Ni una guitarra, por supuesto
ni un nubarrón de madrugadas
tiene el desgarro
de esta mano que tiendo empedernida
hacia el pezón del alba.
Van a cantar por Miserere
en los atrios
que de comicios acunan automóviles
en Azcuénaga y Cangallo.
Van a cantar campanas y palomas
pero no balas.
Ni caudillos resbalan ni baldosas
sino patanes presuntos
y cándidas beatas domingueras.
No hay ya más que esta doliente mano
encallada de prosas y artritis,
presurosa de huecos
con la ausencia del puño enviolentado.
Ni una guirnalda desgarrada
ni un madrugón de lunes
ni una migaja ni una bala.
MC
mayo 18, 1981
Siento que crezco
y siento también que me duele el aire,
entonces tengo miedo.
Me voy.
Busco el Sol.
Lo traigo.
La noche eterna se ilumina.
Deja de ser eterna,
solo unos instantes para que yo vea,
y como un crío recién nacido,
busco el aire.
Respiro y crezco.
Entonces otra vez
Tengo miedo.
Me voy a buscar el sol.
MCC
un día, hace muchos años
Nota : Las pinturas que acompañan a los poemas son Velero en el Lago Añil, Córdoba. Cortijo Azul y La Mujer del Sol, de Juan José Merello (http://www.merello.com/pintura-contemporanea.htm)
Hasta la próxima.
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