Después del
abominable caceroleo militante de la antipolítica y en
defensa de los millonarios vino lo de las colas de jubilados en las sucursales
bancarias.
A ver, las colas en los bancos en medio de una cuarentena es un
despropósito por supuesto. Los peligros de contagio y circulación del virus son
reales y de seguro lamentaremos las consecuencias en unos 10 días. Ahora ya no
hay modo de remediar el daño, solo pensar en evitar su reiteración.
Al reflexionar sobre estos eventos se nos aparecen varios niveles de responsabilidad por lo ocurrido sobre los que conviene razonar.
1.- Actividad
de medios y oposición oportunista intentando limar la creciente imagen política
del presidente. Continuación de la operación cacerolas en los balcones.
Una causa y no la menos importante es el nivel abrumador de desinformación generada por los medios. Las instrucciones e indicaciones oficiales estaban dadas, luego hablaremos sobre ellas, pero los medios en lugar de colaborar con su correcta difusión se dedicaron a parcializarla superponiéndola con imágenes descontextualizadas y zócalos/títulos catástrofe mientras se difundían “opiniones especializadas” de personas no especializadas con discursos contradictorios, generando confusión, desorientación y angustia entre aquellas personas que ya de por sí estaban confundidas, desorientadas y angustiadas por el encierro prolongado, la amenaza real de la enfermedad y sus horribles consecuencias y la escasez o falta de recursos económicos tanto reales para muchos como respetablemente imaginarias para otros tantos.
Una causa y no la menos importante es el nivel abrumador de desinformación generada por los medios. Las instrucciones e indicaciones oficiales estaban dadas, luego hablaremos sobre ellas, pero los medios en lugar de colaborar con su correcta difusión se dedicaron a parcializarla superponiéndola con imágenes descontextualizadas y zócalos/títulos catástrofe mientras se difundían “opiniones especializadas” de personas no especializadas con discursos contradictorios, generando confusión, desorientación y angustia entre aquellas personas que ya de por sí estaban confundidas, desorientadas y angustiadas por el encierro prolongado, la amenaza real de la enfermedad y sus horribles consecuencias y la escasez o falta de recursos económicos tanto reales para muchos como respetablemente imaginarias para otros tantos.
Se creó
de ese modo en los días anteriores a este viernes un caldo de cultivo muy
fértil para las sucias actividades de campaña de los representantes políticos oportunistas
y sus empleados precarizados los troll malalecheros y de sus socios los medios cómplices,
todos ellos, en su momento defensores de la desfinanciación y desmantelamiento
del sistema de salud pública y que ahora dan clase de epidemiología.
Impericia
política ante una situación delicada pero
sobre todo inédita
Otra de las causas importantes que aportaron lo suyo es la impericia y falta de visión política de funcionarios clave del gobierno y eso cuando no liso y llano boicot o quite de colaboración de parte de funcionarios de segunda línea residuales de la gestión anterior camuflados y dispuestos para limar al actual como en este momento.
Respecto de los propios, parece ser notorio el hecho lamentable de no haber tenido la visión política de “limpiar” de topos o por lo menos neutralizarlos preventivamente desde antes del inicio de la emergencia sanitaria. El lema debió haber sido “Democracia sí estupidez no”.
También es remarcable el grave error político de ciertos funcionarios demasiado “técnicos” en algunos ministerios y entidades oficiales conexas como autoridades de la Anses, del BCRA, y otras al no haber previsto que estamos ante un hecho de enorme impacto social y sobre todo absolutamente novedoso que de seguro puede disparar respuestas sociales novedosas aunque no imprevisibles.
Entidades
bancarias y crediticias parcialmente obedientes pero no especialmente interesadas
en colaborar
No es
novedad el hecho de que por definición las entidades crediticias privadas se dedican
a la compra y venta de dinero con márgenes de ganancias que dan sentido único a
su existencia. Cualquier otra actividad impuesta por el estado es apenas una
molesta carga que genera gasto sin beneficio y en la mayoría de los casos si es
obligatoria será llevada a cabo a desgano. Eso es lo que ocurre siempre y no
había razón alguna para que no ocurriera ayer y ocurrió.
En
relación a las entidades crediticias oficiales podemos decir que si bien sus
objetivos formalmente declarados son diferentes a los de los privados y están
apuntados a ofrecer un servicio público ocurre que durante muchos años y en
particular en los últimos cuatro la ideología dominante impuesta por los
directivos políticos direccionó a sus funcionarios hacia una mirada similar a
la de los privados, es decir esencialmente rentista y en pos de la maximización
de las ganancias, en este caso de ciertos usuarios particulares (como el caso
de Vicentín por ejemplo) o directamente de los funcionarios políticos allí instalados
por el gobierno de CEOs.
Esperar
de éstas organizaciones algún tipo de colaboración espontánea en beneficio de
la población es ingenuo. Debe ordenárseles en detalle y taxativamente que es lo
que se les impone. No haberlo hecho es un error político de las autoridades
correspondientes.
Sumemos
en éste ítem la pereza política y poca cintura de los representantes gremiales
del sector para ponerse a la cabeza de las acciones necesarias en pos de exigir
a las entidades una dinámica más acorde a las circunstancias.
Anti-plastiquismo
sistémico y caprichismo individualista.
Según
algunas informaciones hay más de 1.7 millones de beneficiarios de ANSES que regularmente
no utilizan el plástico para retirar fondos de sus cuentas. Las razones relevadas
pueden ser variadas, desde aquellos que sistemáticamente olvidan la clave y de ese modo terminan alimentando
el apetito del insaciable cajero/máquina devorador de plástico, están los que
pierden la tarjeta en otro saco o en otra bolsa o en el estante de la
biblioteca, los que le tienen miedo pánico a la máquina dispensadora de
billetes, los fanáticos que militan conductas supuestamente antisistema, están aquellos
que como un conocido de mi suegro que con más de 10 años de jubilado contesta
que “no sabía que la tarjeta era para cobrar la jubilación”, también existen los
que además de todo eso desconfían de parientes y/o amigos para encomendarle las
extracciones, en fin, razones varias como dijimos. A estos casi 2 millones de
habituales visitadores mensuales de ventanillas bancarias se sumaron ayer
muchos, demasiados que aunque se informó había ciertas prioridades y un dado
orden igualmente se presentaron para hacer cola horas antes de la apertura para
“ver si podían sacar la plata antes de que se acabe”
Como ya
dijéramos, es obvio que no hubo la debida visión política como para prever esto,
aun así podemos señalar que la imbecilidad humana alcanza ribetes exóticos.
Podemos
exceptuar de nuestra crítica a algunos adultos mayores – mayores, quienes tengan serias dificultades para ubicarse
temporoespacialmente y que cuestiones de la vida además estén solos, sin
familiares, ni amigos, ni vecinos confiables y de buena voluntad que los
orienten y ayuden Sabemos que muchas personas mayores – mayores desarrollan
actitudes y conductas algo irracionales y desconectadas del habitual curso de
los acontecimientos. Esos casos sumamente respetables y que no necesitan
justificación alguna más que la expresada, seguramente son escasos y
completamente manejables frente a los números ya mencionados.
El resto
son personas hábiles que desarrollan con total habilidad las actividades que se
requieren para la vida normal, la mayoría es autónoma y en los casos que no es
así se han dado las condiciones para vivir una vida normal. Muchos no son “abuelitos”
y muchos otros que aun siéndolo no han perdido las capacidades de escuchar,
pensar, razonar. Es decir, la mayoría de todas esas personas que aluvionaron
sobre las sucursales bancarias no son unos pobres miserables discapacitados e
impedidos que resultaron maltratados por un gobierno tal o cual.
Resulta razonable pensar que son simplemente unos imbéciles irresponsables que apoyados en razones inválidas y completamente falaces han incrementado considerablemente la probabilidad de que la infección se despliegue más rápidamente entre nosotros.