Por ahora, la sociedad de la que formamos parte, mantiene abiertos algunos espacios de libertad para el ejercicio libre de la divulgación de la palabra del hombre y de la mujer comunes y corrientes.
No sabemos a ciencia cierta por cuanto tiempo.
No sabemos aunque intuimos cual podría ser el futuro de este presente amenazado por la contraofensiva conservadora del capitalismo de los medios de prensa, campaña liderada por los/as beatrices, los marianos y joaquínes, los luises, los nelson, los pepes, las magdas y los bonellis entre otros más de igual prosapia y currículum, por no decir prontuario porque nos convertiría en fachiprogresistas, que pretenden colaborar con la consolidación del control social en nombre de la defensa de la libertad, contrasentido esencial incluido en este modo capitalista de producción.
En la nota-ejemplo que desandan el "bloguero K" y su compañera Jimena (¿no será medio zurdita ésta?) resulta clara la consistencia estructural entre la herramienta utilizada y el objetivo buscado. Vemos allí cómo el sistema que se caracteriza por construir y sostener la desigual relación de compraventa de una mercancía tan especial como es la fuerza de trabajo, entre el comprador que tiene capacidad material virtualmente
ilimitada para adquirirla y los múltiples vendedores
limitados a vender eso y solo eso para continuar viviendo. (es decir el modeno "derecho de vivir o dejar morir" que se superpone al mas antiguo de "hacer motir o dejar vivir" según Foucault)
El horror en este caso, o sea la industria de los call center/telemarketers, que ni Orwell hubiera imaginado mejor, reside en que el empresario capitalista se apropia de la palabra y el discurso del trabajador invisibilizándolo al implantar en su boca recién comprada las nuevas palabras y los nuevos discursos fabricados en serie por la manufactura de falsa ideología con una única pretensión, (bueno, después de la siempre prioritaria acumulación de dinero y poder), de intentar la construcción de una masiva imagen de la opinión pública para luiego imponerla sobre la misma opinión pública.
Kafkiano y perverso ¿no?
Lo que sigue es
la nota publicada por
Lucas Carrasco y Jimena Arnolfi en uno de esos espacios, el
El Argentino, periódico de
distribución gratuita que es
vendido cotidianamente en el acceso de la estación Retiro, (a voluntad) se públicó esta nota donde, Lucas y Jimena denuncian lo que viene ser uno de los modos de implementación del Dispositvo Cultural Capitalista sobre el que discurríamos con
la Victoria que es la Betty días pasados.
El Grupo Clarín contrató a la agencia internacional de publicidad La Ese, especializada en marketing político, para reclutar un ejército pago que congestione las líneas de teléfonos de radios –de modo que sólo ingresen los llamados de sus telemarketers– y para que insulte a los comentaristas de internet que escriban en contra del Grupo Clarín o a favor de la ley de medios K y el Fútbol para todos. Esa agencia, también se encarga de guionar los discursos para aquellos que defienden la judicialización de la ley de Servicios de Comunicación Audiovisual para impedir su plena vigencia.