jueves, 20 de septiembre de 2007

Obituario con Hurras - A la muerte de un canalla





Vamos a festejarlo

vengan todos

los inocentes
los damnificados
los que gritan de noche
los que sueñan de día

los que sufren el cuerpo
los que alojan fantasmas
los que pisan descalzos
los que blasfeman y arden
los pobres congelados
los que quieren a alguien
los que nunca se olvidan

vamos a festejarlo
vengan todos
el crápula se ha muerto
se acabó el alma negra
el ladrón
el cochino
se acabó para siempre

hurra

que vengan todos
vamos a festejarlo
a no decir
la muerte siempre lo borra todo
todo lo purifica
cualquier día
la muerte no borra nada
quedan siempre las cicatrices

hurra

murió el cretino
vamos a festejarlo
a no llorar de vicio
que lloren sus iguales
y se traguen sus lágrimas
se acabó el monstruo prócer
se acabó para siempre

vamos a festejarlo
a no ponernos tibios
a no creer que éste
es un muerto cualquiera

vamos a festejarlo
a no volvernos flojos
a no olvidar que éste
es un muerto de mierda

Mario Benedetti


Poema de Mario Benedetti a raíz de la muerte de Pinochet.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

La consigna es no olvidar,
vamos pero no volvamos,
seamos lo que somos,
y no lo que no somos,
pero ante todo seamos
sabiendo lo que somos

Anónimo dijo...

Un brindis, dos brindis, tres brindis por la poesía. Y ahora, mi pequeñísimo aporte para que la voz de León Felipe siga soplando en el viento

Yo no puedo tener un verso dulce
que anestesie el llanto de los niños
y mueva suavemente las hamacas como una brisa esclava
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie
Además... esta tempestad ¿quien la detiene?

¡Eh, tu, varon confiado que dormitas! Levántate, recoge tus zapatos y prosigue...
Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie.

Hacia las cumbres trepan los dioses exenuados buscando un resplandor.

Y aquí voy yo con ellos,
entre el sudor y el polvo de sus inmensos pies descalzos
aquí voy yo con ellos, atropellado y sacudido, pero agarrándome a sus sus plantas como las pinzas de un insecto,
clavándome en su carne
hundiéndome en su sangre
como un pulgón,
como una nigua... maldiciendo, blasfemando...

Porque yo no he venido aquí a hacer dormir a nadie:
ni a los niños
ni a los hombres
ni a los dioses

León Felipe
Llamadme Publicano
Almendros y Cia. Editores
México
1950

Abuelas de la Plaza