Clarín y un golpe(cito) de derecha
En Miradas al Sur por Eduardo AnguitaDomingo 9 de diciembre 2012
La idea de valerse del calendario para establecer con anticipación qué va a pasar no parece dar resultados. El viernes quedó claro que no es bueno dar a publicidad una conducta futura sabiendo que, en el medio, hay muchos otros que pueden tomar decisiones y modificar el escenario. Hubo hasta una publicidad radial oficial que anunciaba a diario “faltan equis días para que un grupo de familias se desprendan de…” en referencia a las licencias operadas por el Grupo Clarín por fuera de las autorizadas en la ley de medios pero que cuentan con la ventaja de tener una medida cautelar que las favorece. Sin embargo, esta visión crítica de la instalación del 7D como una fecha en la que se presagiaba un cambio drástico creó un escenario donde los errores pueden verse –claro, al día siguiente– con mayor detenimiento. Se puede decir que presagiar lo que iba a ocurrir el viernes pasado fue un error. Sin embargo, también puede verse de otra manera: el 7D sirvió para precipitar comportamientos justamente cuando toda la defensa del Grupo Clarín consistía en ganar tiempo, de cualquier manera.
Se puede criticar cierta altanería en la comunicación del Gobierno, pero no puede decirse, de ningún modo, que el Ejecutivo se haya corrido ni una línea del respeto a la división de poderes. Del Grupo Clarín puede decirse que saboreó de una manera ingrata lo que ellos mismos consideraron su propio triunfo, “porque el 7D no pasó nada”. Ingrata por la manipulación de la agenda periodística y lo que a juicio de este cronista –pero quizá no para sus miles y miles de lectores– se convierte en una intoxicación informativa con efectos muy preocupantes. Un ejemplo: al día siguiente de la resolución aviesa con que los jueces Francisco de las Carreras y Susana Najurieta prorrogaran la medida cautelar hasta que haya “sentencia definitiva”, el dibujante Hermenegildo Sábat dibujó a la Presidenta con un ojo hinchado, fruto de su imaginación que, dicho sea de paso, guió un golpe de derecha hacia el rostro presidencial. El caricaturista, que tiene prestigio de artista, tuvo la osadía de volver a poner sus lápices sobre la cara de Cristina. Todos recuerdan aquella boca tapada en abril de 2008 en pleno conflicto con las patronales agropecuarias.
Aquellas fueron jornadas movidas, con verdaderas maniobras destituyentes y calles con manifestantes de un lado y del otro. Esta vez, el escenario parece ser bastante distinto y sería bueno desapasionarse un poco. La ley de medios está vigente. Sólo un artículo está suspendido. El Ejecutivo avanzó en algunas cosas y en otras no tanto. Por ejemplo, el llamado a concurso de licencias de televisión para que haya más voces –sobre todo las organizaciones sin fines de lucro– no depende del artículo 161 sino de la voluntad política de avanzar. Para más datos: la misma Presidenta se lanzó a la reelección en 2011 justamente cuando acompañó a Gabriel Mariotto en un acto donde se abrían los concursos para un par de cientos de licencias. Esa convocatoria quedó en agua de borrajas. Sería bueno que de este escenario surja la decisión de avanzar más con la pluralidad de voces para que sean las organizaciones populares, las universidades, las cooperativas o los sindicatos los que puedan amplificar sus voces.
Respecto de las enseñanzas de lo que pasó esta semana, fue caliente en los tribunales y en la agenda de los medios respecto de la extensión de la cautelar. Incluso, corrió de la agenda periodística a los asuntos de interés de los sectores populares. En el caso del Área Metropolitana de Buenos Aires, la basura, el transporte, las inundaciones o los hechos policiales inquietan mucho más al ciudadano de a pie que el artículo 161. Y en esos temas el Estado –nacional, provincial o de la Ciudad– tiene mucho que ver y, sobre todo, tiene mucho para avanzar en concreción de medidas interjurisdiccionales.
Mirar la perspectiva. Mañana se conmemoran 29 años de continuidad democrática en los cuales, sin quebrar las instituciones, debe verse que los poderes fácticos –grupos económicos con incidencia en las instituciones del Estado– lograron grandes beneficios. La crisis de diciembre de 2011 fue un quiebre y desde la asunción de Néstor Kirchner, el pueblo vive un cambio de rumbo que lo tiene como protagonista y también como beneficiario real de los derechos sociales. Eso es para celebrar y seguramente hoy, en la Plaza de Mayo y en miles de plazas del país, se recordará con festejos. Muchos asociarán esta perspectiva histórica con la negativa del Grupo Clarín a cumplir con la ley. Para muchos, Clarín, como empresa, es un ejemplo clarísimo de querer imponer su poder corriendo las normas a través de aliados en la Justicia y otras instituciones públicas. Es probable que el juez Horacio Alfonso, que lleva ya siete semanas al frente de la causa, esté madurando una definición. Es probable que mañana mismo la Corte Suprema se avoque a tratar los reclamos presentados por el Ejecutivo el viernes pasado. No hay nada fuera de cauce. Al menos del cauce establecido. Si se quiere reformar y transparentar la Justicia –en serio– se entraría en otro debate, mucho más importante, más beneficioso. Pero las críticas –absolutamente ciertas– de que los jueces son vitalicios y no pagan impuestos no pueden ser un argumento lateral para augurar un fallo en tal o cual sentido y tratar de maniobrar para que otras sentencias se prolonguen o cambien de juzgado.
Para terminar, unos párrafos de un correo electrónico tomado de un interesante debate colectivo entre militantes kirchneristas. Uno de ellos, cuyo nombre no viene al caso, decía: “Es una buena oportunidad para poner de relieve que quizás estuvo muy mal poner todas las fichas a la epopeya del 7D, por la sencilla razón de que la ley de medios ya está produciendo logros: en La Pampa, una cooperativa surgida gracias a la ley está ofreciendo Internet a 89 pesos, y está desplazando a Cablevisión; en Jujuy, hay una radio que transmite parte en castellano, parte en quechua, también producto de esta ley. Haber dado trascendencia al 7D como se le dio, como batalla en la cual íbamos a empezar a terminar con los privilegios de Clarín, podía terminar como terminó: que el 7 de diciembre Hermenegildo Sábat sacara como sacó una caricatura de Cristina con un ojo morado. Si hubiéramos puesto el acento en cómo estábamos avanzando, en vez de anunciar el día de la gran derrota de Clarín, no sólo hubiera convocado a más conciencia de la legitimidad de la ley de medios. Estaríamos menos expuestos a la afrenta del otro actor que no estábamos considerando: la corporación judicial, cuyo papel aparece ahora agigantado. La soberbia de la que tenemos que tomar nota no es por gestos de la persona de la Presidenta, ni por su estilo comunicacional, la soberbia es el ninguneo respecto de la fuerza del adversario, del enemigo. Por supuesto que estaremos en la Plaza el domingo, pero nuestros gritos no pueden simular ser gritos de victoria, el asunto es si nos replanteamos algunas cosas a partir del lunes”.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario