viernes, 22 de abril de 2011

EL DESENGAÑO AMOROSO DE COLADOR

                                                                                                                   Alicia Rajlin
En el pueblo le dicen "Colador" por las marcas de viruela. Nunca un beso ni una caricia. Transita bronca por esos túneles de doble mano de la piel al cerebro. En el espejo se descubre una pelusa y se ilusiona. Pero la barba crece en canutos ralos de puercoespín.
La vecinita chata y debilucha que no menstrúa, esa que mandan a jugar con los mas chicos y que de bailes nada, lo mira. Ambos se descubren. Sonríen. Hablan. Pasean.
Debajo del puente que vibra y aturde cuando por encima pasa el tren, juegan al amor como si fueran otros, como si fueran bellos. Hasta que ella sangra y de golpe le crecen las tetas, los muslos, las caderas. Le brillan los ojos, la piel y un novio terso de seda la enamora para siempre.
"Colador" sabe que no puede cambiar la realidad. Piensa la palabra sangre como un poema de una sola voz larguísima. Una secuencia fantástica que fluye y hermosea las redondeces de las mujeres. Vive de recuerdos en un laberinto desordenado. Parece desintegrarse. Murmura historias de un libro que nadie escribe y que a través de los años será apenas un capitulo. Encantado por ensalmo ya sin juicio, anda "Colador" por las vías juntando piedras. Lo veo al pasar y él saluda.

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