Es esperable que aquellos jubilados, pensionados y toda persona que recibe un beneficio del estado que por su muy elevada edad o por otros motivos sufran de padecimientos inhabilitantes muy especialmente en lo que respecta a los procesos cognitivos y con capacidades mentales disminuidas, sean especialmente contenidos y ayudados por las instituciones del estado, o privadas y por la sociedad en general.
Ahora bien, salvando lo dicho debemos tener en cuenta que los jubilados no son unos seres pobres y miserables como zombies babeantes y sin cerebro que se desplazan tambaleantes por las calles desorientados y sin destino cierto como lo hacen parecer los inumerables discursos tanto bien como mal intencionados pero siempre discriminatorios. Discursos que se repiten y circulan en las calles o en los medios, o las redes sociales, etc ... sin el menor decoro y respeto para con los adultos mayores.
Cabe dejar en claro que todos los jubilados, en su enorme mayoría con sus capacidades intelectuales intactas y con total dominio de sus actos, ante todo son personas con plenos derechos y obligaciones como cualquier otra por lo tanto no cabe ese trato que los coloca en un "lugar común" donde son condenados a una debilidad inhibitoria esencial, a una pobreza de espíritu, a una inocencia e ingenuidad que los hace impunes y a un menosprecio de sus habilidades creativas y productivas que los inhibe de ser dueños de sí mismos y de sus actos.
Debemos tomar consciencia de que "los jubilados" dicho así, en general, entienden, aprenden, piensan, razonan, votan, compran, inclusive muchos de ellos aun trabajan en empleos formales o informales y hasta conducen empresas, es decir son plenamente responsables de sus actos.
Aprovecho para recordar a Norma Plá.
... nada, eso.
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