miércoles, 12 de octubre de 2016

Ya nadie podrá ser Nisman

La lista de los censurados por Lombardi

Al igual que el “Juan represión” de la canción de Sui Generis, el Titular del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos “anda como pidiendo perdón y se esconde a la luz del sol”. Es que la Dra. Pignata, más conocida como Hernán Lombardi, alias Lonardi, sabe que “no hay nadie que lo ame”. Entonces, anda por la vida destilando odio, igual a como hicieron sus antecesores del ’55, que odiaron tanto pero tanto al peronismo, que terminaron por transformarlo en un mito incontenible.
El Lonardi de nuestros días añora aquel pasado represivo y se refriega las manos, mientras sueña que aniquilar al populismo cual genocida setentista. Para ello, nada mejor que una ley idéntica a aquel famoso decreto 4161 que pretendió sepultar bajo el peso de las bombas y los fusilamientos, al nombre de Perón. Ahora, lo disfrazan con el velo del tiempo y pretenden establecer que no se podrá homenajear a nadie hasta que pasen 20 años de su fallecimiento. Bien por Tato Bores, Gilda y Carlos Jáuregui, que tuvieron la previsión de morirse en 1996 y que se salvarán de caer bajo la guillotina antipopulista de la Dra. Pignata.
El odio tiene nombre y apellido: Néstor Kirchner. El ex presidente es el tercer tirano maldito al que la derecha vernácula pretende desterrar de la historia, pese a que ni con Rosas ni con Perón tuvieron éxito en la tarea. El tema es que para llevar adelante la solución final contra el kirchnerismo, el gobierno PRO tendrá que llevarse puestos a decenas de personajes queridos y queribles de esta patria.
Por ejemplo, dice Lombardi, los radicales no podrán ponerle a ningún comité Raúl Alfonsín;
ni los socialistas podrá utilizar el nombre de Alfredo Bravo;
ya no podrá haber ningún escenario que se llame Mercedes Sosa, ni Eduardo Falú, ni Facundo Cabral, ni Alejandro Sokol, ni Sandro, ni Ariel Ramírez, ni Argentino Luna, ni Chango Farías Gómez, ni Gustavo Cerati y, por supuesto, no podrá haber ningún lugar en todo el ámbito de la Asociación Antipopulista Argentina, que se llame Flaco Spinetta, que murió hace apenas cuatro años;
en este sentido, amplió Lonardi, en Córdoba deberán abstenerse de llamar Rodrigo a cualquier lugar bailable, como no podrán recordar a Ricky Espinosa los fanáticos del punk en sus bares (bah, sucios tugurios, diría la Dra. Pignata), ni Pappo podrá ser recordado como el mayor guitarrista del blues y el rock de acá;
desde la firma del decreto, ninguna milonga podrá llamarse Alberto Podestá, Héctor Stamponi, Ernesto Baffa o Mariano Mores;
por suerte los peronista tampoco podrán recordar a Nelly Omar, que Dios nos libre y nos guarde;
se le informa a la Asociación Argentina de Actores, que ningún teatro podrá denominarse como Gianni Lunadei, Ana María Giunta, Sergio Renán, Daniel Rabinovich, Hugo Moser, Alberto Migré, Elena Lucena, Ulises Dumont, Leonardo Fabio, Eduardo Pavlovsky o Alfredo Alcón;
se le hace saber al Sr. Presidente Mauricio Macri que debe demoler en forma perentoria la estatua de Javier Portales inaugurada por él mismo el 2 de noviembre de 2011, ya que el susodicho incumple los 20 años requeridos desde su expiración;
no habrá estudio de radio o televisión en la argentina que se pueda denominar Juan Alberto Badía, Pipo Mancera, Jorge Guinzburg, Mario Socolinsky, Adolfo Castelo o Antonio Carrizo;
queda terminantemente prohibido que la Fundación Favaloro se llame Fundación Favaloro, quien se tendría que haber suicidado antes de 1996 para ser merecedor del nombre;
los hinchas de Racing no podrá rememorar al mariscal Roberto Perfumo y los de Independiente deberán descolgar la bandera con la cara del Pato Pastoriza;
el Club Atlético Boca Juniors deberá cambiarle el nombre al complejo Pedro Pompillio, algo que suponemos será tarea sencilla, ya que al club lo maneja el presi; mientras que River Plate deberá volver a la denominación de Almirante Brown a la actual tribuna Sívori, ya que el glorioso almirante murió hace 159 años, mientras que Sívori lo hizo hace apenas 11;
que le avisen a los hinchas de Banfield, Laferrere, El Porvenir, etcétera, que no podrán recordar al Garrafa Sánchez en ninguna forma de bandera, cántico, documental o folleto alegórico;
se le informa a los hinchas de Rosario Central que deberán abstenerse de utilizar los diseños de Roberto Fontanarrosa hasta el 19 de julio del 2027, cuando pasen las dos décadas estipuladas;
no habrá autódromo en la argentina que puede denominarse Froilán González o Héctor Luis Gradassi;
ninguna biblioteca, sala de lectura o concurso literario o de dibujo podrá llamarse Adolfo Bioy Casares, Juan Gelman, Dante Quinterno, Andrés Cascioli, Quino, Sixto Palavecino, Rodolfo Fogwill, David Viñas, Francisco Solano López o Ernesto Sábato;
los matemáticos no podrán nombrar a Gregorio Klimovsky; los magos no podrán hacer trucos de Raúl Lavand; los arqueólogos deberán dejar enterrado los nombres de Humberto Lagiglia y de Alberto Rex González, los arquitectos no estudiarán las construcciones de Clorindo Testa, ni las obras de León Ferrari podrán ser expuestas al público;
queda prohibido de toda prohibición, que alguna escuela o espacio educativo recuerde a Carlos Fuentealba;
por suerte, nadie podrá recordar al Pocho Leptratti ni a todos los muertos que dejamos cuando estuvimos por última vez en el gobierno, allá por diciembre del 2001;
ah, y por último, el Sr. Hernán Lombardi lamenta tener que informarles que, debido al decreto en cuestión, ya nadie podrá ser Nisman, por lo menos hasta el 2035. Por suerte, para ese entonces, ya nadie se acordará del kirchneirsmo.
 

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