacuo, irreal, irrespetuoso y muy poco serio discurso presidencial dirigido a la toda la Asamblea Legislativa menos Ella (bien que hizo) con motivo del inicio de sesiones ordinarias del Congreso Nacional. Finalmente hagamos como que no vimos la foto del cálido saludo presidencial a la "invisible multitud" que lo esperaba ansiosa y festiva en la plaza con una muy emotiva suelta de "invisibles globos" amarillos.


No soy yo sos vos

Aprovechemos ese impasse para desasnarnos acerca de las causas de la inflación, esa que está bajando ¿viste?
Les ofrezco a continuación un fragmento de una clase de economía sobre ese tema publicada hoy en El Cronista, medio especializado y versado, si los hay en esto de vender ... humo ...
Dice por allí la nota supuestamente elaborada aunque nunca firmada, por el payaso ese, ladronzuelo mediático, que se peina con un ventilador y su pareja ... también mediática claro ...

" ... como fuera demostrado por Carl Menger en sus Principio de economía política, de 1871, no son los costos los que determinan los precios si no que es justamente al revés (ley de imputación). Los consumidores fijan no solo los precios de los bienes de consumo, sino también el de todos los factores de producción. Esto es, los consumidores establecen los ingresos de cuantos operan en el ámbito de la economía de mercado."

y agregan sin ponerse colorados que ...

"Son los consumidores, y no los empresarios ni los sindicalistas (y mucho menos un político), quienes con sus preferencias con relación a la escasez determinan los precios, y en definitiva, pagan por cada insumo y a cada trabajador su salario."
... avísenle a Aranguren o a su socio Martino del HSBC. Informen a OSDE, a MetroGas, a Shell, a Unilever, a Bayer, a COTO, a Monsanto, a Arcor o a Natura o a las demás integrantes de las cadenas de proveedores de bienes y servicios que en 1871 Carl Menger demostró que soy yo, aquí presente, quien en calidad de usuario fija sus precios y coso ... o sea che ...

Hasta la próxima.




jueves, 1 de marzo de 2018

No sabemos cómo ser y estamos aterrados

"Los hombres se sienten aislados, confundidos y en conflicto acerca de su naturaleza. Muchos sienten que las cualidades que solían definirlos —su fuerza, la agresión y la competitividad— ya no son rasgos deseados ni requeridos; muchos otros jamás se sintieron fuertes ni agresivos ni competitivos para empezar. No sabemos cómo ser y estamos aterrados."

Esta nota está basada en hechos y realidades diferentes a las de nuestra sociedad pero está en línea con el pensamiento de Rita Segato (https://elbaldio2007.blogspot.com.ar/2018/01/victimas-del-mandato-de-masculinidad.html)  
 quien afirma que los varones son las primeras víctimas de la ideología machista al verse sometidos a la disyuntiva de tener que asumir un rol hoy cada vez mas repudiado o quedar aislados y enojados acumulando resentimiento.Si bien podemos encontrar en el texto generalizaciones y simplificaciones opinables hay ciertas afirmaciones que deberían ser consideradas con detenimiento.

Los chicos no están bien (o por qué debemos repensar la masculinidad)

nota publicada por MICHAEL IAN BLACK en TNYT 24 de febrero de 2018


Solía decir esta frase: “Si quieres emascular a uno de tus amigos, cuando estén en un restaurante, pregúntale qué va a comer y cuando llegue la mesera, ordena por él”. Es gracioso porque quitarle a un hombre su masculinidad no debería ser así de fácil —pero lo es—.
La semana pasada, diecisiete personas, la mayoría adolescentes, fueron asesinados en un tiroteo en una escuela de Florida. La preparatoria Marjory Stoneman Douglas ahora se une a la categoría de Sandy Hook, Virginia Tech, Columbine y otros muchos sitios de una masacre estadounidense. ¿Qué tienen estos tiroteos en común? Armas, desde luego; pero también a los chicos. Las chicas no están jalando el gatillo; son varones. Casi siempre.
Los niños de Estados Unidos están destrozados y eso nos está matando.
La ruptura de los niños del país contrasta con sus niñas, que aún enfrentan muchísimos obstáculos, pero salen al mundo cada vez mejor equipadas para superarlos.
Los últimos cincuenta años han redefinido el significado de ser mujer en Estados Unidos. A las niñas de hoy les dicen que pueden hacer cualquier cosa, ser cualquier persona. Han absorbido el mensaje: están mostrando un mejor rendimiento que los niños en la escuela en todos los niveles, pero no solo se trata del desempeño. Ser niña actualmente significa ser la beneficiaria de décadas de conversación acerca de las complejidades de la feminidad, sus muchas formas y expresiones.
Sin embargo, los niños se han quedado atrás. No ha surgido un movimiento proporcional para ayudarlos a navegar hacia una expresión total de su género. Ya no es suficiente “ser hombre”… ya ni siquiera sabemos qué significa eso.
Demasiados niños están atrapados en el mismo modelo sofocante y obsoleto de masculinidad en el que la hombría se mide en fuerza, en el que no hay manera de ser vulnerable sin emascularse, donde la virilidad se trata de tener poder sobre los demás. Están atrapados y ni siquiera tienen las palabras para hablar de lo que sienten cuando lo están, porque el lenguaje que existe para discutir toda la gama de las emociones humanas aún se considera delicado y femenino.
Los hombres se sienten aislados, confundidos y en conflicto acerca de su naturaleza. Muchos sienten que las cualidades que solían definirlos —su fuerza, la agresión y la competitividad— ya no son rasgos deseados ni requeridos; muchos otros jamás se sintieron fuertes ni agresivos ni competitivos para empezar. No sabemos cómo ser y estamos aterrados.
Sin embargo, admitir nuestro terror es estar reducidos, porque no tenemos un modelo de masculinidad que permita sentir miedo o dolor o ternura o la tristeza cotidiana que a veces nos sobrepasa a todos.
Por ejemplo: hace unos días, publiqué una breve serie de mensajes acerca de estas ideas en Twitter, a sabiendas de que recibiría respuestas de odio a cambio. Me llegaron decenas de mensajes que impugnaban mi masculinidad; en los menos agresivos me dijeron “niño de soya” (un insulto común entre la extrema derecha que vincula el consumo de soya con el estrógeno).
Y así el varón que se siente perdido, pero desea conservar su identidad masculina por completo solo tiene dos opciones: aislarse o sentir furia. Hemos visto el potencial que el aislamiento y la furia tienen y lo que pueden provocar. Los tiroteos en las escuelas solo son las tragedias más públicas. Otros, en una escala menor, tienen lugar en todo el país a diario; otro rasgo común entre los tiradores es un historial de abuso contra las mujeres.
Para ser claros, la mayoría de los hombres jamás se volverán violentos. La mayoría estará bien. La mayoría aprenderá a navegar las aguas profundas de sus sentimientos sin participar en ninguna forma de destrucción. La mayoría crecerá para ser una persona amable; pero muchos no lo harán.
Quizá jamás entenderemos por qué un joven decide terminar con las vidas de otros, pero por lo menos podemos ver un patrón que no podría ser más evidente. Son los niños varones.
Yo creo en los niños. Creo en mi hijo. No obstante, a veces lo veo, con sus 16 años, tragándose su frustración, enterrando su preocupación, subiendo con fuertes pisadas las escaleras sin decirnos qué pasa y quiero mostrarle cómo es ser vulnerable y estar abierto, pero no puedo. Porque alguna vez fui un niño también.
Debe haber una manera de expandir lo que significa ser un hombre sin perder nuestra masculinidad. No sé cómo abrirnos a la rica complejidad de nuestra masculinidad. Creo que nos beneficiaríamos de la misma conversación que las chicas y las mujeres han estado teniendo durante los últimos cincuenta años.
Me gustaría que los hombres utilizaran el feminismo de inspiración, de la misma manera en que las feministas aprovecharon el movimiento a favor de los derechos civiles para basar el suyo. No estoy promoviendo una solución rápida. No la hay, pero tenemos que comenzar el diálogo. Los niños están destrozados y quiero ayudar.

domingo, 25 de febrero de 2018

Perón triunfa en las elecciones del 24 de febrero

Fragmento de "Ciclos" publicado Por Horacio Verbitsky en el El Cohete a la Luna.
25 febrero, 2018.

Una perfecta tranquilidad social
En apenas seis meses de Perón al frente del Departamento y luego Secretaría de Trabajo se firmaron los primeros convenios colectivos con una docena y media de sindicatos. Aunque hoy cueste creerlo, entonces se implantó por primera vez el descanso dominical y las vacaciones pagas, y las indemnizaciones por despido y accidentes de trabajo. En diciembre de 1945 se estableció el aguinaldo obligatorio para todos los trabajadores y trabajadoras, aún del servicio doméstico. El Estatuto del Peón Rural extendió esas conquistas a las actividades agropecuarias y forestales en las que introdujo la jornada de ocho horas. La investigación de la que participó Cullen recuerda que la Unión Industrial denunció “la indisciplina que necesariamente se engendra en los establecimientos” por el demagógico aguinaldo, y Confederaciones Rurales protestó porque el Estatuto del Peón “elimina la jerarquía del patrón para dejarlo a merced de los peones o de cualquier agitador profesional”. Junto con la Cámara de Comercio fustigaron  el otorgamiento de un salario mínimo, vital y móvil, de nuevos aumentos generales de salarios y la aprobación en “forma inconsulta” del sistema general de jubilaciones. Perón los calificó como “la eterna oligarquía económica que ha manejado a la oligarquía política”. El 24 de junio de 1945 un documento empresario pretendió que desde la Semana Trágica de enero de 1919, “el país ha vivido dentro de una perfecta tranquilidad social. Y no es reavivando diferencias entre patronos y obreros, sembrando odios y azuzando pasiones que culminaron y terminaron hace 25 años, que habrá de propenderse con sinceridad al propósito de trabajar por la unión de todos los argentinos” (el combate al narcotráfico y la pobreza cero son modernizaciones posteriores del discurso). Perón les contestó que esto “hace suponer que quisieran otra Semana Trágica. Entendida así la tranquilidad social, no hay nada que conversar. Si se trata de matar cinco o seis mil obreros para luego obligar a trabajar como se quiera, con el objeto de asegurar así 25 años de tranquilidad social, yo no me voy a prestar a eso”, contestó. Recién la movilización obrera y popular del 17 de octubre de 1945 modificó la relación de fuerzas, que hasta ese momento favorecía al proyecto del gran capital, arraigado en la sociedad civil y también hegemónico en los cuarteles. Ese cataclismo político y social es el prolegómeno a las elecciones nacionales del 24 de febrero de 1946, en las que Perón llegó a la presidencia, de la que sería derrocado en 1955 por un golpe eclesiástico-patronal, con participación de algunos grupos de militares retirados. En diálogo con un grupo de sindicalistas, el contraalmirante Arturo Rial confesó el objetivo de aquel golpe: “La Revolución Libertadora se hizo para que en este país el hijo del barrendero muera barrendero”. Los propósitos no han variado, pero esta sinceridad hoy no se consigue.
Hasta la próxima

martes, 30 de enero de 2018

Víctimas del mandato de masculinidad


“Hay formas de agresión entre varones que son también violencia de género. Yo afirmo que los varones son las primeras víctimas del mandato de masculinidad” 
(Rita Segato).



Rita Laura Segato (Buenos Aires, 14 de agosto de 1951) antropóloga y feminista argentina residente entre Brasilia y Tilcara. 

Es especialmente conocida por sus investigaciones que se han orientado a las cuestiones de género en los pueblos indígenas y comunidades latinoamericanas, a la violencia de género y a las relaciones entre género, racismo y colonialidad. Considera que las relaciones de género son un campo de poder y que es un error hablar de crímenes sexuales sino que deben considerarse "crímenes del poder, de la dominación, de la punición". (Wikipedia)


“UNA FALLA DEL PENSAMIENTO FEMINISTA ES CREER QUE LA VIOLENCIA DE GÉNERO ES UN PROBLEMA DE HOMBRES Y MUJERES”

Rita Segato es doctora en Antropología e investigadora. Es, probablemente, una de las pensadoras feministas más lúcidas de esta época. Y tal vez de todas las épocas. Ha escrito innumerables trabajos a partir de su investigación con violadores en la penitenciaría de Brasilia, como perito antropológico y de género en el histórico juicio de Guatemala en el que se juzgó y condenó por primera vez a miembros del Ejército por los delitos de esclavitud sexual y doméstica contra mujeres mayas de la etnia q’eqchi, y fue convocada a Ciudad Juárez a exponer su interpretación en torno a los cientos de femicidios perpetrados en esa ciudad. Su currículum es largo e impresionante.
Por Florencia Vizzi y Alejandra Ojeda Garnero
Más allá de todo prejuicio escandalizador, Segato ha propuesto una mirada profunda sobre la violencia letal sobre las mujeres, entendiendo a los femicidios como una problemática que trasciende a  los géneros para convertirse en un síntoma, o mejor dicho, en una expresión de una sociedad que necesita de una “pedagogía de la crueldad” para destruir y anular la compasión, la empatía, los vínculos y el arraigo local y comunitario. Es decir todos esos elementos que se convierten en obstáculo en un capitalismo “de rapiña”, que depende de esa pedagogía de la crueldad para aleccionar. Es, en ese sentido, que el ejercicio de la crueldad sobre el cuerpo de las mujeres, pero que también se extiende a crímenes homofóbicos o trans, todas esas violencias “no son otra cosa que el disciplinamiento que las fuerzas patriarcales imponen a todos los que habitamos ese margen de la política, de crímenes del patriarcado colonial moderno de alta intensidad, contra todo lo que lo desestabiliza” (*). En esos cuerpos se escribe el mensaje aleccionador que ese capitalismo patriarcal de alta intensidad necesita imponer a toda la sociedad.
No es tarea sencilla entrevistar a Rita, que es una especie de torbellino, capaz de enlazar con extrema claridad y sutileza los argumentos más complejos. Se toma su tiempo para responder, analiza cada pregunta, la desgrana, profundiza y vuelve a empezar con una vuelta de tuerca sobre cada concepto. Tiene su propio ritmo y seguirlo puede ser un desafío.
—En el marco del alarmante crecimiento de los casos de violencia de género, ¿podría profundizar en el concepto que desarrolló de que la violencia letal sobre la mujer es un síntoma de la sociedad?
—Desigualdad de género, control sobre el cuerpo de la mujer, desde mi perspectiva, hay otras feministas que no coinciden, acompañan la historia de la humanidad. Sólo que, contrariamente a lo que pensamos y a eso que yo llamo prejuicio positivo con relación a la modernidad, imaginamos que la humanidad camina en la dirección contraria. Pero los datos no confirman eso, al contrario, van en aumento. Entonces tenemos que entender cuáles son las circunstancias contextuales e históricas. Una de las dificultades, de las fallas del pensamiento feminista es creer que el problema de la violencia de género es un problema de los hombres y las mujeres. Y en algunos casos, hasta de un hombre y una mujer. Y yo creo que es un síntoma de la historia, de las vicisitudes por la que pasa la sociedad. Y ahí pongo el tema de la precariedad de la vida. La vida se ha vuelto inmensamente precaria, y el hombre, que por su mandato de masculinidad, tiene la obligación de ser fuerte, de ser el potente, no puede más y tiene muchas dificultades para poder serlo. Y esas dificultades no tienen que ver como dicen por ahí, porque está afectado por el empoderamiento de las mujeres, que es un argumento que se viene utilizando mucho, que las mujeres se han empoderado y que los hombres se han debilitado por ello y por lo tanto reaccionan así… No. Lo que debilita a los hombres, lo que los precariza y los transforma en sujetos impotentes es la falta de empleo, la inseguridad en el empleo cuando lo tienen, la precariedad de todos los vínculos, el desarraigo de varias formas, el desarraigo de un medio comunitario, familiar, local… en fin, el mundo se mueve de una manera que no pueden controlar y los deja en una situación de precariedad, pero no como consecuencia del empoderamiento de las mujeres, sino como una consecuencia de la precarización de la vida, de la economía, de no poder educarse más, leer más, tener acceso a diversas formas de bienestar. Y eso también va en dirección de otra cosa que vengo afirmando: que hay formas de agresión entre varones que son también violencia de género.Yo afirmo que los varones son las primeras víctimas del mandato de masculinidad. Con esto no estoy queriendo decir que son víctimas de las mujeres, y quiero dejarlo bien en claro porque se me ha entendido de una manera equivocada muchas veces. Estoy diciendo que son víctimas de un mandato de masculinidad y una estructura jerárquica como es la estructura de la masculinidad. Son víctimas de otros hombres, no de las mujeres. Y esto también quiero dejarlo en claro, no es que el hombre se volvió impotente porque las mujeres se potencian, sino que se volvió impotente porque la vida se volvió precaria y los deja impotentes.

—Muchas mujeres reciben esta violencia como algo normal. ¿Por qué?

—Por eso, sobre todo en España, al principio, cuando en las primeras campañas por los derechos de la mujer empezaron a aparecer estas mujeres golpeadas en la televisión, fue muy fuerte y causó mucho impacto. Plantear que la violencia doméstica es un crimen creo que fue el mayor avance de la Convención sobre la Eliminación de Todas las Formas de Discriminación contra la Mujer (Cedaw), es decir, que algo que es una costumbre puede ser un crimen. Es dificilísimo sobre todo en el campo del derecho dar ese paso, porque el derecho es como la santificación de todo lo que es la costumbre como ley. Pero la Cedaw dice: esta costumbre es un crimen, no puede ser transformada en ley. En ese caso de la violencia doméstica, de las violaciones domésticas se ha marchado en el camino de comprender que es un crimen. Ahora, lo que nos da a nosotros una pauta, una luz para entender mejor todo ese tema, es que cuando hay un óbito, cuando aparece un cuerpo, un asesinato de mujer nunca fue natural, ni antes ni ahora ni nunca. Y ahí vemos que hay una dificultad del derecho y del Estado en ganar terreno en este campo. Porque, sin ninguna duda, están en aumentando cada vez los feminicidios, ese verdadero genocidio de mujeres que estamos viviendo, de varias formas. Y eso lo sabemos porque ya hay más de 10 años de estadísticas en la mayor parte de los países.  Y además el avance en lo legal y lo forense respalda esta afirmación.

—Usted plantea que la violación es un acto disciplinador, un crimen de poder. ¿Qué se juega el agresor sexual en esos casos?

—Bueno, ese concepto es de altísima complejidad. Le cuesta mucho a la sociedad comprender a qué apunto. Mucha gente de bien, muy moral, saltó contra esto e intenta rápidamente diferenciarse de ese sujeto que considera anómalo, criminal, inmoral, en fin todo lo malo que se deposita en ese sujeto, en ese chivo expiatorio que es el agresor… y los otros hombres se salvan y dicen yo no soy eso. Yo eso lo pongo bajo un signo de interrogación. Yo creo que aquel último gesto que es un crimen, es producto de una cantidad de gestos menores que están en la vida cotidiana y que no son crímenes, pero son agresiones también. Y que hacen un caldo de cultivo para causar este último grado de agresión que sí está tipificado como crimen… pero que jamás se sucedería si la sociedad no fuera como es. Se sucedería en un psicópata, pero la mayor cantidad de violaciones y de agresiones sexuales a mujeres no son hechas por psicópatas, sino por personas que están en una sociedad que practica la agresión de género de mil formas pero que no podrán nunca ser tipificadas como crímenes. Por eso mi argumento no es un argumento antipunitivista de la forma clásica, en el sentido de que no se debe punir o sentenciar. Sí tiene que haber leyes y sentencias que sólo algunas veces llegan a materializarse. Pero en nuestros países sobre todo, en el mundo entero, pero especialmente en América Latina, de todos los ataques contra la vida, no solamente los de género sino de todos en general, los que llegan a una sentencia son una proporción mínima.  La eficacia material del derecho es ficcional, es un sistema de creencias, creemos que el derecho lleva a una condena. Pero claro que tiene que existir, el derecho, todo el sistema legal, el justo proceso y la punición. Lo que yo digo es que la punición, la sentencia no va a resolver el problema, porque el problema se resuelve allá abajo, donde está la gran cantidad de agresiones que no son crímenes, pero que van formando la normalidad de la agresión. Ninguno tomaría ese camino si no existiera ese caldo de cultivo.

—¿Y por qué algunos hombres toman ese camino y otros no? Porque si es un problema social ¿no afectaría a todos por igual?

—Y bueno, porque somos todos diferentes… yo no te puedo responder eso. Lo que sí te puedo asegurar es que los índices serían muchos menores si atacáramos la base, o sea, el hábito, las prácticas habituales. Tampoco hablo de una cultura de la violación, porque se habla mucho de eso, sobre todo en Brasil. Se habla mucho de una cultura violadora. Está bien, pero cuidado con la culturalización, porque el culturalismo, en el abordaje de estos temas, le da un marco de “normalidad”, de costumbre. Como se hace con el racismo por ejemplo… es una costumbre. Yo tengo mucho miedo a esas palabras que terminan normalizando estas cuestiones.

—En relación a este tema, sobre que la violación es un crimen de poder, disciplinador, eso ¿se juega de la misma manera en el caso de los abusos de menores? Ya que generalmente los niños son abusados en su mayoría en las relaciones intrafamiliares o por integrantes de sus círculos cercanos, ¿se puede hacer una misma lectura o es distinto el análisis?

—Yo creo que es un análisis distinto, porque ahí si entra la libido de una forma en que yo no creo que entra en las violaciones de mujeres. Yo no he investigado mucho ese tema, lo que sí puedo decir al respecto es que el agresor, el violador, el asediador en la casa lo hace porque puede. Porque también existe una idea de la paternidad que proviene de una genealogía muy antigua, que es el pater familias, como es en el Derecho Romano, que no era como lo concebimos hoy, como un padre, una relación parental. Sino que el padre era el propietario de la mujer, de los hijos y de los esclavos, todos en el mismo nivel. Entonces eso que ya no es más así, pero que en la genealogía de la familia, como la entendemos, persiste… la familia occidental, no la familia indígena. Pero sí la familia occidental, que tiene por debajo en sus orígenes la idea de la dueñidad del padre. Entonces, eso aun está muy patente. Tengo estudiantes que han trabajado este tema. Por ejemplo, el caso de un pastor evangélico que violaba a todas sus hijas, y lo que sale de ese estudio es que el hombre, en su interpretación, era dueño de esos cuerpos. Eso es algo que no está más en la ley, pero sí en la costumbre. Y el violador también es alguien que tiene que mostrarse dueño, en control de los cuerpos. Entonces el violador doméstico es alguien que accede a esos cuerpos porque considera que le pertenecen. Y el violador de calle es alguien que tiene que demostrar a sus pares, a los otros, a sus compinches, que es capaz. Son variantes de lo mismo, que es la posesión masculina como dueña, como necesariamente potente, como dueño de la vida.

—En su experiencia, ¿el violador se puede recuperar de alguna forma, con la cárcel o con algún tratamiento?

—Nunca vi un trabajo de reflexión, no lo podemos saber porque el trabajo que debemos hacer en la sociedad que es primero entender y luego reflexionar nunca fue hecho. Sólo después de hacer el trabajo que está pendiente todavía de hacer en el sistema penitenciario, podemos llegar a ese punto. No hay elementos suficientes. No estoy hablando de psicópatas. Porque, a diferencia de lo que dicen los diarios, la mayor parte de las agresiones sexuales no son perpetradas por psicópatas. Los mayores perpetradores son sujetos ansiosos por demostrar que son hombres. Si no se comprende qué papel tiene la violación y la masacre de mujeres en el mundo actual, no vamos a encontrar soluciones.
Quedan pendientes tantos temas… hablar, por ejemplo, sobre el papel de los medios que, según sus propias palabras, colaboran con exhibir públicamente la agresión a las mujeres hasta el hartazgo, haciendo de la victimización de las mujeres un espectáculo de fin de tarde o después de misa, reproduciendo hasta el hartazgo los detalles más morbosos y funcionando así como el “brazo ideológico de la estrategia de la crueldad”….  Esos y tantos otros. Será en otra oportunidad. La estaremos esperando.

*EXTRACTO DEL LIBRO “LA GUERRA CONTRALAS MUJERES”, DE RITA SEGATO. 

Abuelas de la Plaza