martes, 2 de noviembre de 2010

Encuesta desconcertante



El sitio religioso parásito de Clarín redactado por Sergio Rubín difunde y comenta la alocución que realizó el jerarca de La Plata, el verriondo Aguer, líder de la oposición interna, referida a la encuesta recientemente difundida “LOS ARGENTINOS Y LA FE”

El mesiánico y extemporáneo jerarca fundamentalista (que viene algo así como alto comisario político de la secta. Un inquisidor del siglo XV en el siglo XXI) advierte a los católicos argentinos “(...) que se reveló que existe un subjetivismo y especie de laicismo entre los fieles nacionales. Alertó que pocos se sienten parte de la Iglesia y que ella la relacionan con la jerarquía y los dogmas.
El severo líder religioso y reconocido activista fundamentalista católico, en una triste demostración de pobreza intelectual y moral, construye una descascarada imagen de sí mismo cuando aprovechando las actuales garantías que existen para la libre expresión pública de las opiniones en nuestra sociedad, se explaya sin remilgos sobre el tema de la custodia de la FE.

Apestilla y amenaza sin eufemismos a fieles díscolos e indóciles que se atreven tener criterio propio y disentir con los mandatos de la secta. Sin dar el menor lugar a una necesaria y humilde autocrítica o por lo menos un honorable silencio ante los elocuentes resultados de la encuesta que él mismo difunde y a los que califica de “(...) un tanto desconcertantes (no tan inesperados para la mayoría) afirma que “Si la encuesta es certera, habría que pensar que una buena parte de los argentinos que se declaran católicos profesan una especie de subjetivismo religioso.

La “especie de subjetivismo religioso” sería para el de las largas y anacrónicas vestiduras algo así como reconocer que cada fiel pretende al fin y al cabo sacudirse aunque sea parcialmente las cadenas espirituales que le han impuesto y entender la religión (católica) a su manera, herejía cismática mayor si las hay.

El sacerdote, en pornográfica demostración de su limitada capacidad de entendimiento y relacionamiento con su prójimo, sarcásticamente comenta que le “(...) llamó la atención que en esta encuesta, felizmente, Nuestro Señor Jesucristo le gana por 5 puntos a San Expedito.” y aunque comenzó asegurando (acertadamente) que las encuestas son peligrosos instrumentos capaces de producir previsibles respuestas por obra de la manipulación de las preguntas, inmediatamente se contradice validándola cuando sin hesitar afirma que aquel resultado, “... quiere decir que no hay allí un discernimiento bien claro de hacia dónde se tiene que dirigir el gesto religioso de la devoción, la adhesión de amor y de confianza.”

Es que el pícaro cura sabe que aunque la encuesta pueda ser manipulada sus conclusiones coinciden con la realidad que él mismo huele y entonces se apura a atacar cuando despliega su insultante discurso al afirmar algo así como que los fieles son un poco tontos e ingenuos capaces de confundir un ídolo falso cual el Gauchito Gil o un San La Muerte o una Difunta Correa con un buen santo oficial, legal, obediente y certificado por la multinacional religiosa con sede en Roma.

Bueno es que el señor en verdad no es tan limitado como quiere parecer ya que demuestra que alguna capacidad de ubicación espaciotemporal le asiste aunque lo disimule lo cual agrava el descrédito que envuelve su discurso al delatar la voluntaria y perversa mendacidad del mismo.

En plena expresión de su falso desconcierto ante los datos duros de la realidad y demostrando su corta sensibilidad y falta de reconocimiento de lo obvio, el sujeto expresa que  “(...) quizás lo más significativo (...) es que falta, (...) una identificación con la Iglesia, un sentido de pertenencia a la Iglesia.” y que por el contrario “(...) la Iglesia aparece como algo distinto de (...) aquellos que se profesan católicos.”
Y sí claro, que novedad.

Asigna así tan solo valor de probabilidad ser, a un hecho real y cotidiano que cualquiera que transite el llano de nuestra sociedad puede constatar fácil y rápidamente con solo mirar  y escuchar lo que sucede a su alrededor y que simplemente es que “(...) se registra una incomodidad respecto de la autoridad eclesial, que tiene la misión, el poder y el deber de indicar, en nombre de Dios, qué hay que creer, qué hay que obrar como expresión de la fe.”
¿Incomodidad? bueno ... sí también
Termina, inconsistentemente, luego de  la descalificación inicial de la encuesta, proponiendo una receta para corregir las mencionadas conductas desviadas de los fieles de que ella da cuenta que mejor olvidar piadosamente, pero no sin antes postular que le “(...) parece que para mejorar las cosas la solución no es que la Iglesia se haga simpática, que mejore su sistema de comunicación, que intente no confrontar ni enemistarse con nadie, para así sumar adhesión y contento masivo.”

Es decir que deberá quedar bien claro tanto para propios como ajenos que el señor Aguer intemperante y crispado propone enfáticamente mantener los definitivamente ineficientes modos de comunicación actuales de la iglesia para con sus fieles y sostener los reconocidos estilos agresivos de relacionamiento confrontativo con los que piensan y sienten diferente. 

Modos ambos que bien reconocemos en la milenaria organización a la que pertenece.

Da toda la sensación de que este pobre hombre nunca terminó de atravesar el tenue límite entre la baja autoconsciencia que caracteriza la animalidad y una más elevada que caracteriza la calidad humana.

Estaría bien que sus acólitos más cercanos le aconsejaran sabiamente y le recomendaran que haga votos de silencio de por vida.

Hasta la próxima.

Texto completo de la alocución televisiva del señor Aguer

1 comentario:

daniel z dijo...

Lo que resulta incomprensible es que se le siga asignando a esta institucion el caracter de interlocutor politico.¿Que nos dice acerca de ciertos dirigentes su insistencia en inclinarse a besar la mano de Bergoglio?¿como se compatibiliza la apelacion al dialogo y al consenso con la adhesion al dogmatismo y la intolerancia?

Abuelas de la Plaza