lunes, 17 de octubre de 2016
domingo, 16 de octubre de 2016
El Baldío: De empalamientos y otros desgarros.
El Baldío: De empalamientos y otros desgarros.: Lucía y el Negrito Avellaneda. Cuando leí por primera vez acerca del trágico destino sufrido por Floreal Edgardo Avellaneda, conocido com...
De empalamientos y otros desgarros.
Lucía y el Negrito Avellaneda.
Cuando leí por primera vez acerca del trágico destino sufrido por Floreal Edgardo Avellaneda, conocido como el Negrito Avellaneda, arrancado de su casa de Munro y torturado, empalado y arrojado supuestamente vivo desde un avión sobre el Río de la Plata en 1976, a los 14 años, convirtiéndose así en una de las víctimas más jóvenes de los "vuelos de la muerte"organizados por la dictadura cívico - militar - eclesiástica, sentí tanta impotencia, bronca y asco que pensé que me ahogaba en esa rabia ardiente que subía desde el vientre y me estallaba en la garganta.
Un crimen asqueroso cometido por algunos hombres depravados que borrachos de poder y creyéndose omnipotentes por causa de una ideología hegemónica llevaron a cabo sobre el cuerpo y la persona de un hombre simplemente por sus ideas.
En aquellas épocas casi todos los crímenes de odio, basados en cuestiones de género, de religión, de raza, de orígen social, etc, exitían pero en general quedaban todos encubiertos e invisibilizados bajo el manto oscuro de la sangrienta represión política de la llamada "guerra contra la subvesión".
Los sectores dominantes de la sociedad aliados a los servicios de inteligencia de los EEUU ya convertida en principal potencia mundial, habían desatado un verdadero genocidio sobre las clases subalternas para modificar de base las condiciones subsistentes del proceso de cambio social generado durante el decenio peronista de 1945 a 1955 y lograr el disciplinamiento social según los dictados del modelo imperial para con nuestras sociedades capitalista-dependientes al sur del Río Bravo.
Impotencia, bronca, asco, rabia, emociones y sentimiento que se renuevan hoy cuando leo acerca del crímen aberrante de Lucía Pérez, la chica marplatense de 16 años que fue drogada y violada hasta la muerte. Un crimen asqueroso cometido por algunos hombres depravados que borrachos y creyéndose omnipotentes por causa de una ideología hegemónica, llevaron a cabo sobre el cuerpo y la persona de una mujer simplemente por serlo.
Pero ¿que es lo que une y al mismo tiempo separa ambos crímenes y sus protagonistas ?
Puedo imaginar que estando ya cerca de su muerte, el Negrito, seguramente bajo el efecto de alguna droga, supo que había sufrido y moría por algún ideal, su familia, el partido, la lucha de clases, los pobres, o simplemente para proteger a su padre también militante como él. Nunca sabremos si a esa hora renegó de todo aquello que lo hacía sufrir o en cambio reafirmó sus convicciones.
También trato de imaginar cuales serían los pensamientos de Lucía, también drogada, momentos antes de colapsar irreversiblemente ante el dolor provocado por la tortura. No lo logro. Estoy casi seguro que no tenían ninguna similitud con los del Negrito. Tal vez ni pudo ser consciente siquiera de que sufría y moría simplemente por ser mujer.
Los casos personales son eso, personales y no tenemos ni ni intención, ni informacion suficiente ni autoridad moral para emitir juicios de valor acerca de cada uno de ellos. Ni es mejor el Negrito por que tal vez pudo pensar en sus ideales ni es peor Lucía porque probablemente nunca tuvo consciencia de la razón de su muerte. Cada uno de ellos fue producto de su época y así sus casos dan cuenta del tipo de sociedad que les tocó para vivir y morir.
Los dos crímenes de similares caraterísticas cometidos con 40 años de diferencia nos muestran un antes y un después en la historia de una sociedad que nos pesa. Un antes de la destrucción del tejido social llevado a cabo por las elites dominantes y un después de producido ese enorme y doloroso desgarro que nos dejó separados unos de otros librados a la ebilidad del individualismo hegemónico.
El Negrito sufría y moría en una sociedad donde algunos comenzaban a decir "por algo será" para justificar la desaparición forzada de personas. Lucía, en cambio, sufrió y murió en una sociedad donde el "por algo será" está definitivamente instalado y es jurispridencia en importantes segmentos de la población especialmente en los sectores subalternos medios y bajos que se preguntan como se vestía cuando iba a bailar a los boliches.
Hasta la próxima.
Cuando leí por primera vez acerca del trágico destino sufrido por Floreal Edgardo Avellaneda, conocido como el Negrito Avellaneda, arrancado de su casa de Munro y torturado, empalado y arrojado supuestamente vivo desde un avión sobre el Río de la Plata en 1976, a los 14 años, convirtiéndose así en una de las víctimas más jóvenes de los "vuelos de la muerte"organizados por la dictadura cívico - militar - eclesiástica, sentí tanta impotencia, bronca y asco que pensé que me ahogaba en esa rabia ardiente que subía desde el vientre y me estallaba en la garganta.
Un crimen asqueroso cometido por algunos hombres depravados que borrachos de poder y creyéndose omnipotentes por causa de una ideología hegemónica llevaron a cabo sobre el cuerpo y la persona de un hombre simplemente por sus ideas.
En aquellas épocas casi todos los crímenes de odio, basados en cuestiones de género, de religión, de raza, de orígen social, etc, exitían pero en general quedaban todos encubiertos e invisibilizados bajo el manto oscuro de la sangrienta represión política de la llamada "guerra contra la subvesión".
Los sectores dominantes de la sociedad aliados a los servicios de inteligencia de los EEUU ya convertida en principal potencia mundial, habían desatado un verdadero genocidio sobre las clases subalternas para modificar de base las condiciones subsistentes del proceso de cambio social generado durante el decenio peronista de 1945 a 1955 y lograr el disciplinamiento social según los dictados del modelo imperial para con nuestras sociedades capitalista-dependientes al sur del Río Bravo.
Impotencia, bronca, asco, rabia, emociones y sentimiento que se renuevan hoy cuando leo acerca del crímen aberrante de Lucía Pérez, la chica marplatense de 16 años que fue drogada y violada hasta la muerte. Un crimen asqueroso cometido por algunos hombres depravados que borrachos y creyéndose omnipotentes por causa de una ideología hegemónica, llevaron a cabo sobre el cuerpo y la persona de una mujer simplemente por serlo.
Pero ¿que es lo que une y al mismo tiempo separa ambos crímenes y sus protagonistas ?
Puedo imaginar que estando ya cerca de su muerte, el Negrito, seguramente bajo el efecto de alguna droga, supo que había sufrido y moría por algún ideal, su familia, el partido, la lucha de clases, los pobres, o simplemente para proteger a su padre también militante como él. Nunca sabremos si a esa hora renegó de todo aquello que lo hacía sufrir o en cambio reafirmó sus convicciones.
También trato de imaginar cuales serían los pensamientos de Lucía, también drogada, momentos antes de colapsar irreversiblemente ante el dolor provocado por la tortura. No lo logro. Estoy casi seguro que no tenían ninguna similitud con los del Negrito. Tal vez ni pudo ser consciente siquiera de que sufría y moría simplemente por ser mujer.
Los casos personales son eso, personales y no tenemos ni ni intención, ni informacion suficiente ni autoridad moral para emitir juicios de valor acerca de cada uno de ellos. Ni es mejor el Negrito por que tal vez pudo pensar en sus ideales ni es peor Lucía porque probablemente nunca tuvo consciencia de la razón de su muerte. Cada uno de ellos fue producto de su época y así sus casos dan cuenta del tipo de sociedad que les tocó para vivir y morir.
Los dos crímenes de similares caraterísticas cometidos con 40 años de diferencia nos muestran un antes y un después en la historia de una sociedad que nos pesa. Un antes de la destrucción del tejido social llevado a cabo por las elites dominantes y un después de producido ese enorme y doloroso desgarro que nos dejó separados unos de otros librados a la ebilidad del individualismo hegemónico.
El Negrito sufría y moría en una sociedad donde algunos comenzaban a decir "por algo será" para justificar la desaparición forzada de personas. Lucía, en cambio, sufrió y murió en una sociedad donde el "por algo será" está definitivamente instalado y es jurispridencia en importantes segmentos de la población especialmente en los sectores subalternos medios y bajos que se preguntan como se vestía cuando iba a bailar a los boliches.
Hasta la próxima.
miércoles, 12 de octubre de 2016
Ya nadie podrá ser Nisman
La lista de los censurados por Lombardi
Posteo realizado por Pablo Camogli en su blog
http://www.pablocamogli.com.ar/2016/10/la-lista-de-los-censurados-por-lombardi.html
http://www.pablocamogli.com.ar/2016/10/la-lista-de-los-censurados-por-lombardi.html
Al igual que el “Juan represión” de la canción de Sui Generis, el Titular
del Sistema Federal de Medios y Contenidos Públicos “anda como pidiendo perdón
y se esconde a la luz del sol”. Es que la Dra. Pignata, más conocida como
Hernán Lombardi, alias Lonardi, sabe que “no hay nadie que lo ame”. Entonces,
anda por la vida destilando odio, igual a como hicieron sus antecesores del ’55,
que odiaron tanto pero tanto al peronismo, que terminaron por transformarlo en
un mito incontenible.
El Lonardi de nuestros días añora aquel
pasado represivo y se refriega las manos, mientras sueña que aniquilar al
populismo cual genocida setentista. Para ello, nada mejor que una ley idéntica
a aquel famoso decreto 4161 que pretendió sepultar bajo el peso de las bombas y
los fusilamientos, al nombre de Perón. Ahora, lo disfrazan con el velo del
tiempo y pretenden establecer que no se podrá homenajear a nadie hasta que
pasen 20 años de su fallecimiento. Bien por Tato Bores, Gilda y Carlos Jáuregui,
que tuvieron la previsión de morirse en 1996 y que se salvarán de caer bajo la
guillotina antipopulista de la Dra. Pignata.
El odio tiene nombre y apellido: Néstor
Kirchner. El ex presidente es el tercer tirano maldito al que la derecha
vernácula pretende desterrar de la historia, pese a que ni con Rosas ni con
Perón tuvieron éxito en la tarea. El tema es que para llevar adelante la solución
final contra el kirchnerismo, el gobierno PRO tendrá que llevarse puestos a
decenas de personajes queridos y queribles de esta patria.
Por ejemplo, dice Lombardi, los radicales no
podrán ponerle a ningún comité Raúl Alfonsín;
ni los socialistas podrá utilizar el nombre
de Alfredo Bravo;
ya no podrá haber ningún escenario que se
llame Mercedes Sosa, ni Eduardo Falú, ni Facundo Cabral, ni Alejandro Sokol, ni
Sandro, ni Ariel Ramírez, ni Argentino Luna, ni Chango Farías Gómez, ni Gustavo
Cerati y, por supuesto, no podrá haber ningún lugar en todo el ámbito de la Asociación
Antipopulista Argentina, que se llame Flaco Spinetta, que murió hace apenas
cuatro años;
en este sentido, amplió Lonardi, en Córdoba
deberán abstenerse de llamar Rodrigo a cualquier lugar bailable, como no podrán
recordar a Ricky Espinosa los fanáticos del punk en sus bares (bah, sucios tugurios,
diría la Dra. Pignata), ni Pappo podrá ser recordado como el mayor guitarrista
del blues y el rock de acá;
desde la firma del decreto, ninguna milonga
podrá llamarse Alberto Podestá, Héctor Stamponi, Ernesto Baffa o Mariano Mores;
por suerte los peronista tampoco podrán
recordar a Nelly Omar, que Dios nos libre y nos guarde;
se le informa a la Asociación Argentina de
Actores, que ningún teatro podrá denominarse como Gianni Lunadei, Ana María
Giunta, Sergio Renán, Daniel Rabinovich, Hugo Moser, Alberto Migré, Elena
Lucena, Ulises Dumont, Leonardo Fabio, Eduardo Pavlovsky o Alfredo Alcón;
se le hace saber al Sr. Presidente Mauricio
Macri que debe demoler en forma perentoria la estatua de Javier Portales
inaugurada por él mismo el 2 de noviembre de 2011, ya que el susodicho incumple
los 20 años requeridos desde su expiración;
no habrá estudio de radio o televisión en la
argentina que se pueda denominar Juan Alberto Badía, Pipo Mancera, Jorge Guinzburg,
Mario Socolinsky, Adolfo Castelo o Antonio Carrizo;
queda terminantemente prohibido que la
Fundación Favaloro se llame Fundación Favaloro, quien se tendría que haber
suicidado antes de 1996 para ser merecedor del nombre;
los hinchas de Racing no podrá rememorar al
mariscal Roberto Perfumo y los de Independiente deberán descolgar la bandera
con la cara del Pato Pastoriza;
el Club Atlético Boca Juniors deberá
cambiarle el nombre al complejo Pedro Pompillio, algo que suponemos será tarea
sencilla, ya que al club lo maneja el presi; mientras que River Plate deberá
volver a la denominación de Almirante Brown a la actual tribuna Sívori, ya que
el glorioso almirante murió hace 159 años, mientras que Sívori lo hizo hace
apenas 11;
que le avisen a los hinchas de Banfield,
Laferrere, El Porvenir, etcétera, que no podrán recordar al Garrafa Sánchez en
ninguna forma de bandera, cántico, documental o folleto alegórico;
se le informa a los hinchas de Rosario Central
que deberán abstenerse de utilizar los diseños de Roberto Fontanarrosa hasta el
19 de julio del 2027, cuando pasen las dos décadas estipuladas;
no habrá autódromo en la argentina que puede
denominarse Froilán González o Héctor Luis Gradassi;
ninguna biblioteca, sala de lectura o
concurso literario o de dibujo podrá llamarse Adolfo Bioy Casares, Juan Gelman,
Dante Quinterno, Andrés Cascioli, Quino, Sixto Palavecino, Rodolfo Fogwill,
David Viñas, Francisco Solano López o Ernesto Sábato;
los matemáticos no podrán nombrar a Gregorio
Klimovsky; los magos no podrán hacer trucos de Raúl Lavand; los arqueólogos
deberán dejar enterrado los nombres de Humberto Lagiglia y de Alberto Rex
González, los arquitectos no estudiarán las construcciones de Clorindo Testa,
ni las obras de León Ferrari podrán ser expuestas al público;
queda prohibido de toda prohibición, que
alguna escuela o espacio educativo recuerde a Carlos Fuentealba;
por
suerte, nadie podrá recordar al Pocho Leptratti ni a todos los muertos que
dejamos cuando estuvimos por última vez en el gobierno, allá por diciembre del
2001;
ah, y por último, el Sr. Hernán Lombardi
lamenta tener que informarles que, debido al decreto en cuestión, ya nadie
podrá ser Nisman, por lo menos hasta el 2035. Por suerte, para ese entonces, ya
nadie se acordará del kirchneirsmo.
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