viernes, 10 de diciembre de 2010

Racismo - Registro de campo

Como siempre, prefiero leer la prensa opositora antes que la oficialista y allí después de repasar los habituales titulares de neto carácter racista, fascista y xenófobos en los que ya no me detengo demasiado, por fin me entero que Aníbal Fernandez declaró que

"El jefe de gobierno desarrolló un discurso xenófobo y discriminatorio, toda una incitación a la violencia. Tanta xenofobia e incitación a la violencia arrojó un nuevo muerto [el tercero]. Estas son las recetas que no han dado resultado jamás. Los muertos traen más violencia más división, jamás soluciones"

Apoyo, suscribo enfàticamente estas afirmaciones del Jefe de gabinete del ejecutivo y reflexiono.

El análisis detallado de los sucesos de Villa Soldati y las declaraciones del Jefe de Gobierno de la CABA y de muchos exponentes de las elites fascistas que lo acompañan en esa línea de pensamiento puede servir para dar cuenta del mecanismo siempre vigente de la microfísica del poder.

El explosivo y multitudinario despliegue de conflicto social y violencia explícita del que somos testigos y partícipes por estos días tiene un nacimiento doble.

Por un lado el despliegue estilo reality show de una suerte de microideología instalada en cada actor individual (no social) que se manifiesta en su relación con el "otro", individuo adyacente e inmediato, es decir su vecino, su hijo, su mujer, la maestra, el colectivero, etc. Y por el otro la acción voluntaria, premeditada y planificada de algunas élites minoritarias pretendidamente iluminadas que en pos de la acumulación de poder para su causa se dedican a identificar, agrupar y colonizar aquellas mùltiples microideologías dispersas para cristalizarlas en lo que después se darà en llamar "una opción política de gobierno" y así, de forma democrática o no, legitimarse a sí mismos en el poder.

En este caso se puede entonces identificar la colonización e intento de construcción de poder  sobre el fenómeno del micro racismo cotidiano que se reproduce en la dimensión del hecho social doméstico para dar sustento a un hecho político macro.

Me viene a la mente un registro de campo producto de una experiencia personal que puede servir para comprender mejor el proceso contrucción de este fenómeno micro ideológico al principio domèstico y desconectado de lo macro y posteriormente colonizado.

Alejo y la construcción cotidiana de racismo o el odio al "otro" como modo de afirmación propia.

Por los días del conflicto “campestre” , aquel de la famosa 125 yo asistía a una institución privada en barrio norte donde daba clases individuales de apoyo a alumnos (ricos) de escuelas secundarias tanto públicas como privadas que tenían problemas para demostrar que habían alcanzado los mínimos objetivos que los programas curriculares exigen para aprobar el curso. Profesor particular que le dicen. Bueno la cuestión fue que me tocó asistir a un chico de unos diez y siete años al que llamaremos Alejo.
Alejo había reprobado casi todas las materias del quinto año de una escuela pública en una ciudad del interior de la provincia de Buenos Aires, en plena zona agroganadera, digamos por caso Coronel Suárez.
Hijo de un ingeniero agrónomo porteño que allá vivía y trabajaba al servicio de alguna agroindustria, Alejo estaba pasando unos días en la capital donde vivía provisoriamente en el departamento de la abuela paterna, por ejemplo un 5to piso bastante paquete en Azcuénaga y Santa Fe ¿sí?

Hasta aquí todo más o menos normalito. Alejo requería cada día de mis clases de apoyo en Física, materia resistida si las hay, que junto con Química y Matemática constituyen el trío más temido y odiado del secundario lo cual me permite a mí ganarme un billete con que solventar mi prepaga en las épocas difíciles desde los tiempos de la facu allá por los 70´s.

El caso es que en el pico de la tensión suscitada entre el ejecutivo nacional y los piqueteros campestres comandados por la hoy fenecida Mesa de Enlace al servicio de los grandes conglomerados del capital agroindustrial, en aquellos días en que el mellizo mediático entrerriano (¿que habrá sido de él y su prótesis dental?) lideraba la “pueblada” tractorista; mi alumno Alejo se divertía perdiendo su tiempo y la plata de su papi y de la Abu paqueta para cumplir con la condición impuesta por aquel papi, “vas a tener que estudiar y aprobar las materias sí o sí”.
Entonces coherente con su pensamiento calvinista-reformista se reemplazaba a sí mismo en la función de padre por mi persona, o sea un perfecto desconocido, mientras se reservaba para sí mismo el rol de incansable productor de ganacia capitalista (time is money).

Alejo no era tonto, ni un poquitito. Era simplemente un adolescente inteligente, en el límite de lo irrespetuoso y sobre todo vago.
Carilindo, rubiecito de ojitos convenientemente celestes, facherito, onda polista brutito campestre y con los bolsillos llenos de billetes que no le costaban ni a él ni a su papi, él simplemente los despilfarraba junto con su tiempo.

Convengamos en que Alejo no necesitaba un profesor para entender Física, de ninguna manera. Era inteligente, hábil y pícaro, hasta brillante por momentos, tanto como para resolver rápidamente cualquier problema que se le planteara.Repito, no necesitaba un profesor de Física. Era evidente que solo estaba cumpliendo una condena, una especie de “probation” impuesta por papi.

Una tarde, comprobando que Alejo no tenía ningún problema de aprendizaje, más bien todo lo contrario, curioso, le pregunto cuales eran según él las causas que explicaban su fracaso escolar.

La respuesta fue clara y me heló la sangre.

Comenzó a relatarme casi con orgullo cómo eran sus horas y sus días como adolescente medio en Coronel Suárez. Faltazo cotidiano a la escuela. Barras, porro (él no, claro) y birra. Correrías pueblerinas mechadas con salvajadas varias tales como bardeo y persecución de “los negritos” del lado pobre, la pedrea a los vidrios de la escuela secundaria (pública) rival y por fin los aprontes, junto con adultos de las fuerzas vivas del lugar para recibir al ruralista de Ángeli como prócer y en cambio resistir a balazos una hipotética visita de la Presidenta si se atreviera a ir allá. Todo eso le había impedido prestar atención a su estudio.

Ante mi cuestionamiento crítico respecto de todo aquello, desde la droga y los vidrios hasta las armas, el chico desplegó la más completa y acabada parafernalia discursiva para demostrar que para él (y su papá y seguramente para la Abu de barrio Norte también) nada peor que los K había sobre la tierra y con la sonrisa sobradora de quien se sabe impune me advirtió que no había lugar a polémica alguna, que él estaba dispuesto, arma en mano, para resistir junto a su su papá el avance de La Yegua.

No estoy seguro de cómo le habrá ido a Alejo en el examen de Física de diciembre pero sí estoy seguro de que su mente aún en proceso de formación estaba serio riesgo de quedar severamente incapacitada para desarrollar un razonamiento lógico y crítico sobre la realidad que le tocaba vivir.Tal vez se salvó. O tal vez esté festejando los muertos latinoamericanos del parque indoamericano encandilado frente al televisor mirando C5N o TN allá en Coronel Suarez junto a su papi.

Pienso en todos los Alejos/as que por éste u otro camino análogo quedan irremediablemente condenados a odiar al otro para afirmarse a sí mismos.

Pienso en todos los que terminan poniendo su pequeño odio doméstico y cotidiano, producto de sus propias miserias, al servicio de algunos grupos perversos ávidos de poder y dominación.

Pienso en todos los que al final terminan colectivamente hundidos en la hoguera de la muerte propia y ajena que es el racismo donde de la xenofobia discursiva que nos ocupa y que hoy Macri propone como consigna, es el primer paso hacia la mencionada colonización perversa.

Hasta la próxima.

imagen http://blog.espol.edu.ec/paoqueza/files/2010/11/racismo.jpg

1 comentario:

Politico Aficionado dijo...

¡¡Excelente post!!

La triste conclusión es que las dos Argentinas irreconciliables que coexisten, desde el fondo de nuestra historia están aún muy lejos de su síntesis superadora.

Abuelas de la Plaza