En setiembre del año pasado, un Macri todavía candidato por Cambiemos lanzaba su plan "Pobreza Cero" en la Argentina. Lo hacía en un acto en el barrio de Flores junto a su compañera de fórmula Gabriela Michetti y la entonces postulante a gobernadora de la PBA.
Según se puede leer aquí Macri prometía trabajar en tres ejes: "Pobreza cero, derrotar al narcotráfico y unir a todos los argentinos".
Fué con esos argumentos que Macri, que salió segundo ante el candidato del FPV en las eleciones generales, terminó por convertirse en el actual presidente de la Nación al ganar en segunda vuelta (*) por una ínfima diferencia en la cantidad de votos a pesar de recolectar las adherencias y colaboración de la toda derecha conservadora, la centro izquierda socialdemócrata antipopulista autodenominada progresista y buena parte del peronismo de base arrastrado por dirigentes enemistados y resentidos con la entonces presidenta Cristina Kirchner liderados por el ex intendente de Tigre, Sergio Massa. A eso debe agregarse la ayuda del llamado al voto en blanco al que convocó la también autodenominada izquierda revolucionari siempre tan funcional a la alianza de las oligarquías vernáculas con el imperialismo.
Por ésos días en una charla con periodistas, Marcos Peña actual jefe de gabinete de ministros del gobierno de Macri se "sinceró". Sin mucho prolegómeno ni explicaciones afirmó que aquella que fuera una promesa de campaña electoral del candidato hace apenas nueve meses, hoy es "... una meta inalcanzable".
En ese marco de distribución de "sinceramientos" para todos y todas la vicepresidenta Gabriela Michetti ya había alertado sobre que "el segundo semestre es el momento en el cual aparece la luz en el túnel allá lejos, pero se sigue en el túnel".
Eso son solo dos ejemplos seleccionados de entre muchos otros. Ejemplos de mentiras y falsedades contruidas y difundidas por los centros de elaboración de discuso al servicio de los factores de poder fáctico de nuestra sociedad y sus operaciones mediáticas y comunicacionales para cooptar adherentes para su proyecto y a la vez robarlos a sus adversarios políticos. Pero estas tácticas de uso de discursos falsos no terminan allí en las campañas. Tienen un elemento perverso adicional que se completa luego con la etapa del "sinceramiento" que estamos atravesando. Es que al producir declaraciones públicas claramente provocativas y que muestran tan abiertamente la fasedad impune y consciente de lo dicho y prometido en campaña, estos sinceramietos se convierten en dardos que hieren profundamente la autoestima de aquellos que de honestamente creyeron en estos personajes y los votaron. Se produce así una suerte de bullying de masas entre subalternos. Unos supuestos perdedores - esclarecidos lo ejercen sobre los supuestamente ganadores - engañados. Para todos resulta difícil recuperarse del trauma especialmente para los engañados ya que resulta complejo reconocer tanto íntimamente como en lo público que no solo lo han tomado a uno por idiota útil sino que ahora aquellos que lo engañaron antes los señalan como tales ante sus conocidos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, etc.
Este demoledor efecto psicológico sin dudas atrasa la posibilidad de cada uno de reflexionar respecto del engaño sufrido, reconocer la gravedad de la situación y superar rápidamente ese trauma permitiéndo así una reagrupación de fuerzas para la defensa propia ante la agresión sistemática e insensible de las elites. Es un tiempo precioso que juega a favor de la reacción conervadora que lo aprovecha sin demoras para desmantelar toda la estructura institucional, legal y fáctica en favor de los sectores subalternos trabajosamente construida durante los últimos 70 años aún con las idas y venidas que registra nuestra historia nacional en ese sentido.
Tal ves sea ya hora de dejar un poco de lado las mutuas acusaciones y la autoflagelación disfrazada de autocrítica para trabajar en favor de la homogeneización de la ctividad política de resistencia y recuperación de la iniciativa. La consigna podría ser juntos pero no revuletos de manera de mantener viva las diversidades aún dentro de los sectores subalternos y saber identificar los límites y las fronteras que este colectivo debiera respetar para granizar su supervivencia. No es cuestión de que queden demasiados huevos de serpiente del lado de acá.
Según se puede leer aquí Macri prometía trabajar en tres ejes: "Pobreza cero, derrotar al narcotráfico y unir a todos los argentinos".
Fué con esos argumentos que Macri, que salió segundo ante el candidato del FPV en las eleciones generales, terminó por convertirse en el actual presidente de la Nación al ganar en segunda vuelta (*) por una ínfima diferencia en la cantidad de votos a pesar de recolectar las adherencias y colaboración de la toda derecha conservadora, la centro izquierda socialdemócrata antipopulista autodenominada progresista y buena parte del peronismo de base arrastrado por dirigentes enemistados y resentidos con la entonces presidenta Cristina Kirchner liderados por el ex intendente de Tigre, Sergio Massa. A eso debe agregarse la ayuda del llamado al voto en blanco al que convocó la también autodenominada izquierda revolucionari siempre tan funcional a la alianza de las oligarquías vernáculas con el imperialismo.
En ese marco de distribución de "sinceramientos" para todos y todas la vicepresidenta Gabriela Michetti ya había alertado sobre que "el segundo semestre es el momento en el cual aparece la luz en el túnel allá lejos, pero se sigue en el túnel".
Eso son solo dos ejemplos seleccionados de entre muchos otros. Ejemplos de mentiras y falsedades contruidas y difundidas por los centros de elaboración de discuso al servicio de los factores de poder fáctico de nuestra sociedad y sus operaciones mediáticas y comunicacionales para cooptar adherentes para su proyecto y a la vez robarlos a sus adversarios políticos. Pero estas tácticas de uso de discursos falsos no terminan allí en las campañas. Tienen un elemento perverso adicional que se completa luego con la etapa del "sinceramiento" que estamos atravesando. Es que al producir declaraciones públicas claramente provocativas y que muestran tan abiertamente la fasedad impune y consciente de lo dicho y prometido en campaña, estos sinceramietos se convierten en dardos que hieren profundamente la autoestima de aquellos que de honestamente creyeron en estos personajes y los votaron. Se produce así una suerte de bullying de masas entre subalternos. Unos supuestos perdedores - esclarecidos lo ejercen sobre los supuestamente ganadores - engañados. Para todos resulta difícil recuperarse del trauma especialmente para los engañados ya que resulta complejo reconocer tanto íntimamente como en lo público que no solo lo han tomado a uno por idiota útil sino que ahora aquellos que lo engañaron antes los señalan como tales ante sus conocidos, familiares, vecinos, compañeros de trabajo, etc.
Este demoledor efecto psicológico sin dudas atrasa la posibilidad de cada uno de reflexionar respecto del engaño sufrido, reconocer la gravedad de la situación y superar rápidamente ese trauma permitiéndo así una reagrupación de fuerzas para la defensa propia ante la agresión sistemática e insensible de las elites. Es un tiempo precioso que juega a favor de la reacción conervadora que lo aprovecha sin demoras para desmantelar toda la estructura institucional, legal y fáctica en favor de los sectores subalternos trabajosamente construida durante los últimos 70 años aún con las idas y venidas que registra nuestra historia nacional en ese sentido.
Tal ves sea ya hora de dejar un poco de lado las mutuas acusaciones y la autoflagelación disfrazada de autocrítica para trabajar en favor de la homogeneización de la ctividad política de resistencia y recuperación de la iniciativa. La consigna podría ser juntos pero no revuletos de manera de mantener viva las diversidades aún dentro de los sectores subalternos y saber identificar los límites y las fronteras que este colectivo debiera respetar para granizar su supervivencia. No es cuestión de que queden demasiados huevos de serpiente del lado de acá.
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